Según el diccionario de la RAE, desadaptado es aquel que no se aviene a ciertas condiciones o circunstancias. Socialmente es todo el que se encuentra mal armado para enfrentarse con la sociedad.  Generalmente se presenta como perezoso bajo el disfraz de suavidad; dócil para encender una sugestibilidad enfermiza, en veces fácil de repetir las cosas de memoria lo que oculta la banca rota del resto de sus facultades mentales.

 Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS    

El desadaptado social, hombre o mujer, es torpe y falto de iniciativa, sin ambiciones nobles, carente de facilidad para solucionar los problemas del diario acontecer, con fuerza de voluntad miserable, listo a caer en imitaciones de malos ejemplos y, por ende, presto a sucumbir en los vicios tóxicos y naturalmente a despeñarse por las tenebrosas rutas del crimen, la tortura, el secuestro y el vandalismo y la drogadicción.  La desadaptación se debe a anomalías físicas o mentales, ya sean congénitas o adquiridas, o perturbaciones graves de la personalidad y del carácter desarrolladas gracias a una mala educación en un ambiente abyecto para el bien de la sociedad.

Cuando la inadaptación se debe a deficiencias físicas o mentales tan frecuentes que se manifiestan desde los primeros meses de vida, generalmente el corregirlas, para hacer de esas personas algo útil, es caso imposible.  Pero si se debe al medio de vida, a la educación, sí se puede hacer mucho empezando a enderezar lo torcido, no dejando dañar lo bueno, o sea ordenando todo a su debido tiempo siempre y cuando exista un Estado responsable de sus deberes y una sociedad en donde los mandatos evangélicos y los derechos humanos no hayan periciclitado.

Desde que se observe a un joven inestable, colérico, agresivo o bien pasivo y sugestionable que escapa a las normas disciplinarias corrientes, se puede asegurar que es un desadaptado, pues no acepta la organización de ningún grupo sea éste la familia, la escuela, el colegio o la universidad después y por último la sociedad en la cual va a vivir.  Con estas perturbaciones emocionales se verá progresivamente rechazado lo cual lo conducirá inevitablemente a la delincuencia disfrazado de gestor de paz.

¿Disminuirá el número de los desadaptados, de esos miserables que sufren y los que con sus acciones fuera o contra de las normas tanto mal hacen a la sociedad?  Difícil es en realidad.  Se necesita un cambio casi total en todas las estructuras actuales y más intensivos y profundos estudios de tan vital problemática social.  Como se vive actualmente, es poco lo que se puede hacer para acabar con esta llaga que mina la base misma de la sociedad.  Todo lo que vemos en este gobierno del Pacto Histórico es sólo un sombrío   panorama sin una luz de esperanza para salvar de la desadaptación a tantas personas que urgentemente están necesitando ayuda.  El Estado, hoy, no está preparado para recibir, proteger, orientar y pagar salarios a quienes presentan síntomas de desadaptación con el calificativo de gestores de paz.  La explosión demográfica y el éxodo de campesinos a las grandes ciudades, por abandono del gobierno a los pequeños burgos, en donde se aglutinan anárquicamente en el suburbio o tugurio en condiciones infrahumanas, es difícil de detener puesto que hasta hay políticos topos que son panegiristas del crecimiento de las ciudades.  Qué no decir de los miles de jóvenes que año tras año se quedan sin escuela, colegio y universidad, y de la inexistencia, para casi la totalidad de los jóvenes de parques recreativos, centros vacacionales, deportes o distracciones adecuadas.  ¿Y de la desaparición de la familia, minúscula pero fundamental célula social formativa de la juventud, por la poligamia, el alcoholismo, drogas y otras aberraciones, con qué se puede suplir?

En fin, a todo esto, se marcha por donde no puede ser.  ¿Qué ofrece la sociedad y el Estado a través de la prensa, la radio, el cine, la televisión y la tecnología de punta como modelos de vida a la juventud del siglo XXI?  Incultura con sus telenovelas, cátedras de crimen constantemente por todos los medios de la comunicación moderna, desorientación por la prensa y televisión, agresividad, pornografía, crimen y vandalismo en el cine y la televisión, desmoralización total en una sola palabra y a dosis masivas.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                        Medellín, diciembre 17 de 2022