Por: Balmore González Mira
Varias son las formas y sistemas de gobierno en el mundo actual como a lo largo de la historia; desde los gobiernos monárquicos hasta los democráticos pasando por otros más o menos conocidos por estos lares. La democracia se presenta como una de ellas y se expresa en esencia como un gobierno desde y para el pueblo y en sus diferentes alternativas se puede definir como directa o representativa, pero siempre es considerada como una forma de gobierno justa y conveniente para vivir en armonía, dónde lo ideal es la participación de la ciudadanía.
Existen otros sistemas muy conocidos, como el totalitario y el autoritario, que al igual que el democrático se manifiestan en las formas de gobierno parlamentario y presidencialista, con múltiples formas mixtas.
De otro lado existe la Autocracia, como la forma de gobierno en la cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley. Se hace lo que diga el autócrata.
Así mismo conocemos la Dictadura, tiranía o despotismo como aquel régimen político que, por la fuerza o la violencia, concentra todo el poder en una persona o en un grupo u organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales de casi todos los gobernados, excepto para los que hacen parte de la mesa del tirano o de su círculo cercano.
La burocracia en cambio, es la organización regulada por normas que establecen un orden racional para distribuir y gestionar los asuntos que le son propios a los sistemas de gobierno, a través de un conjunto de servidores públicos que en la democracia tiene varias formas de reclutamiento de los mismos, pero en las dictaduras solo funciona por el dedo nominador del dictador.
La Meritocracia por otro lado, es el sistema de gobierno en que los puestos de responsabilidad se adjudican en función de los méritos personales de quienes aspiran a ser servidores públicos, poco funciona, pero dónde se implementa con juicio y legalidad, se considera el ideal para el servicio público.
La MENTIROCRACIA, que aparece hoy con fuerza como un nuevo sistema de gobierno en algunas latitudes, es el novedoso sistema donde el mentiroso mayor asume el poder y designa a un grupo de mentirocratas en los cargos de libre nombramiento y remoción de más alta jerarquía en el estado, los cuales se alinean ideológicamente para mentir, sistemáticamente y sin vergüenza alguna a los gobernados; con su accionar y a través de la dialéctica imponen su ideologización de los temas superiores del estado, muchos de ellos tomados del universo abstracto e irreal; y su filosofía consiste en convertir la mentira en una verdad absoluta, su verdad, a través del método de la repetición constante en plazas y escenarios, las cuales son repetidas y multiplicadas por sus propias bodegas, descalificando a todo aquel que opine en contrario y haciendo creer a sus seguidores que quienes del otro lado dicen la verdad y aun así lo demuestren con hechos, son unos mentirosos que en nada le aportan al desarrollo y mejoría de las condiciones de los administrados.
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