GIUSEPPE UNGARETTI. 8 de febrero de 1888. Alejandría- Egipto- Milán 1970.
MAÑANA
Me ilumino
de inmensidad
VANIDAD
De improviso
está, alto,
sobre las ruinas
el límpido
estupor
de la inmensidad
Y el hombre
encorvado
sobre el agua
sorprendida
por el sol
se descubre
una sombra
Mecida y
despacio
rota
INICIO DE TARDE
La vida se vacía
en diáfana ascensión
de nubes llenas
pespunteadas de sol.
EL SECRETO DEL POETA
Sólo la noche es mi amiga.
Podré siempre transcurrir con ella
Momento tras momento, no horas vanas;
Sino tiempo al que transmito mi latido
Como me agrada, sin desviarme nunca.
Ocurre cuando siento,
Mientras continúa librándose de sombras,
La esperanza inmutable
Que fuego en mí descubre nuevamente
Y en el silencio va restituyendo,
A tus gestos terrenos
Tan amados que inmortales perecieron,
Luz.
SAN MARTÍN DEL CARSO
De estas casas
no ha quedado
más que algún
fragmento de muro
De tantos
a quienes estaba unido
no ha quedado
ni siquiera eso
Pero en el corazón
ninguna cruz falta
Mi corazón
es el país más devastado.
TAL VEZ NACE
Hay una neblina que nos borra
Tal vez aquí arriba nace un río
Oigo el canto de las sirenas
del lago donde estaba la ciudad.
PLACER
Ardo con la
fiebre
de este torrente de luz
Doy la bienvenida a este
día como
a dulcificante fruta
Esta noche
sentiré
remordimiento como un
alarido
perdido en el
desierto
CIELO DESPEJADO
Después de la creciente
niebla
una
por una
las estrellas
se quitan el velo
Respiro
el aire fresco
que el color del cielo
me ofrece
Sé soy
una pasajera
imagen
atrapada en un círculo
inmortal
AGONÍA
Morir como las alondras sedientas
en un espejismo
O como la codorniz
pasado el mar
en los primeros arbustos
porque ya no siente
el deseo de volar
Pero no vivir de lamentos
como un jilguero ciego.