Pedro Juan González Carvajal

Espero amable lector que considere que el título de esta columna es demasiado fuerte o que encierra un contenido en verdad terrible.

Pues efectivamente, esa es mi intención.

Hecatombe moral

Gracias a un muy querido amigo me he aproximado hace ya varios años a un sitio web llamado KIOSKO donde se encuentran los titulares de los principales periódicos del mundo clasificados por día, continente y país.

Ahora bien, la dramática realidad mundial que se presenta todos los días, llena y saturada de conflictos, de tragedias ambientales, de guerras, de violación de derechos humanos, de casos de corrupción, entre otros variados atentados contra la humanidad,  se asemeja al contenido de nuestros Noticieros televisivos, donde un poco más del 80% de las noticias y del tiempo invertido son nefastas a nivel local, regional, nacional, continental y planetario, quedando por rescatar únicamente las secciones de deportes y de farándula para acabarnos de idiotizar.

Una reflexión especial es que parece ser que a los espectadores ese es el tipo de noticias que les gusta para satisfacer su morbo, lo cual se refleja en un mayor o menor ranking de audición.

Otro dilecto amigo ha sostenido desde hace ya varios años, que el llamado “PROYECTO HUMANO” definitivamente ha fracasado y que vamos hacia nuestra propia desaparición. Me he resistido a la idea, pero debo confesar que cada vez me quedo con menos argumentos para tratar de mantener al menos viva la esperanza de que aún estamos a tiempo de recomponer nuestro accionar, vivir más civilizadamente y respetar a la naturaleza en su conjunto.

Otra postura es que no debemos pedirle peras al olmo y reconocer de una vez por todas que el ADN humano es imperfecto y lo que sucede y las acciones que realizamos es lo que los humanos normalmente debemos hacer, sin posturas axiológicas ni pretensiones desmesuradas como especie, en teoría, superior.

Sin colocarme a favor o en contra de los actores que hoy pelean en Gaza, lo que como humano me estremece es que desde hace casi medio año nos estamos acostumbrando a que diariamente se cumpla la cuota de varios centenares de muertos, casi todos civiles, y el resto de la humanidad no dice ni hace nada.

Esa pasividad, ese desinterés, esa impotencia o ese importaculismo nos convierten a todos, sin excepción, en cómplices y en seres amorales.

Lo más grave es que un conflicto es reemplazado por otro en términos de divulgación y de interés de los grandes poderes, lo cual hemos evidenciado con la guerra entre Rusia y Ucrania que ya cumplió su primer año y que parece que va para largo.

Ni que decir del sainete colombiano de la denominada “paz parcial” y ahora de la renombrada “paz total” y del absoluto “desastre social”.

 Nos hemos acostumbrado a que diariamente haya muertos por masacres o al detal: Líderes Sociales, Integrantes de las Fuerza Pública, Reinsertados, Indígenas, Mujeres, Turistas, todo tipo de ciudadanos que caen asesinados ante los diferentes tipos de violencia, víctimas de desplazamiento, migrantes e inmigrantes……… y todo tan normal. Todo se ha convertido en un simple y frio dato estadístico.

¿Y dónde están los líderes nacionales e internacionales y las instituciones multilaterales creadas para preservar la paz previniendo las guerras?

En cuanto a los líderes, estos ya no existen. Siendo respetuosos, pero claros, ¿Quién le para bolas a los débiles llamados del Papa que hoy por hoy tienen una fuerza proporcional a su débil semblante? ¿Quién sabe siquiera como se llama el Secretario General de la ONU -Entidad absolutamente anacrónica que ha debido ser transformada o suprimida desde la caída del muro de Berlín, pero que hoy solo hace muy bien el papel de zombi-? ¿Y los Estados Unidos? ¿Y la Comunidad Europea? ¿Y los Líderes de las otras Religiones? ¿Y China? ¿Y cualquiera que tenga un ápice de sensibilidad humana y compromiso con la humanidad?

Las Instituciones multilaterales se han convertido en un nido de burócratas que, como las personas inútiles, hacen mucho bombo, se creen muy importantes pero sus posturas y sus posiciones son carentes de manera absoluta de la suficiente “Fuerza testicular” para asumir posiciones y compromisos como diría nuestro expresidente Julio César Turbay Ayala, expertos en pasar de agache, en dejar constancia y eventualmente en firmar algún acuerdo de carácter paliativo.

Pues bien, cada uno hace los cálculos milimétricos que les permite conservar o dilatar la pérdida de sus grandes, medianos, pequeños o aparentes poderes temporales, mostrando un abierto egoísmo y una absoluta miopía geopolítica y geoeconómica, pues de pronto nos quedamos sin planeta y sin habitantes a quienes dominar y explotar, y ahí sí, todos, a comer estiércol.

Mientras tanto la sociedad civil se ha inventado marchas, conciertos, ayunos, ritos y encuentros todos llenos de simbolismo que finalmente, de no tener la suficiente difusión y continuidad, no alcanzan siquiera a ser reconocidos y no sirven como expresiones y manifestaciones de presión ante los tomadores de decisiones, que de manera displicente las observan a distancia.

La historia nos muestra que una época de estabilidad y bonanza es reemplazada por una época de turbulencia y zozobra y finalmente por una época de caos, todo, como un sinfín, posiblemente para poder volver a empezar, lo cual nos muestra que, en el momento actual, “vamos viento en popa hacia la deriva”.

Siendo así, la historia de la humanidad se puede entender y visualizar como una noria.

¡Qué cansancio!

¡Pobrecitos los que vienen!