Por Iván de J. Guzmán López

El sábado 29 de agosto, el gobierno de Colombia anunció un crédito de hasta US370 millones de dólares para la aerolínea Avianca. Sin duda un paracaídas no solicitado por la multinacional, que “generosamente” le ofrece el gobierno del presidente Duque, con la anuencia y beneplácito del Ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, tan reticente a la hora de apoyar al pueblo colombiano en situaciones de crisis y tan rápido a la hora de idear reformas onerosas y nefastas para los colombianos. Avianca viene de tiempo atrás de ala caída, en especial desde el año 2015. Es decir, la empresa de Efromovich venía con problemas de vuelo, al punto de hoy declararse en quiebra. De contera, llegó el coronavirus que obligó a la parálisis de Avianca, de miles de empresas colombianas y de 50 millones de compatriotas.

Lo curioso del asunto (que involucra a Avianca) fue que la medida de cierre de aeropuertos llegó tarde. Para entonces, principio de abril, nadie entendía que la orden de cierre de aeropuertos no se hubiese dado antes, como una decisión elemental y de salud pública, para cerrarle las puertas al coronavirus, por ese tiempo, una catástrofe en todo su furor, especialmente en China y en Europa. Las voces suspicaces apuntaban a evitar un perjuicio mayor a la aerolínea Avianca, empresa donde María Paula Duque, hermana del Presidente, funge como vicepresidenta de Relaciones Publicas. Recordemos que sus operaciones en Colombia se paralizaron tardíamente (como ya se dijo en otra columna, más por la presión social que por decisión responsable del gobierno central e iniciativa  del Ministerio del Transporte y el Ministerio de la salud).

Sorpresivamente, el pasado 18 de agosto de 2020, el presidente Iván Duque reveló que el Gobierno autorizó la reactivación de 15 rutas aéreas en Bogotá y otras ciudades colombianas, pese a que la pandemia no ha llegado a su pico, y según los epidemiólogos, estamos en la etapa más crítica de la enfermedad.

Hoy, tras conocerse que el Gobierno hará un préstamo por US$370 millones a Avianca Holdings, el propio Presidente de la república; Alberto Carrasquilla, Ministro de Hacienda; Juan Alberto Londoño, viceministro de Hacienda y Crédito Público; al igual que Ángela María Orozco, la cuestionada Ministra del Transporte, salen a defender dicho “préstamo”, argumentando “garantizar la operación de un servicio público, como lo es el transporte aéreo, el cual es indispensable en el proceso de reactivación económica que ha venido emprendiendo el país, en medio de la pandemia desatada por el covid-19”, pagadero al cabo de 18 meses y que únicamente debe ser usado para el funcionamiento de la aerolínea, no para pagar deudas anteriores.

Además, “Londoño aseguró que la decisión por parte del Gobierno de participar en la refinanciación de Avianca no tiene nada que ver con que el presidente Iván Duque tenga un familiar en la Junta Directiva de la compañía, sino que se decidió con base a un estudio en el que se demuestra la importancia que tiene esta empresa en la conectividad aérea del país, tanto a nivel nacional como internacional”. Adicional, el presidente @IvanDuque habló de que así se salvarán 500 mil empleos directos e indirectos; aunque la misma @Avianca ha dicho que en Colombia genera 14 mil empleos.

Desde el fin de la semana pasada hay un debate fuerte por la decisión del Gobierno de prestarle esa bobadita (de US$370 millones) a Avianca, aerolínea de origen colombiano pero que tiene sede en Panamá, con dueños salvadoreños, gringos y brasileños, en cabeza de  Germán Efromovich, un boliviano que hizo fortuna en Brasil (quien está detenido hace dos semanas en Brasil, por negocios algo turbios).

El debate está planteado, porque no resulta claro (y menos lógico) que un país como Colombia (que no goza de mayores recursos), con una economía destrozada, millones de puestos de trabajo perdidos, miles de empresas cerradas, cientos en la quiebra y un Ministro de Hacienda como Carrasquilla planteando desde ahora (en el pico de la pandemia) una reforma tributaria (para seguir castigando el bolsillo de las empresas y de los colombianos), entienda un préstamo con nulas garantías, cuya recuperación desde ya se nos antoja de dudoso recaudo y cuyo monto no es despreciable. De hecho, los US$370 millones que se le darán a Avianca como préstamo superan los presupuestos para 2021 del Ministerio de Comercio ($1,02 billones), del de Ambiente ($686.000 millones), del Departamento de Planeación ($1,1 billones), de la Cancillería ($1,04 billones), del Ministerio de Cultura ($365.000 millones), del Ministerio del Deporte ($508.000 millones), a más que otras entidades públicas.

A las decenas de cuestionamientos ciudadanos, debemos tener muy presentes que los entes de control ya están alertas: se sabe que varios congresistas enviaron al ministro de Hacienda Alberto Carrasquilla, un cuestionario para que explique satisfactoriamente la decisión del Gobierno, so pena de proponer una moción de censura. Igualmente, la Procuraduría General de la Nación, a través de 18 preguntas, pidió explicaciones sobre las razones que motivaron al Gobierno a otorgar un préstamos de hasta US370 millones de dólares a Avianca, sin que se incluya a otros países de la región.

En una carta, el  procurador Fernando Carrillo le pide al Gobierno “transparencia” en el proceso de salvamento a la aerolínea y claridad sobre “cómo superarán los riesgos ante la magnitud de los dineros públicos que está utilizando”. Por lo pronto, el jefe del Ministerio Público “lamentó” que el Ministerio de Hacienda no revelara la información sobre las evaluaciones previas, condicionamientos y mecanismos previstos para que el financiamiento no ponga en riesgo los recursos del Fome (Fondo de Mitigación de Emergencias), que se nutre de recursos del Fondo de Ahorro y Estabilización del Sistema General de Regalías y del Fondo Nacional de Pensiones de las Entidades Territoriales, “teniendo en cuenta el contexto de una insolvencia transfronteriza en curso que aparentemente cobija varias empresas del conglomerado Avianca”.

Queremos a Avianca, una empresa de origen colombiano, que hoy es extranjera, pero más amamos a Colombia. No es la hora de salidas generosas al extremo con empresas foráneas, cuando a miles de las nuestras se les niega a diario un préstamo de subsistencia en la banca nacional. Los bancos cuidan sus intereses, pero parece que al país no le interesa cuidar los pocos centavos que nos deja la pandemia. Pandemia que por demás, apenas está en la mitad de su endemoniado camino y esto lo sabe muy bien el gobernante.

La gran empresa a salvar se llama Colombia, señor Presidente, señores Ministros; para ello es el Fome, y es tarea de gobernantes y gobernados, aplicar los recursos disponibles al bienestar común, jamás al interés particular.

Entre Efromovich y Colombia… Me quedo con Colombia.