Por: Balmore González Mira
Un amable lector me escribió sobre la problemática que planteaba en anterior escrito sobre el peligro que representa hoy conducir y ser peatón en el país, sin excepción alguna en las diferentes vías del territorio nacional. Me propone otro que si mientras la agencia de seguridad vial poco o nada hace por la misión que le fue encomendada, se dedicara a promover la educación vial desde los infantes que asisten a los jardines infantiles y a los primeros años escolares, la realidad sería diferente. Y la verdad es que esta propuesta debería ser acogida por los próximos gobernantes. Diría uno que proyectar un piloto por parte de un Gobernante responsable y serio podría permitir que en las próximas dos generaciones evitemos muchas muertes por accidentes de tránsito.
Los miembros de la sociedad más receptivos y de mayor y fácil aprendizaje son los niños; son denominados esponja, y desde que ellos comienzan sus primeros aprendizajes deberíamos incorporales el conocimiento de la seguridad vial, que además valga decirlo de paso, si se hace de una manera pedagógica, ellos se aprenderían rápidamente las señales y convenciones y a través de dinámicas, juegos y talleres lúdicos aportarían en sus hogares y entornos a corregir la esquizofrenia que existe hoy al conducir. Un niño que vaya en un vehículo inmediatamente y de manera espontánea les recomendará a sus padres o a quien vaya conduciendo por infringir una señal de tránsito. Y resultaría por lo menos paradójico que hoy, quienes debemos enseñar a estos imberbes somos los adultos, resultarían ellos invirtiendo la pirámide de aprendizaje y estaríamos los conductores actuales, por lo menos avergonzados, de las bestialidades que vemos, hacemos y padecemos en las vías nacionales.
Implementar esta pedagógica propuesta no es costoso, podríamos avanzar con los jardines y hogares comunitarios, y en las escuelas, con la capacitación de cuidadores y docentes y también, por qué no, implementar cátedras o seminarios obligatorios hasta en los pregrados de universidad, para que entre todos, sigamos salvando vidas.
Es urgente tomar cartas en el asunto, pues de lo contrario ya no será la guerra y la delincuencia común quien aporte muchos muertos, sino, como viene ocurriendo ahora, que la conducción vial sea la que siga llenando de dolor y luto a nuestra nación.
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