Por: Balmore González Mira

Por un momento de esos que nadie en la vida quisiera vivir, pero del cual Dios, Creador Supremo, siempre nos acompaña y saca, conocí El Centro Oncológico de Antioquia, un lugar que atiende realmente con el corazón, con inmenso amor y es realmente un lugar creado para salvar vidas.

También aprendí que los diagnósticos errados, que suelen tener unos altos porcentajes, a través de exámenes médicos iniciales, pueden llevar a pacientes y familias enteras a qué sus vidas se derrumben. Esos mismos diagnósticos que de manera temprana pueden salvar una vida, pero que mal elaborados o procesados pueden acabar con otras porque las derrumba y es difícil volver a recuperarlas por el impacto mental y sicológico; y no es un asunto de mala calidad de nuestro sistema de salud, sino de fallas en los equipos de muestras o hasta fallas humanas, que son absolutamente comprensibles, pues es de humanos equivocarse. Jamás creo que haya en ello mala fe. A los pacientes y a las mismas instituciones de salud les queda difícil hacer referencias y contra referencias de los primeros o exámenes básicos iniciales, para confrontar la veracidad de los mismos en niveles más especializados y de manera rápida o inmediata, pero mientras esto sucede, pueden pasar  días y meses que se hacen eternos para obtener un resultado seguro o por lo menos confiable de lo que realmente se pueda tener, en un diagnóstico definitivo y mientras ello pasa la salud mental también se deteriora.

El Centro Oncológico de Antioquia, es una maravillosa institución creada para atender especialmente a personas con cáncer, esa enfermedad que la ciencia, la sabiduría humana y los avances científicos y tecnológicos no han podido derrotar y dónde cada triunfo individual también es uno institucional y familiar que muchas veces está acompañado de milagros inexplicables. Recorrer sus pasillos llenos de profesionales de la medicina y administrativos haciendo una hermosa tarea, atendiendo con muchísima calidez y calidad a quienes allí llegan con una esperanza de encontrar la solución a la pesadilla de su enfermedad, es también saber que desde la dirección de esta entidad se ha puesto todo el amor, enseñanza y la mística para que allí realmente esté el lugar, dónde nadie quisiera llegar, pero dónde se atiende con verdadera humanidad, humildad, conocimiento, profesionalismo y afecto a quienes tienen que estar allí. Ver cientos de personas y familias aferradas a la esperanza de vida y muchos funcionarios cumpliendo una tarea cada segundo para cumplir ese sueño llena el alma de dolor, pero el corazón de amor y solidaridad, porque son por montones las historias que se ven y escuchan en cada una de las personas y familias que están viviendo su tragedia.

No habrá palabras para describir la gratitud a Dios Todopoderoso, a ese equipo humano, a su cuerpo médico, a su Director que se apareció como un verdadero Ángel y su  maravillosa familia, y a todo el personal del Centro Oncológico de Antioquia, por crear para la sociedad, un lugar tan especial, dónde el dolor de los malos momentos se llena de ilusiones para luchar por salvar vidas. A esas manos, a esas mentes, a esos cerebros y a esos corazones, bendiciones permanentes y Dios les pague, los ilumine y los llene de vida, porque no existe otra forma de gratitud por lo que allí tan bien y tan grande hacen cada día. ¡Salud eterna al COA!!!

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