23 DE NOVIEMBRE DE 2019. DÍA INTERNACIONAL DE LA PALABRA.

La palabra es lo más bello que se ha creado, es lo más importante de todo lo que tenemos los seres humanos. La palabra es lo que nos salva o nos condena. Ana María Matute

La proclamación frente a la ONU, del 23 de Noviembre, como Día Internacional de la Palabra, es una iniciativa de la FUNDACION CESAR EGIDO SERRANO, que consciente de la necesidad del diálogo, como herramienta fundamental para la erradicación de toda violencia, desea concientizar a toda la sociedad, con este concepto que constituye a su vez la piedra angular de sus objetivos fundacionales, y que sin duda es el único camino hacia una paz duradera entre los pueblos, sin discriminación de ideas políticas o religiosas. Teniendo presente que la Carta de las Naciones Unidas declara: “Nosotros los pueblos de las Naciones Unidas resueltos a preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra, a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el valor de la persona humana, y con tales finalidades a practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos”. Y recordando las palabras del Presidente de la Fundación, D. César Egido Serrano, estoy convencido de que el siglo XXI es el del entendimiento. Esto está en las manos de las generaciones que hoy tienen la responsabilidad del liderazgo de los países y debe ser la herencia que dejen a las próximas generaciones. Es por todo ello, que la Fundación seleccionó el día 23 de Noviembre, día en el que se inauguró el MUSEO DE LA PALABRA, en su sede de Quero, Provincia de Toledo, como emblemática fecha en la que todos podamos conmemorar, algo tan sencillo y al mismo tiempo tan importante, La Palabra como Vínculo de la Humanidad, frente a toda violencia”.

Afirmaba Gandhi

El Correo se une a la celebración del día internacional de la palabra. La palabra tiene que ser el vínculo de la humanidad, y la única forma de resolver los conflictos tiene que ser el diálogo.

“Toda palabra llama a otra palabra.
Toda palabra es un imán verbal,
un polo de atracción variable
que inaugura siempre nuevas constelaciones.
Una palabra es todo el lenguaje,
pero es también la fundación
de todas las transgresiones del lenguaje,
la base donde se afirma siempre un antilenguaje.
Una palabra es todavía el hombre.
Dos palabras son ya el abismo.
Una palabra puede abrir una puerta.
Dos palabras la borran-“

ROBERTO JUARROZ

 

“Cuando yo salí de Santa Sofia del Darién, ese pueblo ya estaba muerto.

-¿Quién lo mató?

-Lo mató un rumor, ¡un rumor!  que yo recuerde era 1956. Ese pueblo era el mas próspero de todas las regiones, el mejor café de Colombia, el mejor; una mañana se apareció Mardoqueo, el peluquero, el que venía de Yarumal, con la noticia de que venía el  Feroz, ¡el temible  pacificador! el capitán Montoya. Se comentaba en todos los chismeaderos y lo decían las beatas y se comentaba de boca en boca como el pielroja, que el capitán Montoya, llegaba a lo pueblos y convocando a la plaza y ordenando de manera perentoria e inobjetable, liberales a un lado, conservadores al otro. Y así era si señor, ¡así era! y ese capitán Montoya, que no aparecía por ninguna parte, no aparecía por ninguna parte, ¡si me oyen! y los conservadores pensando que el capitán Montoya era liberal, empezaron a empacar sus coroticos, de otro lado los liberales, pensando que el capitán Montoya era conservador, abandonaron el pueblo. Se vivían días de duda, de espesa incertidumbre, ¡de terror! El capitán Montoya jamás llego a Santa Sofía del Darién, pero el terror que causo el rumor de su infausta presencia, ahuyentó para siempre  a todos sus habitantes y ¡Gustavo Calle Isaza!, fue el último en salir de ese pueblo asesinado y ¿saben asesinado por quién? Por el miedo. Por eso es que a mi no me gusta el destino señorita.”

La Estrategia del Caracol

Sergio Cabrera

1993

 

La palabra

Pablo Neruda
De Confieso que he vivido

 

…Todo lo que usted quiera, sí señor, pero son las palabras las que cantan, las que suben y bajan… Me prosterno ante ellas… Las amo, las adhiero, las persigo, las muerdo, las derrito… Amo tanto las palabras… Las inesperadas… Las que glotonamente se esperan, se acechan, hasta que de pronto caen… Vocablos amados… Brillan como perlas de colores, saltan como platinados peces, son espuma, hilo, metal, rocío… Persigo algunas palabras… Son tan hermosas que las quiero poner todas en mi poema… Las agarro al vuelo, cuando van zumbando, y las atrapo, las limpio, las pelo, me preparo frente al plato, las siento cristalinas, vibrantes ebúrneas, vegetales, aceitosas, como frutas, como algas, como ágatas, como aceitunas… Y entonces las revuelvo, las agito, me las bebo, me las zampo, las trituro, las emperejilo, las liberto… Las dejo como estalactitas en mi poema, como pedacitos de madera bruñida, como carbón, como restos de naufragio, regalos de la ola… Todo está en la palabra… Una idea entera se cambia porque una palabra se trasladó de sitio, o porque otra se sentó como una reinita adentro de una frase que no la esperaba y que le obedeció. Tienen sombra, transparencia, peso, plumas, pelos, tienen de todo lo que se les fue agregando de tanto rodar por el río, de tanto transmigrar de patria, de tanto ser raíces… Son antiquísimas y recientísimas… Viven en el féretro escondido y en la flor apenas comenzada… Qué buen idioma el mío, qué buena lengua heredamos de los conquistadores torvos… Estos andaban a zancadas por las tremendas cordilleras, por las Américas encrespadas, buscando patatas, butifarras, frijolitos, tabaco negro, oro, maíz, huevos fritos, con aquel apetito voraz que nunca más se ha visto en el mundo… Todo se lo tragaban, con religiones, pirámides, tribus, idolatrías iguales a las que ellos traían en sus grandes bolsas… Por donde pasaban quedaba arrasada la tierra… Pero a los bárbaros se les caían de la tierra de las barbas, de las herraduras, como piedrecitas, las palabras luminosas que se quedaron aquí resplandecientes… el idioma. Salimos perdiendo… Salimos ganando… Se llevaron el oro y nos dejaron el oro… Se lo llevaron todo y nos dejaron todo… Nos dejaron las palabras.