Hay que seguir avanzando, para que nuestra Carta Magna sí se cumpla y podamos volver a sentir que uno de los principios más importantes del Liberalismo y de la Constitución, como ciertamente es el de “igualdad política y jurídica ante la ley” pasen del papel a la práctica real y efectiva y no sigan siendo el hazmerreír de lo que fue o puedo haber sido”.

Autor: Héctor Jaime Guerra León*.

Ahora que se habla tanto de constituyentes, se añoran aquellos años en que las causas y las más importantes reformas sociales de nuestro país las lideraba el Liberalismo colombiano, representado entre otros grandes líderes de la nación, por hombres y mujeres de la estirpe de Antioqueños como Federico Estrada Vélez, a quien se le debe, junto a otros hidalgos dirigentes de la Socialdemocracia colombiana, obras intelectuales tan importantes como la legislación (sustantiva y procesal) penal vigentes, de las cuales fue autor y/o ponente y son aún el alma y nervio de una de las ramas más importantes y significativas del Poder Público, como en efecto lo es la Judicial. Como no recordar, por ejemplo, ahora que hablamos de la necesidad de cambios sociales y reformas institucionales, a esos prohombres, a dirigentes de la talla de Luis Guillermo Vélez Trujillo (y a sus constantes aliados para sus funciones congresionales y sociales Antonio Yepes Parra y Germán Hoyos Giraldo, ejerciendo su legado como miembros de las comisiones económicas del congreso), en su momento una de las conciencias económicas del Liberalismo en el Senado de la República y el cual –por varias décadas, fuera uno de los guías principales de los grandes debates que en otrora se dieron para hacer las predicciones económicas, arbitrar los recursos y hacer las grandes obras que en materia de infraestructura y desarrollo social y económico el país ha estado necesitando desde aquellas calendas y que a pesar de todas esos visionarios hombres, aún no se han podido realizar por la negligencia, la falta de compromiso e, inclusive por la inescrupulosa corrupción de los sucesivos gobiernos que han tenido ese deber, pero que no han querido cumplirlo.

Como dice el adagio popular, “En vida hermano, en vida”, Antonio Yepes Parra es uno de esos antioqueños que no se ha quedado estancado en el tiempo, añorando hacer lo que nunca pudo, habiéndolo podido hacer, como aquellos que – para “lavarse las manos”, ahora proponen al pueblo que se meta más la mano al bolsillo para que haga las obras viales que necesita el país y, desde luego con mayor razón el departamento, y que Ellos debieron hacer y no lo hicieron, teniendo los recursos y esas necesidades desde hace muchos años. ¿Cómo es que dejaron acabar el transporte ferroviario (sistema de trenes y tranvías) que ya teníamos a lo largo y ancho de todo el país? Ahora, pese a ser una necesidad urgente, no quedan sino algunas pequeñas muestras y vestigios de la grandeza y generosidad de lo que fueron sus servicios, como la de aquéllos visionarios dirigentes que en antaño lo idearon y crearon, sin saber que sus siguientes generaciones, tal vez por intereses mezquinos y corruptos (que es lo más seguro) iban a desechar y destruir tan significativas y progresistas iniciativas y realizaciones. Eso no ocurre sino en nuestro maltrecho país. Obras como esas, nunca se debieron abandonar, ahora nos hacen mucha falta y deberá pensarse seriamente en su restablecimiento y recuperación.

De ese gran ideario, que parece compilar el pensamiento libertario e inmensamente social, que nos legaron los anteriores, nobles e inteligentes próceres, nos queda aún la Constitución del 91, que aunque en el papel, conserva todavía –pese a sus sucesivas reformas- una profunda inspiración progresista y liberal, que fue el resultado y materialización del mayoritario sentir ciudadano, político y social que estuvo reflejado en ese gran movimiento Nacional de La Séptima Papeleta y el cual, a su vez, dio lugar a la Constituyente, de la cual hicieron parte, algunos de los más encumbrados dirigentes –yo diría, intérpretes sociales de la época– entre los cuales estuvo Antonio Yepes Parra, como muestra y representación del ciudadano de a pie, noble, honrado, altruista y trabajador, como lo son la inmensa mayoría de los Colombianos.

Con grades méritos y después de una larga trayectoria al servicio de los antioqueños y colombianos, éste insigne profesional de la medicina llega a la más alta tribuna de expresión popular, como ciertamente lo fuera La Constituyente de 1.991, a originar, con su buen juicio e inequívoca convicción de que el pueblo quería cambios y dejarlos plasmados en normas, postulados y mandatos constitucionales. Ese sentir ciudadano, ese gran catálogo de derechos, que –como se ha dicho por propios y extraños- logró acordar y, por lo menos, compilar, así no se haya podido materializar integralmente en hechos concretos o en la vida real de los colombianos, una de las cartas políticas más completas (en términos de la garantías y defensa de los Derechos Humanos) de nuestro hemisferio y, quizá- del mundo entero, como se han atrevido a asegurar algunos destacados estudiosos del constitucionalismo comparado internacional, con el agravante de que en muchas partes del mundo LA CONSTITUCIÓN SÍ SE CUMPLE. Por ello –decía el aludido constituyente Yepes Parra, en una de esas apacibles, inteligentes y agradables platicas y diálogos, con que suele participar en la socialización de estos temas, la importancia de seguir esforzándonos para que esa importante carta de navegación social y política tenga aplicación real y concreta, en todos y cada uno de los escenarios de la vida nacional y, cada uno de los colombianos pueda ver, algún día, realmente materializado el respeto por sus derechos y garantías -para el avance efectivo del bienestar y la sana convivencia-, que es realmente el contenido y más profundo sentido –político, social y filosófico de nuestra Constitución.

Es hora pues de continuar restableciendo el ideario y los postulados que no solo dieron gloria y lustre a estos hombres, sino que dieron fuerza y valor civil a toda la comunidad y, en especial a los más humildes y necesitados, consolidando el significado de ciudadanía y posibilitando la participación democrática de todos y cada uno de los miembros de la sociedad en sus procesos de desarrollo, como también, de superación y búsqueda de soluciones a los problemas que les son comunes. Hay que seguir avanzando, como dice el Dr. Antonio Yepes, para que nuestra Carta Magna sí se cumpla y podamos volver a sentir que uno de los principios más importantes del Liberalismo y de la Constitución misma, como ciertamente es el de “igualdad política y jurídica ante la ley” pasen del papel a la práctica real y efectiva y no sigan siendo el hazmerreír de lo que fue o puedo haber sido.

*Abogado. Especialista en Planeación de la Participación y el Desarrollo Comunitario; en Derecho Constitucional y Normas Penales. Magíster en Gobierno.

 

 

FOTO DE ANTONIO YEPES PARRA MERAMENTE DECORATIVA TOMADA DE LA PÁGINA WEBhttps://www.google.com/search?q=antonio+yepes+parra&rlz=1C1UUXU_esCO949CO949&oq=ANTONIO+YEPES+PARRA&aqs=chrome.0.69i59j0i22i30j69i61l3.8967j0j7&sourceid=chrome&ie=UTF-8#vhid=h_nL0r1YoWxRHM&vssid=l&ip=1