Por: IVÁN ECHEVERRI VALENCIA

Solo en el año de 2017  se pudo concretar el Estatuto de la Oposición, después de haberse concebido en la Constitución Política de 1991.

El Estatuto de la Oposición otorga un sinnúmero de garantías a las fuerzas políticas que expresan su interés  de irse en oposición al Gobierno Nacional, Departamental, Municipal o Distrital.

Se debe manifestar al mes siguiente al inicio del respectivo gobierno, sus intenciones de ser oposición, independientes o del gobierno. Declaración que debe ser inscrita ante la Autoridad Electoral o en las Registradurías Municipales o Distritales.

Contempla el Estatuto que los candidatos que sigan en votos a quienes eligieron como Presidente, Gobernadores o Alcaldes, tendrán una curul en el Congreso de la República o en las Asambleas Departamentales o Concejos Municipales.

Debe entenderse que quienes se declaren en Oposición Política podrán proponer alternativas  políticas, criticar, disentir, fiscalizar y ejercer el control político. Los Independientes no son “ni chicha ni limoná”, es decir, no son  parte del Gobierno ni de la oposición. Ahora, los del gobierno o en coalición son aquellas colectividades políticas que inscribieron al candidato para la Presidencia de la República, a Gobernador o Alcalde, y deberá mantener esa postura mientras dure el mandato.   

Si nos adentramos lo que es una verdadera democracia, tenemos que pensar que el unanimismo es peligroso que puede conllevar a determinaciones equivocadas e inclusive a caer en  un posible autoritarismo. La democracia, se consolida cuando la oposición controvierte, fiscaliza, critica, lo que permite llegar a la verdad y a conclusiones para que el ejecutivo pueda sopesar y tomar las mejores decisiones.      

 El papel que juega la oposición cuando actúa con racionalidad es de vital importancia por cuanto representa la inconformidad de la comunidad, se constituye en un factor esencial en la lucha contra la corrupción, muestra las inconveniencias de las propuestas y decisiones del gobierno, y defiende y revindica las conquistas sociales.

Es de resaltar el papel que ha jugado y jugará la oposición en las pasadas y futuras movilizaciones sociales, ante el gobierno nacional, donde confluyen todas las inconformidades y necesidades para que el gobierno central, antes de que sea tarde, se disponga atenderlas.

Comparto la oposición constructiva que busca mejorar las condiciones de vida de la sociedad, pero reprocho con toda la contundencia la que se ejerce movida única y exclusivamente por la soberbia, el odio, la envidia, el egoísmo la que solo busca el fracaso del gobernante, la que hace votos para que nada salga bien, aún en contra de las comunidades que representan y del bien común. Hay ejemplos recientes a nivel nacional que no vale la pena recordar y en municipios en que los Concejos durante su periodo bloquearon y se limitaron a estorbar la gestión de los alcaldes, sin importarles los perjuicios que esta posición podría acarrear a sus comunidades y al desarrollo de sus propios municipios.

La posición de los independientes es las más sinuosa y a la vez la más cómoda, pues hacen oposición cuando las decisiones les pueden acarrear un costo político y actúan como legitimadores cuando las mismas traen réditos políticos o cuando media ciertos acercamientos con las administraciones. 

Tanto en la Gobernación de Antioquia como en la Alcaldía de Medellín, los  candidatos que quedaron de segundos, optaron por la posición placentera de ser independientes.

Para terminar hay que apoyar la oposición política, inteligente, critica y constructiva, no la debemos estigmatizar ni condenar, es muy necesaria y significativa para el control político, mejorar procesos, decisiones y evitar la corrupción.