Por Iván de J. Guzmán López
Con la llegada de la Semana Santa, recordé el día del fallecimiento del poeta español Miguel Hernández Gilabert, ocurrido el 28 de marzo de 1942, en Orihuela, España, y releí algunos de sus dolorosos versos. Esta asociación, me permite algunas reflexiones (que saltan a la vista) a propósito de otra recordación de la Semana de pasión; valga decir, la semana de dolor mes cruel que tal vez haya padecido hombre alguno. La hondura y autenticidad de los versos de Hernández, y la crueldad y el dolor que padeció Jesús, se conjugan en esta semana del 28 de marzo y principio de abril, para reflexionar sobre el dolor por la vida, por los hombres, por el mundo, parece ser que desde siempre.
Predestinado al dolor, como El niño yuntero, en el poema de Miguel Hernández, fue Jesús a la cruz, como cuentan los evangelistas. Predestinado al dolor y a la muerte. El Jesús niño que corrió por los montes de Galilea, el que predicó siendo niño, el que hizo volar pájaros de barros, el que declaró por escrito (a petición del José, moribundo) que José era su padre, el que sufrió y padeció por causa de Poncio Pilatos (a petición de los sumos sacerdotes), el que dio la vida por los hombres, el predestinado al dolor y a la cruz. Ese era Jesús, El Cristo. El cristo que hay en El niño yuntero, de Miguel Hernández:
“Carne de yugo, ha nacido
más humillado que bello,
con el cuello perseguido
por el yugo para el cuello.
Nace, como la herramienta,
a los golpes destinado,
de una tierra descontenta
y un insatisfecho arado.
Entre estiércol puro y vivo
de vacas, trae a la vida
un alma color de olivo
vieja ya y encallecida.
Empieza a vivir, y empieza
a morir de punta a punta
levantando la corteza
de su madre con la yunta.
Empieza a sentir, y siente
la vida como una guerra
y a dar fatigosamente
en los huesos de la tierra.
Contar sus años no sabe,
y ya sabe que el sudor
es una corona grave
de sal para el labrador.
Trabaja, y mientras trabaja
masculinamente serio,
se unge de lluvia y se alhaja
de carne de cementerio.
A fuerza de golpes, fuerte,
y a fuerza de sol, bruñido,
con una ambición de muerte
despedaza un pan reñido.
Cada nuevo día es
más raíz, menos criatura,
que escucha bajo sus pies
la voz de la sepultura.
Y como raíz se hunde
en la tierra lentamente
para que la tierra inunde
de paz y panes su frente.
Me duele este niño hambriento
como una grandiosa espina,
y su vivir ceniciento
revuelve mi alma de encina.
Lo veo arar los rastrojos,
y devorar un mendrugo,
y declarar con los ojos
que por qué es carne de yugo.
Me da su arado en el pecho,
y su vida en la garganta,
y sufro viendo el barbecho
tan grande bajo su planta.
¿Quién salvará a este chiquillo
menor que un grano de avena?
¿De dónde saldrá el martillo
verdugo de esta cadena?
Que salga del corazón
de los hombres jornaleros,
que antes de ser hombres son
y han sido niños yunteros”.
Y ahora, entrando en verdadera reflexión, creo que ese niño yuntero sigue vivo, sigue padeciendo; y ese Jesús niño, hecho hombre, sigue vivo, padeciendo y crucificado día a día. Parece que el tiempo no ha pasado lo suficiente, porque seguimos condenando a Cristo, seguimos negando a Cristo, seguimos vendiendo a cristo, seguimos crucificando a Cristo, seguimos asesinando a cristo. Parece que sólo ha cambiado el escenario del mundo, pero los actores siguen vigentes: los sumos sacerdotes que piden condenas, los jueces que no encuentran culpa pero condenan, los amigos que venden a los amigos, los hermanos que traicionen a los hermanos, los hombres que crucifican a los hombres, los hermanos que asesinan a los hermanos. Nada ha cambiado de hace 2021 años, si sólo referenciamos nuestra época. Parece que la historia nos cuenta la misma historia, la de antes y la de después de Cristo, una misma historia de dolor humano.
Qué bueno que, verdaderamente, al recordar el fallecimiento de Miguel Hernández hace sólo 79 años; y el asesinato de Cristo, hace apenas 2021 años, sirva para que tratemos de ser màs humanos, màs hermanos, màs cristianos.
Que al menos, en esta semana, la Semana Mayor, nos encuentre la vida sin acusar injustamente al hermano, sin vender al amigo, sin matar día a día al ser humano.
Excelente reflexión Iván y gracias por Seguir transmitiendo hoy los valores humanos y Cristianos de amor , paz, justicia, libertad, perdón, solidaridad, que han sostenido la civilización occidental durante más de 2000 años y que hoy nos quiere cambiar e imponer el Comunismo( hoy disfrazado de socialismo del siglo XXI) por el odio, lucha de clases, esclavitud , guerra y una falsa justicia. Nos quieren hacer cambiar en la familia y educación a Cristo por Marx y el Che. Dios salve a Colombia. Saludos .
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