Por: Balmore González Mira

Durante las operaciones éxodo y retorno de lo que hemos denominado el puente festivo más largo del año, pudimos observar varios lamentables  accidentes de tránsito, gracias a las imprudencias de los desesperados conductores colombianos, que en su inmensa mayoría no respetamos las señales de pare, no adelantar, velocidad máxima, etc.,  que deberían estar inmersos en el ADN de quienes conducimos cualquier tipo de vehículo.

No solo en áreas urbanas, sino en las vías intermunicipales y en las 4G vemos con asombro como la imprudencia es superada lejos en los porcentajes de quienes lo hacen de manera correcta y bajo los cánones de las convenciones mundiales de la buena conducción o de lo que aquí han denominado la inteligencia vial.

En conversaciones sobre estos temas existen posiciones diversas sobre qué es lo que pasa con la alta accidentalidad en las vías el país y dentro de las ciudades, a lo cual algunos opinan que definitivamente es la mala educación y los malos procedimientos al adquirir las licencias de conducción.  En esta posición también me ubico y le adiciono la defensa a los diseños de las infraestructuras viales por parte de nuestros profesionales del ramo, toda vez que las especificaciones de las mismas obedecen a las técnicas de la ingeniería mundial y habrá también sus excepciones cuando de malos proyectos hablamos. En la misma dirección se plantea cómo una problemática la construcción o no de retornos en los trayectos dónde se hacían muy lejos los mismos por estar a dos o tres kilómetros, con el agravante que todo el que queda con una propiedad cerca a estos proyectos quiere una entrada o un retorno para la suya, lo que obligaría al constructor a qué cada 200 metros tuviera que instalar uno de estos, quitándole a la vía, su capacidad de ser rápida o moderna o de 4G, de conformidad con su diseño original. Definitivamente no vamos a poder entender que no somos expertos en la construcción de vías y somos absolutamente inexpertos en la conducción de vehículos, con lo cual cometemos todo tipo de infracciones que a cada momento nos pone en riesgos en las vías a conductores, pasajeros y transeúntes.

Hoy todos reclamamos modificaciones a los trazos, diseños y demás especificaciones de las vías, porque igual a cómo sucede en el futbol, todos somos técnicos especialistas. En conclusión, deberíamos utilizar el fragmento del famoso escrito  navideño aquel, de que “la prudencia que hace verdaderos sabios”, nos llevaría a mejores comportamientos y a entender que no somos los expertos en cada campo, aunque podamos opinar y malpensar sobre lo divino y humano.

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