Por Iván de J. Guzmán López

Medellín se ha convertido, con el abandono de gobiernos como los de Alonso Salazar, Anibal Gaviria y Daniel Quintero, en una ciudad polarizada donde el Centro de Medellín y lo esencial y humano se han venido desdibujando peligrosamente, hasta llegar a niveles de descomposición, segregación y suciedad insoportables; donde su tejido social se viene fragmentando como en pocas ciudades del mundo ocurre, donde sus autoridades,  cuando aparecen en escenarios públicos, ya no inspiran respeto sino silbatinas y vulgaridades de largo aliento y grueso calibre, donde los parques, calles y espacios recreativos se han convertido en casi que exclusivos y de “confort” para lo que los “modernos” y progresistas de ahora denominan comúnmente “el libre desarrollo de la personalidad”. En fin, que Medellín se ha convertido en una ciudad donde pocas cosan nos unen.

Una de esas pocas cosas que nos unen son nuestros grandes referentes en materia de arte, por ejemplo, como el maestro Fernando Botero. El mundo entero sigue lamentando la desaparición física del maestro, pero se inclina con fervor hacia su gesta plástica, cultural y humana. 

Los titulares de prensa son mensajeros del respeto, la pasión y el reconocimiento mundial hacia un colombiano tal ilustre; hacia un antioqueño universal que se hizo desde la parroquia, como él mismo lo dijera alguna vez:

“México lamenta el fallecimiento del artista colombiano Fernando Botero. La cuenta de la Secretaría de Cultura hizo una publicación en la que colocó una foto del artista junto a una de sus obras frente al Palacio de Bellas Artes de la Ciudad de México. La Secretaría de Cultura de México lamenta el sensible fallecimiento del pintor, escultor y dibujante colombiano Fernando Botero, artista ícono del arte mundial cuya obra es un referente imprescindible”. Dicen periódicos mejicanos.

“El mundo lamenta la muerte de Botero, un “artista universal”. La muerte del artista Fernando Botero, este 15 de septiembre, ha sido lamentada en Colombia, su país natal, en México, Estados Unidos, España, Italia, Alemania y otros partes del mundo”, dice desde la patria Goethe, Alemania, la Deutsche Welle.

En la ciudad de Nápoles, en Italia, una de las ciudades más cercanas al maestro, no terminan de lamentar el fallecimiento. Y así podríamos seguir enumerando titulares.

El maestro Fernando Botero, cobró la dimensión de “uno de los artistas y dibujante más grandes del mundo”, –si no, el moderno más grande del mundo-, y parece ser, para mi gusto y tranquilidad, que en Medellín, no obstante su deterioro social, académico, intelectual y humano, se ha sentido conmovido y obligado a Tirios y troyanos, paganos y católicos, fariseos y saduceos; rojos, amarillos, azules, verdes, morados, blancos y negros,   a reconocer que hemos perdido al pintor, al escultor, al ser humano excepcional, al humanista y al amigo de lo simple y de los humildes (como lo reconocen transeúntes italianos), para ganar una celebridad mundial.

Ganada la categoría de celebridad mundial, esperemos que las autoridades de la ciudad, todavía en cabeza de Quintero, entiendan que el turismo cultural mundial se volcará en poco tiempo a Colombia y a la ciudad, en busca de la Plaza Botero. Espero que el gobierno municipal –y hasta colombiano- entiendan la grandeza y el tesoro que tiene Medellín y Colombia en la Plaza Botero, y terminen así,  definitivamente, con el vulgar cerco metálico que le pusieron ese espacio, en todo el corazón de Medellín (cosa que hasta al maestro, en vida, lamentó, le pareció vulgar y segregacionista).

El maestro Botero es hoy una celebridad mundial, señores que gobiernan la ciudad; él fue especialmente generoso con Medellín, donde le pagamos con monedas de cobre cercando sus obras en un corral de vallas de segunda, derruidas, con escasa vigilancia y cero guías culturales, en contravía de otras ciudades del mundo, que poseen 2 o 3 de sus obras. El tesoro que le entregó a la ciudad en 2004, en un parque exterior de 7.000 m², está constituido por 23 esculturas, que deben cuidarse, exponerse verdaderamente y mercadearse adecuadamente ante el mundo. Ellas, son: Mujer, Mujer con fruta, Gato, Adán, Eva, Caballo, Mujer con espejo, Mujer sentada, Perro, Hombre vestido, Mujer vestida, Maternidad, Esfinge, Rapto de Europa, Hombre a caballo, Mujer reclinada, Hombre caminante, Caballo con bridas, Soldado romano, Cabeza, Pensamiento.

Este tesoro, que de contera le dio vida al Museo de Zea (que veo mediocremente gerenciado y en decadencia), requiere una mirada inteligente y sensible del alcalde, en vez de vallas para encerrar cachivaches.

Intervención social es lo que necesita el centro de Medellín y la Plaza Botero, señor alcalde, ¡como toda la ciudad!  No vallas.