¡Cómo ha cambiado mi pueblo! , sobre todo sus costumbres…
POR LUZ DARY MORENO GUISAO
Parece que fue ayer cuando nuestros campesinos bajaban los domingos en sus caballos a mercar y a vender el café, costumbre que ya se está perdiendo, ellos ya no cultivan, ya han buscado otros horizontes. Unos se han colocado en las obras del túnel , otros se han ido a estudiar a la ciudad al centro del pueblo, esto ha llevado a que su medio de transporte haya cambiado por otra clase de vehículo, por ejemplo la moto, parece que fue ayer cuando en el callejón que dirige al barrio Santa Ana, ubicado a un lado del parque principal, dejaban sus caballos o también los ubicaban donde las hermanas Alvarez Cano, Morelia y Batintín, ellas en su manga, les guardaban sus caballos mientras el campesino hacia sus diligencias en el pueblo. Esto significaba para ellas un ingreso monetario, muy queridas también recuerdo cuando faltaba el agua ellas nos abastecían de tan preciado líquido.
También recuerdo como mi mamá Dolly preparaba la famosa limonada láctica para calmar las lombrices, ella con sus preparados magistrales de una u otra forma mitigaba un poco las dolencias de las personas de este pueblo. ¡Hermosa mi madre! Bello legado de servicio que nos dejó.
Luis Fernando Yepes, quien tenía un taller de bicicletas, junto con Sangre negra (Oscar Úsuga), quienes alquilaban bicicletas por media hora o más , por cierto, muchos de nuestros paisanos aprendieron a montar en ellas.
A propósito de Luis Fernando Yepes, También vendía revistas cromos, condorito, VEA, selecciones y muñequitos como Lorenzo y Pepita porky etc. Mi hermana Olga era gran lectora de estas revistas, ella se distraía leyendo dichas revistas, yo por otro lado era feliz leyendo cromos y selecciones.
¡Hay tiempos aquellos!, quien no recuerda los bolis de Amanda Cano, los “Gauchos” de Oscar Úsuga.
También llevo en mi corazón los primeros días de estudio en la Escuela Lucia de Martinez ubicada donde hoy queda el Parque Educativo. A mis profesoras Teonila Campillo, Ana Cano y Ana Monsalve entre otras hermosas con gran vocación de servicio.
También recuerdo el mercadito, un granero de las hermanas Amanda y Fabiola Cano que estaba en la esquina donde hoy es el comando de Policía. Mi mama mercaba allá los sábados y mis hermanos y yo la acompañábamos para comer tamal caliente con empanadas y buñuelos con café con leche, todo era una delicia.
Tantas vivencias y tantos recuerdos de mi querido Cañasgordas, como decía mi madre: “Después de Cañasgordas, el cielo”.
Por Luz Dary Moreno Guisao.