A través de las redes sociales (whatsApp) nos llegó este mensaje después de muchos reenvíos, lo que no permite determinar la fuente primaria del mismo; se refiere a dos artículos publicados en 2022, los cuales publicamos dando crédito a los correspondientes medios y autores, y sólo en atención a que corresponden a un tema de opinión de actualidad, y textualmente dicen:

“Buenas tardes. He rescatado de mis archivos los dos textos que a continuación comparto. Lo más aterrador para mi es que son textos publicados en 2002 por El País de España y hoy cobran total actualidad. Mi invitación es a leerlos y divulgarlos. No se como, no tengo propuestas, pero se que tenemos que reaccionar.”

“Ni Israel ni Europa se lo pueden permitir

EMILIO MENÉNDEZ DEL VALLE EL PAÍS – ED. IMPRESA 10 MAR 2002

Cuando Ariel Sharon ganó las elecciones a principios de 2001, la opinión pública israelí y la internacional se hicieron, entre otras, las siguientes preguntas: ¿logrará la paz y seguridad para Israel prometidas en la campaña electoral? El Sharon recién convertido en primer ministro, ¿era el mismo que contribuyó a las masacres de palestinos en los campos de refugiados libaneses de Sabra y Chatila en 1982?

Más de un año después, la respuesta a la primera es obvia: nunca como ahora se encuentran los ciudadanos de Israel en situación de mayor inseguridad. Y el propio Sharon se encargó de dar contestación a la segunda noventa días después de asumir el puesto. En una entrevista al diario Haaretz dijo: ‘la guerra de la independencia no ha terminado. 1948 no fue sino el primer capítulo… No, no existe un nuevo Sharon. No he cambiado’.

No se le puede exigir mayor claridad ni coherencia. Las contradicciones no están de su parte, sino de la nuestra. Y me refiero al único sujeto internacional -la Unión Europea- que, de una u otra manera, ha sido activo (hasta ahora brillante e inútilmente activo) en la búsqueda de la paz y seguridad. Para los palestinos, para los israelíes y para la entera región. Las contradicciones, insisto, son nuestras porque llevamos tiempo operando sobre premisas falsas. Dos fundamentalmente. Una es dar por sentado que el primer ministro israelí desea la paz. Sharon no desea la paz, salvo que ésta sea dictada unilateralmente de acuerdo a sus condiciones. Quiere, eso sí, la pacificación, mediante la sumisión, de los palestinos, esto es, una paz injusta. Y ninguna paz en esos términos, en el supuesto de que se lograra algún día, es duradera.

La segunda premisa falsa es presumir que EE UU es neutral. No lo es. George Bush no lo es. Él y todo el establecimiento político que cuenta -con la honrosa excepción del secretario de Estado, Colin Powell, del que hay que preguntarse cuánto tiempo resistirá- es pro-israelí, aunque tal vez no todos sean abiertamente pro-Sharon. En cualquier caso, las tragaderas y el relativismo político-moral de la clase dirigente del imperio son de amplio espectro. Por lo menos en lo que se refiere a la cuestión medio-oriental, debido a la influencia y poder de la comunidad judía norteamericana. Ello explica, por ejemplo, el caso de Hillary Clinton, que ha pasado de defender hace cinco años (para embarazo de su marido) la justicia y conveniencia de crear un Estado palestino, a abrazarse con Sharon en Jerusalén hace unos días y a declarar exactamente lo contrario. Llanamente, porque necesita el voto judío neoyorquino para ser senadora.

Así las cosas, debemos hablar y escribir con nitidez. No podemos igualar a las dos partes en lucha. No se trata de que dos Estados se encuentran en guerra. Uno ni siquiera existe. No se enfrentan dos ejércitos regulares, sino que un ejército, el más poderoso de la región, ocupa territorios que no son suyos y reocupa otros supuestamente autónomos, cuya autonomía legítimos Gobiernos israelíes se habían comprometido a respetar en virtud de acuerdos internacionales. Los palestinos se defienden como pueden y con las armas que tienen, que, desde luego, no son los cazas F-16, los helicópteros Apache o los tanques Markava con los que los israelíes causan estragos. Ahora bien, si Sharon asegura que Israel está en guerra, ¿por qué cuando los soldados israelíes son abatidos los califica de ‘asesinatos’ y las acciones contra los palestinos son ‘de represalia’, pero no asesinatos?

Por la misma regla de tres, yerra el presidente en ejercicio del Consejo de la UE, José María Aznar, cuando el lunes 5 de marzo declara en Budapest que estamos ante ‘una situación de guerra abierta que sólo puede detenerse por un acto expreso de voluntad de las partes. Si éstas no manifiestan claramente una voluntad de acabar con la situación actual, las cosas tenderán a empeorar’. Otros animan a que ‘las dos partes se sienten a hablar’. Si no asumimos que es Sharon quien no quiere sentarse a hablar ni manifestar acto expreso de voluntad alguno nos estaremos engañando.

