Podemos violar las reglas de humildad, transparencia e integridad durante un tiempo determinado, pero al final la trampa se abre y nos precipitamos al vacío sin remisión.  Creo en los residuos de la clase política honesta, idónea, ética, servicial, transparente y solidaria.  Rechazo la contaminación leprosa de la politiquería, la corrupción, la injusticia, el engaño, la incoherencia y la mentira: ¡el pueblo tiene la palabra!

POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Duele la realidad colombiana de aceptar que la transparencia, hoy, se encuentra en una sala de cuidados intensivos.  No pocos amigos y amigas de hondo calado académico, en los diálogos cerrados y tertulias abiertas y respetuosas me preguntan: ¿Cree usted que, en esta crisis de corrupción tan leprosa y empotrada, los políticos de la época leen y logran discernir sus mensajes y columnas?  La verdad es que me cuesta demasiado lanzar una respuesta oportuna, sesuda y bien argumentada para defender mi narrativa, porque aún creo en Colombia y en la resurrección de la patria.

Durante los últimos años he sido partícipe involuntario, aunque voluntario en escribir en el ámbito de la política sobre la “TRANSPARENCIA”, en nuestras instituciones oficiales y privadas, para crear un espacio de reflexión que genere capacidad de asombro y que atraiga a personas de todas las clases sociales, políticas y académicas del país,  con el único fin de experimentar la energía que nos alimenta para darle un poder transformador a la crítica situación en que la mayoría de los hombres y mujeres que nos gobiernan reorienten el rumbo desde los valores, principios y filosofía hacia la cultura de la legalidad, la transparencia, la integridad, la honestidad, la ética y la moral a toda prueba.

La respuesta a estas profundas y respetuosas preguntas, de validar o no, en los lectores mi narrativa, no me preocupa, si quien me interroga es consciente de mi gran propósito de dar a conocer, de buena fe, lo que un simple ciudadano de a pie, tiene para ofrecerle a sus lectores, que aun creemos en Colombia y en la resurrección de la patria.

La verdad es que, hoy, sigo pensando y esperanzado en hacer cosas que muchos coterráneos consideran imposibles o como muchos otros, improbables.  Creo que podemos redefinir el rumbo y el campo del cambio organizacional e institucional de nuestra nación, provocando transformaciones culturales, sociales, políticas, económicas, financieras, laborales y de sanidad desde la institucionalidad colombiana, y al interior de nuestra conciencia, impulsados por nuestra energía natural y compromiso con Colombia.  Mientras se reescriben las reglas del cambio, la motivación y la transformación hacia el futuro; el papel del liderazgo de transparencia también se encuentra bajo la óptica del microscopio.

Si se pueden promover cambios a gran escala desde nuestras ideas, pensando en grande a Colombia y en la nueva cultura de las instituciones, tanto oficiales como privadas, vale la pregunta: ¿Qué dice esto sobre el papel del liderazgo transformador de los políticos, empresarios, legisladores, congresistas, gobernantes, educadores, médicos, jueces, ingenieros, sacerdotes, entre otros?  Esa es la pregunta que me lleva directamente a responder a quienes me interrogan, si lo que escribo vale la pena o no validarlo en el contexto que hoy vivimos los colombianos.

He aprendido que un cambio y transformación que exige un compromiso individual y colectivo para servir con transparencia a la sociedad, se puede iniciar en cualquier parte de las organizaciones, pero sólo puede ser impulsado por la energía natural, los principios fundantes y valores superiores, para servirle al pueblo con rectitud y honestidad.  Y esa energía natural la inspiran y la alimentan cierta clase de líderes sociales, los líderes inspiradores que practican con el ejemplo, denominándolo el “liderazgo transparente”.  Los líderes transparentes, en cualquier ámbito, son los que fortalecen su credibilidad a través de una integridad desbordante, una vulnerabilidad real, conversaciones claras, honestas e intensas, respeto de los compromisos, gentileza, humildad, compostura, confianza, inspiración y elogios sinceros. Es el apoyo de los líderes transparentes del sector público y privado lo que nos permite construir y mantener centros de trabajo político, cultural, social y educativos, a la vez productivos y profundamente humanos. 

En la respetuosa y humilde columna que tiene en sus manos, quisiera plasmar y diseccionar los elementos de liderazgo transparente de nuestra clase política, empresarial, educativa, económica, financiera, legislativa, de salud y de justicia, para proporcionar un saludable deseo, en cada uno de mis lectores, para unir esfuerzos en la construcción de un nuevo modelo mental para servirle a Colombia, y después clarificar con pautas de comportamiento de inmediata utilidad para cualquiera que entienda que no es necesario ser malo, delincuente, abyecto, mentiroso, perverso, corrupto, drogadicto y alcohólico para ser mejor líder en nuestra querida patria colombiana.

Apoyo y agradezco de todo corazón a todas aquellas personas que me han puesto entre la espada y la pared, para darle validez y espíritu de confianza y credibilidad a mis escritos.  A mis amigos y amigas les expreso algunas expectativas que el pueblo espera de nosotros como ciudadanos de bien, y representantes del pueblo para enfrentar la crisis que nos tiene arropados en la desesperanza:

  • Mostrar un gran nivel de optimismo y madurez emocional y patriótico, es decir, tomar conciencia y compostura frente a nuestra realidad colombiana.
  • Responder de manera constructiva, valiente y racional a cualquier opinión opuesta y hostil, precedida de la mala fe.
  • Ser predecibles y visionarios en un proceso de transformación; nuestro ánimo no cambia sin avisar.
  • Controlar nuestro enfado, decepción, angustia y frustración de modo positivo, para reorientar el rumbo de la nación.
  • Atemporar nuestra pasión y optimismo cuantas veces sea necesario, para reimaginar y reorientar la institucionalidad colombiana.
  • Ser pacientes, inteligentes, y cautos en un entorno difícil y complejo, que hoy, se mueve a toda velocidad.
  • Estar seguros que esta crisis de transparencia indignante, por la que padecemos hoy, pronto pasará.
  • Creer que sólo el pueblo es protagonista de su propio destinado y responsable de lo que construyamos juntos para salvar la patria.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                                            Medellín, julio 7 de 2023