Por: Briseida Sánchez Castaño.

El mundo está cruzando por un lado y yo estoy pasando por otro, no tengo tiempo para hacer mi duelo, veo en el periódico local más importante de la ciudad la foto de mi mejor amigo sonriendo, con un título que dice su nombre, y más abajo la cinta negra que cruza como una corbata, reconozco la camisa azul de la foto, registro la cicatriz en su ceja, reconozco la blancura de la piel de su cara, mi mejor amigo ha muerto, ahora nos separa una fosa y me es inmensamente extraño, amenazó tantas veces con morir, estuvo tantas veces rozando la muerte y siempre el azar lo salvó.

Quizá lo más difícil de sufrir de  esta pandemia es que cada alegría sentida durante estos últimos meses  ha estado deslustrada por el cierre definitivo de la conciencia de sí mismo y la expiración de la individualidad, tras nueve meses de pandemia le llegó la hora del silencio a mi amigo que ya no será, escribo aquí con la falsa ambición de que se junte la vida y la muerte, aunque sé que las dos se rehúyen; él nunca fue consciente de que moriría, de cierta manera me alivia que no vio llegar el último minuto de consciencia, no sintió  la agonía que antecede a la desaparición gracias a la tecnología que lo durmió mucho antes de saber que moriría.

El fin del recorrido, las luces apagadas, las palabras que ya no me llegan, lo que seré sin él, lo que será la vida frente a su muerte,  lo que ya no va a pasarme a su lado, lo que me hacía pensar, lo que producíamos juntos, el que leía mis textos con un ánimo diferente, con el que hablaba atrevidamente, con el que me enojaba y me volvía a contentar, el que entendía que no todas las expresiones nos representaban, que quizá lo que expresábamos era precisamente lo que no éramos; quiero contar la historia de lo que ya no va a pasar,  queda imaginarlo, representármelo como si estuviera vivo, elaborar el duelo, sacar toda mi caballería para defenderme de la soledad en la que quedo, dejar de sufrir, esperar a que pasen los días, emborracharme algunas veces y  suponer que un día me levantaré como si nada.