Por: IVÁN  ECHEVERRI  VALENCIA 

La pandemia, continúa su recorrido por las grandes metrópolis y visitando los lugares más remotos e inhóspitos del planeta, cobrando miles de vidas humanas y también riquezas materiales. El daño producido es tan inconmensurable que grandes empresas, medianas y pequeñas, se han visto abocadas a reestructurarse y otras a cerrar sus puertas de manera definitiva, con la malhadada consecuencia de desempleo de millones de trabajadores, empleados y profesionales.

La crisis económica generada por el COVID-19, ha impactado de manera negativa a un gran porcentaje de las familias colombianas, al no poder contar con los ingresos mínimos para atender sus necesidades básicas, mucho menos, podrán cubrir los estudios de sus hijos, por el exorbitante costo de sus matrículas y de su manutención.

El gobierno anuncia algunos paliativos para ayudar a las instituciones educativas, pero, a la postre estos no serán  suficientes para conjurar la crisis y menos soliviar la difícil situación económica de acudientes y estudiantes.

Ha sido costumbre en nuestro medio que la educación se imparta de manera presencial desde los vetustos e inapropiados salones de clase, con unos docentes  anquilosados, sin ninguna actualización tecnológica y  estudiantes totalmente desmotivados ante la falta de herramientas adecuadas de aprendizaje.

El VID-19 ha cambiado rápidamente la manera como se imparte la educación: la escuela y el hogar, se están convirtiendo en el mismo lugar. Pero  la educación en línea asume que todos tienen las condiciones óptimas de conexión a internet; docentes con las capacidades suficientes, con la actitud y aptitud  y  padres de familias con tiempo, y estas condiciones no están dadas.

La pandemia, abruptamente desalojó a profesores y alumnos de sus colegios y universidades y dejó al descubierto todas nuestras falencias en materia de virtualidad.

Es tal la improvisación que no hubo ninguna inducción; las actividades no fueron planificadas; ni se definieron los tiempos; ni se prepararon los temas; mucho menos se han contado con foros de discusión en los que se resuelven las dudas y se hacen aclaraciones. Los programas académicos no estaban ni se han adecuado a las nuevas necesidades educativas, hoy están al garete; la ausencia de controles es evidente.

Se ha avizorado en medio de esta contingencia educativa, que la gran mayoría de los estudiantes y docentes, no poseen un computador y si los tiene es obsoleto, ni tampoco una suscripción a internet, por lo que acuden al uso del celular pero no terminan la clases por insuficiencia de datos.

Ahora bien, se avecina algo muy complejo, los padres y los mismos estudiantes no tienen ingresos para sufragar la matrícula para el segundo semestre del 2020, la deserción que en tiempos normales alcanza un 40% o más, se va a disparar en por lo menos un 70%, haciendo inviable algunas instituciones por sustracción de materia.

Se hace necesario contener la deserción estudiantil, de lo contrario, esta se constituirá en algo explosivo de incalculables consecuencias la que traerá mucho inconformismo social y posibles problemas de orden público.

Los créditos de la banca comercial y de cooperativas están suspendidos y los  que otorga el ICETEX, no son nada atractivos.

El gobierno nacional y regional que han estado tan acuciosos con otros sectores, deben ponerse una mano en el corazón y la otra tendida para ayudar a nuestra juventud, el problema de los padres de familia y de estudiantes es la falta de capacidad de pago.

El gobierno central debe disponer de recursos del ICETEX, del SENA, del Programa de Ser Pilo Paga y otros, para sufragar las matriculas del segundo semestre de los estudiantes de estratos 1 al 4 en Universidades e Instituciones de Educación Superior Públicas. También deberían otorgar alivios tributarios a  las empresas privadas que apadrinen a estudiantes en las mismas instituciones.

No nos digamos mentiras, las ayudas directas que promete el Estado a las instituciones educativas para pago de sus abultadas nóminas y otros gastos, en nada se revierte en favor de los estudiantes.

Los Gobiernos de Antioquia y de Medellín, deben aprovechar su liderazgo y buenas relaciones para ayudar a la reinvención de las Universidades e Instituciones de Educación Superior Pública de carácter regional y local, jalonando sinergias para disminuir costos y maximizar inversiones; buscar compartir administraciones, programas, tecnologías, laboratorios, aulas, docentes, trabajos de experimentación, investigación, práctica y extensión; ampliar sus cupos instaurando jornadas nocturnas de estudios.

Se debe reducir el gasto, para ello es necesario trabajar en la depuración de sus nóminas paralelas, en la terminación de contratos inútiles; la planta de personal y de docentes es necesario racionalizarla en la búsqueda de estándares de eficacia y eficiencia.

Si nos despojamos de todo interés personal y nos unimos de verdad, saldremos de esta nube negra más pronto que tarde, defendiendo la educación pública y constituyéndonos en los abanderados de miles de jóvenes que aspiran a encontrar en “la magia de un pupitre”, el único medio para alcanzar todos sus sueños en un mundo enrarecido y en una sociedad tan desigual.