Después de la jornada de paro programado desde hace más de dos meses por distintos sectores sociales, se puede colegir que las actividades comerciales e industriales se cumplieron como en un día común y corriente, lo que si se notó en las principales ciudades fue una disminución  del parque automotor privado. Mucha gente se congratuló por la soledad y tranquilidad  de las calles asimilándolo a una mañana  de domingo o un día festivo.

Los participantes a las diversas marchas, en su mayoría lo hicieron de manera civilizada, cantando sus arengas y haciendo sus reclamos desde el rol que le correspondía, pero, no faltaron los de siempre, desadaptados, saboteadores profesionales y delincuentes que se infiltraron en la que era una jornada pacifica para desnaturalizarla y cometer toda clase de fechorías.

La actuaciones de las autoridades civiles en el ámbito regional y local, estuvo acorde con las circunstancias que el momento exigía. Casos que lamentar lo ocurrido en ciudades como Bogotá, Bucaramanga, Cali,  Tunja,  Facatativá y en los alrededores de la U de A en Medellín.

Es importante reconocer que hubo actos de valor de estudiantes y ciudadanos que se opusieron y rechazaron a los vándalos que querían acabar con todos los bienes públicos y privados.

Felicitamos a los que participaron pacíficamente y al mismo tiempo condenamos  los desafueros ocurridos después de las marchas y los pequeños brotes que aún persisten en algunas ciudades a cargo de delincuentes comunes a los cuales les debe caer todo el peso de la ley.

A la Fuerza Pública, toda nuestra consideración, respeto y apoyo, por su entrega y su denodado trabajo en una larga jornada para salvaguardar el orden público, garantizar la marcha pacífica y proteger los bienes de los colombianos.

Al Presidente Iván Duque, solo le pedimos templanza, carácter, mano firme y sabiduría en tan difíciles momentos, es la hora de hacer dejación a controversias inútiles y acudir al  dialogo abierto, franco y generoso con todos los sectores sociales, buscando la unidad nacional, mediante acuerdos fundamentales en pro del futuro de la patria.

A la dirigencia política y gremial, el llamado es a dejar las diferencias y actuar con toda la grandeza, rodeando la institucionalidad por la paz y tranquilidad de Colombia, son momentos de crisis, que requieren toda la solidaridad.