Por  MARGARITA MARIA PÉREZ PUERTA

Llegó al planeta un virus que se corona entre los hombres para irlo llevando a su propio acabose, el cual provocaron con su forma incipiente en ser cada segundo. Ahora cada ser concreto tiene miedo a un contagio sembrado por su estupidez ante el medio ambiente.

El calentamiento global, el incremento de automotores, el efecto invernadero, tanta basura dejada por el mismo hombre que a su paso deja crecer suciedad a cada segundo. Ese malestar que dejamos al tirar putrefacción al mar como: tapabocas quirúrgicos, los cuales estamos usando por el temor a un contagio de ese virus coronado en el planeta tierra. Este mal no vino por arte y magia, llegó por ese ego vanidoso de cada ser social que al son de su respiración va dejando caos en el mismo clima. Hoy ya no sabemos cuando llueve o hace ese fuerte calor que acaba con los pulmones del universo para poder vivir mejor todo ese devenir.

La vida es ese gran acertijo que un Ser Superior tejió para cada alma traviesa, cual emerge un ego que debe aprender a soltar y liberar su propia máscara de engaño en aquel amor verdadero que vibra en nuestro cautivante interior.

Covid 19 es la pandemia crucial en ese orden mundial como aquella solución en el mismo clima, cual lo hemos vuelto loco de atar, es decir, que ya no puede soltar lágrima alguna para refrescar toda vegetación: el alimento para la salud humana y todo ser vivo.

El efecto invernadero “es aquel fenómeno donde la energía solar recibida en cada instante por el planeta tierra que proviene de aquella radiación solar natural no puede volver al espacio. Es decir, que rebota sobre la superficie terrestre, quedándose atrapada en la tierra por la barrera de los gases; quienes forman una capa que no deja ir el calor, cual va dejando un virus en el aire.”

Además por ese afán en ser el primero en cada salto al éxito que sueña por siempre. Hoy el miedo nos envuelve en aquel disfraz de un arlequín respirando con dificultad, y puede emerger en su propia muerte que lo dejará vivo en una realidad fantasmal, la que sólo respira ese ego que nunca dejará ser incoherencia plena ante un verdadero amor tejido por aquel SER INTERIOR, quien un día volverá a moldear con su diestra.