Muéstrenme un pueblo de niños agresivos y les mostraré una comunidad educativa de directivos, educadores y padres de familia pasivos.

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

Así como los niños están siendo abandonados por sus padres y mayores, los dirigentes traicionan a la sociedad porque dejan de ser el referente ejemplar para el resto de los ciudadanos.  Fomentan la violencia cuando, al idolatrar la competencia y el “todo vale”, rompen descaradamente las normas y renuncian a valores superiores como la verdad, la justicia, la honestidad, la integridad, la ética, la tolerancia y la solidaridad en el servicio educativo.  Frente a este auténtico “piedra libre”, el ciudadano se siente cada vez más legitimado para ser agresivo con su entorno sin importarle para nada la violencia, la delincuencia, el crimen y el vandalismo.

Es cierto que la violencia se genera por estos grandes desequilibrios sociales, políticos, educativos, culturales y personales, entre otros, que advierten nuestros niños, jóvenes y adolescentes.  Estas condiciones los llevan a rechazar agresivamente la sociedad en la que viven y las instituciones educativas soportan las consecuencias.  También es cierto que los docentes están en la última línea porque las demás instituciones del Estado han sido vencidas y solo ellos pueden encarar la tarea de reparación.  Pero tal vez se ayude más a los niños, jóvenes y adolescentes si se abandona la tendencia a asignarle a la escuela, el colegio y la universidad múltiples responsabilidades y se la vuelve a centrar en su labor original y, para ello, se le concibe nuevamente como un ambiente de trabajo protegido, pedagógico, científico y humano, en el que debe imperar el respeto, la autoridad y no la ley de la calle.

Los estudiantes, de cualquier nivel, deben percibir que las instituciones educativas están firmemente unidas en el respeto por las reglas dentro del Proyecto Educativo Institucional de su respectiva institución, el respeto por el otro y los otros, el respeto por el docente, sus directivos y por la cultura que transmite, el respeto entre los alumnos.  El respeto es tan poderoso como la violencia.  Tanto, que es más fácil imponerse a través de él que mediante la violencia.

En su libro: Javier Urra, intitulado “La Transformación de la Realidad”, basado en el defensor de la comunidad de Madrid España, nos da algunos elementos donde podríamos resumir así la situación: las causas de la violencia juvenil son una sociedad permisiva que educa a los niños y jóvenes en sus Derechos, pero no en sus Deberes, donde ha calado de forma equívoca el lema: “no poner límites” y “dejar hacer”, abortando una correcta maduración.  El cuerpo social ha perdido fuerza moral.  Desde la corrupción en la educación no se puede exigir educar en la integralidad.  Se intenta modificar conductas, pero se carece de valores. 

Es otra manera de decir lo que afirmó Platón hace casi 2400 años en el Libro VI de la República:

Cuando los padres se habitúan a dejar hacer a los niños, lo que les venga en gana…, cuando los maestros tiemblan frente a sus alumnos y prefieren halagarlos, cuando los jóvenes desprecian la ley porque no conocen nada más allá de ellos mismos, entonces es el comienzo de la tiranía.

Por eso, las instituciones educativas colombianas podrán preparar a los niños y niñas “para la libertad” solo si logran advertir la naturaleza profunda de su significación social, educativa, cultural, científica y humana, para tomar consciencia del significado sublime de la patria.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                       Medellín, julio 30 de 2021