Por:  IVÁN   ECHEVERRI   VALENCIA

El regalito chino del coronavirus, nos sometió a un confinamiento inesperado, impidiendo lo que un ser humano en tiempos de absoluta normalidad puede salir a disfrutar como: viajar,  visitar a sus seres queridos, disfrutar un parque, hacer ejercicio al aíre libre o acudir a un gimnasio; asistir a conciertos, teatros, bibliotecas o museos; compartir con amigos un café, una cerveza o una exquisita comida en un bar o restaurante y, el presenciar  un evento deportivo.

De la noche a la mañana todo se fue al traste, cayó el telón, todo se ensombreció, el mundo se paralizó ante la mirada consternada de millones de personas que no entendían que era lo que realmente estaba sucediendo. Solo han bastado cinco meses para que todo sea diferente en el orden mundial,  miles de personas han perdido la vida y los perjuicios materiales, económicos, sicológicos, culturales y sociales son de proporciones incalculables,  nada es igual y la intranquilidad nos sigue afectando y afectará por mucho tiempo.

Una parte del mundo comienza a levantarse del aletargamiento en que los sumió el espantoso virus, mientras la otra como América Latina, solo comienza a  experimentar sus rigores con una alta tasa de contagiados y de letalidad. El peligro sigue latente y continuará siéndolo mientras no exista una vacuna o un tratamiento adecuado para curarlo.

Colombia, en medio de la pandemia ha ido atenuando el confinamiento y reabriendo paulatinamente la economía, bajo estrictos protocolos de sanidad, su cumplimiento es esencial, so pena, de  caer en rebrotes como los  ocurrido en otros países, que los ha llevado a tomar nuevamente medidas extremas.  

El gobierno, ha autorizado el reinicio paulatino a partir del 8 de junio de la actividad más popular en el país como es el fútbol, con entrenamientos individuales, posteriormente en grupos y en el mes de agosto reiniciar la competencia.

Somos conscientes de que existe hambre de ver fútbol y mucha ansiedad por mover este importante sector de la economía que se encuentra seriamente afectado al igual que las líneas aéreas, los hoteles, el transporte terrestre, medios de comunicación, patrocinadores, expendedores de boletas, el comercio y gran cantidad de vendedores informales.

Los equipos, en su  planta cuentan con un número importante de directivos, jugadores,  entrenadores, asistentes técnicos, médicos, utileros, formadores, empleados administrativos y de logística.

Es una parafernalia grande y compleja de coordinar en la que no se puede olvidar el jugador número doce, la hinchada.

En el tiempo que falta para el reinicio del campeonato los esfuerzos deben estar dedicados afinar los protocolos de bioseguridad dentro y fuera de los estadios; a capacitar a toda la gente que vive alrededor del fútbol, especialmente a los aficionados sobre las nuevas pautas de comportamiento.

El fútbol,  mientras subsista la pandemia, no se va a vivir con la misma intensidad de antes, con estadios llenos, celebraciones bulliciosas, aglomeraciones en sitios de esparcimiento y, seguidores acompañando a sus equipos por todo lado.

Preocupa, que al no permitirse el acceso de aficionados en las afueras de los estadios,  salgan seriamente damnificados por sustracción de compradores, los comerciantes y vendedores de cerveza, gaseosas, comidas y  banderines. Se les debe encontrar alguna solución, porque ellos también hacen parte de la fiesta.

Por eso los protocolos que han de aplicarse dentro y  fuera de los estadios deben ser expedidos con suficiente anticipación, redactados en  forma clara y debidamente socializados, para evitarnos futuros dolores de cabeza.

Una gran ayuda para mantener el aislamiento social,  evitar  desplazamientos y aglomeraciones y así mismo dar algo de esparcimiento, sería permitir ver el fútbol en señal abierta de televisión, por el resto del año y de manera gratuita.

El encierro sin fútbol, para los que nos gusta, ha sido muy difícil, solo estamos a la espera que todas las ligas comiencen, para vivir el deporte más popular del mundo. Dimitri Shostakóvich consideraba el fútbol como el ballet de las masas y no estaba equivocado, hoy,  concita todas las pasiones y emociones.

Nuestro deporte favorito, no puede caer en mezquindades y deslealtades por parte de algunos dirigentes, lo que necesita es una verdadera unidad  para recuperarlo, oportuno es traer la cita de Albert Camus: lo que finalmente sé con mayor certeza respecto a la moral y a las obligaciones de los hombres, se lo debo al fútbol.

Estamos solo a la espera que ruede el balón, para disfrutarlo y desahogar todas nuestras pasiones, vitoreando su máxima expresión,  el ¡gooooool!

ÑAPA: ¿Se les va a devolver el dinero a quiénes compraron el abono?