Lo que hace falta por nuestra parte es admitir nuestra actual impotencia y nuestra falta de vergüenza para movilizarnos ante lo que hace y dice Sharon. Por ejemplo, ante esta declaración en el Parlamento de 4-3-02: ‘Los palestinos deben sufrir mucho más hasta que sepan que no obtendrán nada mediante el terrorismo. Si no sienten que han sido vencidos, no podremos regresar a la mesa de negociaciones’. ¿Qué ejemplo de moral puede dar a su pueblo y a las futuras generaciones un hombre que se expresa en estos términos? Es el mismo hombre que habla de los ‘miserables palestinos’, culpa a Arafat de cada acto de violencia, exige que detenga a los culpables y simultáneamente lo retiene prisionero desde hace tres meses en una casa en Ramala, en cuyo patio caen sus misiles. Le impone condiciones imposibles de cumplir, entre ellas los famosos siete días ausentes de violencia como prerrequisito para negociar, y cuando eso se logró el pasado diciembre, por supuesto, Sharon no se sentó a negociar. Ahora ya habla abiertamente de que tienen que ser vencidos.

No nos engañemos. Ariel Sharon no persigue la paz. Persigue a los palestinos. Quiere aniquilarlos, expulsarlos, salvo a aquellos que se resignen a vivir como esclavos. ¿Vencidos?, ¿derrotados? El vae victis! de la antigua Roma imperial, el ¡ay de los vencidos!, debe hoy ser aplicado a nosotros, europeos y occidentales, que pregonamos valores de justicia y democracia y somos incapaces de reaccionar ante las barbaridades ‘genéricas’ o ‘selectivas’ ordenadas por Sharon. Los vencidos somos nosotros. Como conocen los lectores, la penúltima ‘selección’ ha consistido en exterminar con un misil la entera familia de un dirigente de Hamás, mujer e hijos, más otros dos chavales que pasaban por allí. ¿Por cuántas generaciones perdurará el odio? La derrota moral, insisto, es nuestra, y más valiera que nuestras sociedades bien alimentadas, incluida la israelí, reaccionaran ya, si no deseamos resultar estigmatizados por largo tiempo. En presencia de un nuevo holocausto, esta vez palestino, nuestros nietos y los nietos de Mohamed, y espero que también los de Slomo, se alzarán contra nosotros por no haber querido combatir a tiempo esta indignidad. Sí, la violencia por ambas partes debe finalizar. Pero ¿cuál es la causa primera de la violencia? La ocupación israelí de unos territorios que no son suyos. El fin de la ocupación supondrá el fin de la violencia.

Emilio Menéndez del Valle es embajador de España y eurodiputado socialista.

‘Nadie sacrifica a sus líderes por la independencia’

FERRAN SALES Tel Aviv – 25 JUN 2002 –

Slomo Ben Ami, de 58 años, oriundo de Tánger, profesor de Historia en la Universidad de Tel Aviv, diputado en el Parlamento de Jerusalén, ex primer embajador de Israel en España, ex ministro de Seguridad Interior y de Asuntos Exteriores en el Gobierno de Ehud Barak, es uno de los líderes más carismáticos y lúcidos del movimiento laborista israelí. Por principios, Ben Ami no forma parte del Gobierno de Unidad Nacional con el Likud. El lunes por la noche habló con EL PAÍS.

Pregunta. ¿Qué valoración hace del discurso de Bush?

Respuesta. En esta región ha habido siempre un exceso de profetas y visionarios. Lo que hace falta son propuestas concretas, fórmulas e instrumentos para aplicarlas. Esto no sucede con el discurso de Bush, que es especialmente vago e inconcreto.

‘La conferencia de paz es ahora más urgente que nunca’

  1. ¿Cree que los palestinos pueden aceptarla?
  2. ¿Cómo cree usted posible que puedan aceptarla? Es una propuesta irreal y fantástica. Si con todo lo que les ofrecimos nosotros en Camp David ellos dijeron que no, ¿cómo van a aceptar entrar en esta gran avenida que no conduce a ninguna parte y con la que no se resuelve ninguno de los grandes temas conflictivos que tenemos con los palestinos, como Jerusalén, refugiados y fronteras? Estoy seguro de que van a decir que no.
  3. ¿Cree que el discurso de Bush supone el asesinato político de Arafat?
  4. No quiero hablar en estos términos, me niego a entrar en este juego. Para empezar, porque no creo que la sociedad palestina esté dispuesta a sacrificar a todo su liderazgo, porque no olvide que Bush no habló sólo de Arafat, sino de todos sus responsables políticos, a cambio de nada. A cambio de una propuesta vaga e inconsistente. No conozco ningún caso en la historia en que un pueblo haya decidido sacrificar sus líderes a cambio de la independencia. Ni uno solo.
  5. ¿Las palabras de Bush no han supuesto una gran derrota para el laborismo israelí?
  6. Desde luego. Ésta es la segunda gran derrota del laborismo; la primera fue cuando con ocasión del triunfo de las elecciones de Ariel Sharon el laborismo aceptó entrar en el Gobierno de Unidad Nacional, la segunda gran derrota la ha sufrido ahora con el discurso de Bush. Espero que la situación pueda servir de revulsivo para que a partir del Congreso Nacional salgamos del Gobierno de Unidad Nacional. Ya no existe ninguna de las razones que nos llevaron a colaborar con Sharon.
  7. ¿Es entonces una victoria del Likud?
  8. Bueno, ellos lo ven así. Pero es una victoria pírrica. Los ataques terroristas continuarán y el discurso no soluciona nada; al contrario.
  9. ¿Y ahora qué?
  10. Ahora, más que nunca, es necesaria una conferencia internacional. Si en algún momento ha sido urgente, es ahora. Tenemos que dibujar entre todos el mapa hasta la paz.”