La gente se ha ido concientizando –cada vez más-.de la necesidad de valorar con mayor detenimiento la inmensa responsabilidad que se tiene al depositar su confianza (y el voto) en una persona (llámese candidato) o en un partido, sin haberse realizado el suficiente análisis sobre en quién es que realmente se va a depositar tan inmenso y serio compromiso.”

Autor: Héctor Jaime Guerra León*

A pesar de que se ha dicho que el pueblo –por su negligencia o descuido- tiene la dirigencia que se merece, aludiendo a la manera como –elección tras elección- se manipula a la ciudadanía y, en especial, a los electores, para que escojan a quién es el que habrá de gobernar, también es cierto que a medida en que han ocurrido todo tipo de equivocaciones y desafueros, la gente se ha ido concientizando –cada vez más-.de la necesidad de valorar con mayor detenimiento la inmensa responsabilidad que se tiene al colocar su confianza (y el voto) en una persona (llámese candidato) o en un partido, sin haberse realizado el suficiente análisis sobre en quién es que realmente se va a depositar tan inmenso y serio compromiso y si este personaje tiene o no la voluntad y las cualidades y/o competencias básicas, para ejecutar los planes y programas (propuesta política – planes de desarrollo) que las comunidades y los territorios están necesitando de conformidad con los recursos y potencialidades económicas, políticas y sociales que en su momento se tengan o tendrán al alcance, por parte de quienes se comprometen a ejercer dichas tareas, como representantes de la comunidad, en uno cualquiera de los múltiples cargos que existen de elección popular. El elector casi nunca hace estos análisis y ello posibilita que a algunas de estas posiciones lleguen funcionarios con intenciones y/o actuaciones totalmente contrarias y, en algunos casos, con actitudes opuestas, al deber ser del proceso eleccionario y ciudadano que los lleva a esa representación.

Por las distintas “estrategias” (estratagemas-artimañas) que se han utilizado por sus dirigentes, algunos partidos se encuentran hoy al borde de su fracaso, de su desaparición, han perdido rumbo social y respaldo popular, pues como decía. Jorge Eliecer Gaitán, “El Pueblo es superior a sus dirigentes” y aunque a lo largo de nuestra historia ello ha implicado muchas malas experiencias y grandes decepciones, hoy se tiene una mayor conciencia ciudadana (social) y la cultura política ha venido obteniendo grandes avances en materia electoral y política. Ejemplos concretos que hablan de esos progresos se vieron hace poco cuando, contrario a lo que pensaban sus seguidores y/o simpatizantes, el partido Cambio Radical, a través de su más encumbrado vocero nacional, quiso desconocer y desautorizar a sus electores y líderes locales y regionales, frente a su intención de votar por la alternativa representada en la candidatura de Luis Pérez Gutiérrez, esta militancia se volcó –como lo están haciendo masivamente otros sectores y partidos- decidida y fervorosamente a apoyar dicha opción política y programática (Antioquia Piensa en Grande), haciendo caso omiso a esas directrices, sin importar que fueran emitidas por su más destacado y autocrático director.

Y ni que decir de la respuesta que se acaba de dar por el pueblo liberal en Antioquia, a las directivas de su partido, respecto de la actitud, al parecer, hegemónica y dictatorial como se ha pretendido manejar su candidatura a la gobernación en esta importante región del país, no siendo esas decisiones u orientaciones bien recibidas, ni entendidas por las bases de dicha colectividad, cuando la intención de esta candidatura fue la de aliarse con corrientes, movimientos o partidos políticos adversos ideológicamente a los principios y valores socialdemócratas que han inspirado al Liberalismo. Es muy lamentable que hoy esa colectividad, por esa clase de inconsultas decisiones, no pueda tener su propio candidato a tan importante y digno cargo de elección popular, dejando sin dicha opción a trascendentes sectores de opinión y a amplios y progresistas idearios que han hecho parte integral de tan significativa doctrina en este departamento.

No cabe duda de que por lo menos en algunas ocasiones y para ciertos eventos, como los aquí recordados, las comunidades, los pueblos y –como en estos casos- los mismos seguidores y/o militantes de estos partidos, empiezan a ser –como decía Gaitán- muy superiores a sus dirigentes, oponiéndose –con decisión y gran valor civil- a la arbitrariedad y al abuso de quienes actúan como si fueran los amos y/o propietarios de estas colectividades.

Bien por eso, ello indica muy claramente el rumbo de redención y progreso que van reasumiendo en esas materias el pueblo, la ciudadanía y la democracia misma.

  • Ex concejal y ex diputado del Liberalismo Antioqueño.