Por: Balmore González Mira
“Si quieres conocer realmente a alguien, dale un poco de poder”


Esta frase que ha sido expresada de diversas maneras por varios personajes y que también es atribuida a Benjamín Franklin tiene la mayor profundidad para analizar en estos tiempos. A ella también se le ha unido la de si quieres saber que lleva una persona por dentro dale un poco de poder y dinero y ahí lo conocerás completamente.
Y es que el poder está asociado con la soberbia, con la discriminación y el maltrato, no siempre ocurre así, pero es muy conocido y recurrente que haya visos dictatoriales en quien ostenta el poder, cualquier poder. Cuantas historias hay de gobernantes que como decimos en el argot popular se les suben los humos, son gritones y maltratadores dicen unos, miran por encima del otro, dicen otros. Se olvidan de sus amigos y lo que es peor, hasta niegan su familia. Hubo una teoría en algunas épocas preelectorales dónde se decía que era mejor elegir a quienes ya tenían o habían tenido dinero porque ya se sabía cómo se comportaban, que porque quienes habían pasado muchas necesidades “les hacía daño el poco poder que se les entregaba”. Si bien esta no es una norma general, las excepciones sí son notorias y hasta tristes.
Los nuevos poderosos son afines a estar dando órdenes gritadas, crean su nuevo círculo de poder impenetrable, abandonan su pasado y a veces hasta se avergüenzan de él. Me decía un psicólogo muy reconocido que ya existe un perfil de ese comportamiento inusual de quién no ha tenido nada y de pronto tiene ese “todo”. Crea un pedestal falso de su comportamiento y encubre sus actuaciones de tal forma que en la mayoría de las veces se vuelve demasiado predecible pero él jamás lo nota o lo acepta. Se convierte en un ególatra y es muy frecuente en él la megalomanía. Se crea una aureola donde nadie es mejor que él, se vuelve trepador y busca en estratos sociales más altos hacerse reconocer para hacer una especie de convalidación de su nueva posición. Saca provecho como el que más de los que le puedan ser útiles en su nuevo rol y ejerce una especie de posición dominante sobre todo el que pueda hacerlo, pero ante quien tiene un poco más de poder que él, se doblega fácilmente porque en su interior existe un complejo de inferioridad que no logra superar en su nueva vida. Su comportamiento es atípico y no conversa con la realidad. Esta definición un poco dura y que pareciera salida de la realidad es en verdad lo que a veces encontramos en la vida diaria, en la rutina y en la cotidianidad. Elegir bien es muy importante, no sea que quien a veces se muestra con piel de oveja, resulta ser un lobo feroz.