Por: Balmore González Mira

“En Colombia una persona es considerada mayor a partir de los 60 años de edad. Las personas adultas mayores son sujetos de derecho, socialmente activos, con garantías y responsabilidades respecto de sí mismas, su familia y su sociedad”.

“La celebración se instauró en 1990 bajo el decreto 1740 del 2 de agosto de ese año y firmado por el entonces ministro de gobierno Horacio Serpa. Allí se dictaminó que cada año se celebraría el Día del Abuelo el cuarto domingo del mes de agosto”

“Fue en 1996 que el decreto 271 ordenó que en esta misma fecha se conmemorara el Día Nacional de las Personas de la Tercera Edad y del Pensionado. Tres años más adelante, en 1999, se reglamentó esta mediante el decreto 2113 para incluir además a las personas ya jubiladas como agradecimiento a su aporte al país”

Dejamos este recuento normativo que muy seguramente tiene más normas, decretos y resoluciones que abonan en el papel estos reconocimientos, para dejar plasmada la opinión de lo que significa viejo dentro del contexto de la historia de la humanidad. Viejo en el lenguaje del aprendizaje significa madurez, sabiduría y conocimiento. Muchos de manera ignorante lo asocian a algo que ya no sirve o estorba, sin explorar todo lo que pueda haber acumulado dentro de esa cantidad de años.

Por ello cuando a alguien le decimos viejo no puede tomarse de manera despectiva, ni decirse a manera de insulto; los viejos han construido todo lo bueno que la humanidad tiene para la especie que representamos; lo malo, lo que destruye, lo han propiciado los que albergan el mal y la desinteligencia. Los viejos que nosotros reconocemos son sabiduría, son bondad, son solidaridad, son caridad. No reconocemos en esta categoría a quienes han hecho el mal.

Muchos de los viejos nos han dejado el desarrollo y obras que han sido inmortales para la humanidad. Somos mínimamente ignorantes cuando no reconocemos en el viejo su aporte, la educación que nos han dado y sobre todo la vida que ha germinado a su alrededor.

Los verdaderos viejos, los de la esencia humana, siempre tienden la mano, dan el sabio consejo, muestran su liderazgo y expresan sus opiniones puntuales.  A quienes tienen esos viejos cerca, padres, abuelos deben aprovecharlos en esa tradición oral que tanto se ha perdido, aprender de sus historias y anécdotas para que sigan vigentes en el tiempo.

Cuando veo a mi Madre a sus 94 años, llenos de información, de historia, de saberes, de vivencias, del paso de los años, de no haber tenido energía eléctrica, televisión, teléfonos y tecnologías a disfrutar las de ahora; cuando  escucho a mi vieja, aun dando sabios y oportunos consejos y solo quejarse de unos dolores físicos y de las dolencias del alma por la pérdida de algunos de sus hijos; de mantener intacta la fe en Dios y de bendecir cada día la vida y bendecir a su descendencia, digo con más reafirmación, gracias al creador por darnos estos maravillosos Viejos.

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