Por: LUIS ALFONSO PEREZ PUERTA

Hoy renace, cual Ave Fénix, desde este instante hacia la meta; a través de la incertidumbre, en una búsqueda sin principio ni fin, y vuelve a comenzar en ese sitio extraño donde todos se miran, pero, al mismo tiempo, ignorándose sin entender por qué.

Casas, cual gotas de agua en un espacioso salón. Ahí estaba ella, solitaria entre la multitud. En estas letras esbozo el retrato de una dama delgada, cabello rubio, estatura menuda y ojos azules, frente a la chimenea encendida mientras transcurre su vida.

Tomando Té entre las cinco y las siete de la tarde, sin buscar intimidad, huyendo del silencio, se tejen chismes entre la hora del almuerzo y la hora del Té. Destejiendo información y desinformándose, así vaga una existencia, y al final… al final deja de ser.

Renunció a todo para volver a comenzar, y desde ese punto, su existencia se transformó. ¿Final o inicio? Según el punto de vista. Final de una historia y comienzo de la verdadera vida. Se esfuma en la nada.

La dama decidió no volver a pronunciar una palabra. Mutismo total. Examinada por médicos. Ningún problema fisiológico. Solo que su aparato de foniatría no pronunciaba sonido alguno, pero no por enfermedad. Para todos, ella se comunicaba con signos, alguna frase breve escrita en una agenda que consiguió para expresarse. Podía oír y ver. Mutismo hasta el último día de su existencia.

Estaba frente a sus alumnos, dictando una clase, de pronto se detuvo a mitad de una oración. Pausa de unos minutos. Los alumnos observaban sin comprender. Algunas risitas y murmullos. La dama reaccionó, iba a decir una palabra, pero enmudeció y se fue sin hablar. De esa manera abandonó el puesto de trabajo, salió de la universidad y se fue con las manos en los bolsillos del abrigo y dando unos brincos siguió caminando sonriéndose. Así desapareció de la academia, del mundillo intelectual, laboral…

Antes del último suspiro, pronunció una palabra y expiró. La última palabra: “Nada”. Y al final, dejó de ser.

En síntesis, el hombre que decide callar para sumergirse en la soledad, no está solo.