Por: Mauricio Restrepo

En un país descuadernado, donde lo público es sinónimo para muchos ciudadanos de clientelismo, corrupción y politiquería; poder tener una entidad estatal seria, eficiente y responsable como EPM, es una fortaleza y una oportunidad que demanda la mejor respuesta social, política e institucional. Generar confianza y credibilidad empresarial en la comunidad ha sido la mejor estrategia de la entidad durante sus 68 años de existencia. Justamente ahí ha radicado el mérito de EPM y ese es un norte que nunca se debe perder. 

Cuando las utilidades que genera EPM se invierten en entregar servicios públicos eficientes y accesibles, en generar calidad de vida, y procurar el desarrollo sostenible de sus proyectos con criterios de solidaridad, estamos dando estricto cumplimiento al espíritu de quienes la pensaron como una institución al servicio de la comunidad. Para la ciudad de Medellín, las utilidades de la joya de la corona de los antioqueños, redundan en más y mejores beneficios sociales representados en cupos escolares, en la calidad del empleo, en el fortalecimiento de la seguridad, en el desarrollo de la sostenibilidad ambiental, la atención en salud y en general mayor inversión física en infraestructura vial: en otras palabras, mejor calidad de vida para los medellinenses. Inversiones que aún no benefician el resto de la geografía del departamento.

Esas utilidades, logradas desde la solidez financiera de la entidad, deben devolverse a los dueños, los usuarios, en forma de tarifas justas, razonables, pagables y socialmente responsables, para que efectivamente su objeto institucional siga siendo fuente de bienestar y progreso.

La ciudadanía, verdadera dueña de EPM, debe exigir que se mantenga la senda que ha hecho grande a la entidad, mediante un ejercicio empresarial serio, transparente y riguroso. Sería un motivo de orgullo entonces que el grupo empresarial más importante que tenemos los antioqueños, EPM, con su eslogan “estamos ahí”, comience a pensar en los municipios, veredas y corregimientos más apartados del Departamento. Tengo la certeza que, a partir del 1 de enero de 2024, una nueva luz de esperanza iluminará con EPM las subregiones de Antioquia; y llegará con la responsabilidad social empresarial que siempre la ha caracterizado.

Reconozco el gran esfuerzo que durante muchos años hizo el Grupo EPM para atender con todo el rigor técnico, pero a veces con dificultades, el servicio de energía eléctrica en las diferentes subregiones; pero es preocupante, que en muchas zonas rurales todavía no exista el servicio de saneamiento y agua potable.

Esperemos que la nueva administración de Medellín en cabeza del alcalde Federico Gutiérrez y el gerente designado para EPM John Maya recuperen ese liderazgo; que nuevamente EPM irradie sus beneficios a los municipios antioqueños con todo lo que ellos necesitan y merecen en servicios públicos, pero también con programas sociales, económicos y ambientales que apoyen el empleo; porque este departamento es uno solo y Medellín no es una isla dentro de él. A EPM aún le falta más con Antioquia, y tiene con qué saldar esa deuda histórica con equidad.