LOS TRES AMORES DEL LÍDER POLÍTICO Y EDUCATIVO:

-AMOR A LA VERDAD, A LA JUSTICIA Y A LA LIBERTAD-

Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS 

 Los antioqueños pensamos siempre que el valor más eminente al que debemos de atender es el que

constituyen los hombres y mujeres que la integran y el servicio que con esa actividad se hace a toda la sociedad.  Y

con nuestro mayor esfuerzo y competencia en el trabajo en cualquier escenario social, político. económico,

educativo y cultural, entre otros, es poner en ejercicio estos tres amores a la verdad, a la justicia y a la libertad.

Al contemplar la realidad actual del departamento de Antioquia, debemos mirarla con ojos llenos de esperanza, confiando en que los diarios desvelos de los antioqueños habrán sido fecundos y encontrarán en su ejecutoria futura un cumplido efecto multiplicador.  La etapa que ahora se abre en el ámbito de la política, hacia las nuevas elecciones presidenciales y de congreso, y la presencialidad en el servicio de la educación tiene siempre algo de caja de sorpresas.  La ilusión apasionada con que se espera cada uno realizar su personalidad, poner en juego la propia capacidad, se acompaña quizá de una prudente incertidumbre acerca de cuál va a ser el resultado de esa prueba irrepetible que es la vida misma, para la cual hemos decidido prestar nuestros servicios.

Me atrevería no obstante a asegurar que se sale airoso de esa prueba política o educativa, si uno no piensa en que nada le queda ya por aprender, si uno no se empeña en caminar continuamente de puntillas o en auparse a costa de los otros para sobresalir.  La calificación será sin duda buena, quizá algo menos brillante de lo que en un momento se haya podido soñar, si se trabaja y se aspira con humildad, sencillez y con denuedo, como compañero leal, que está dispuesto a colaborar con los demás, con ánimo de prestar siempre su mejor servicio al departamento de Antioquia.

Ante un futuro ya inmediato, son sin duda importantes las cualidades personales y profesionales que cada uno ha recibido, así como el grado de preparación profesional conseguida y la voluntad de no cejar en acrecentarla.  Pero resulta así mismo decisivo, para uno mismo y para la propia sociedad saber guiarse por ese conjunto de valores superiores trascendentes y fundamentales que deben dar sentido a todo el vivir humano, que son imprescindibles si de verdad se quiere una sociedad más justamente ordenada y equitativa, que esté libre de egoísmos, de actividades hostiles, de amargas indiferencias, en la que la vida sea más grata y más amable, en la que se atienda debidamente al cultivo del espíritu de los antioqueños.

A decir verdad, son estos últimos aspectos que tanto afectan al porvenir de los antioqueños y a su misma felicidad, los que gravan más intensamente la responsabilidad en cualquier labor política y educativa.  La universidad ha querido saber sembrar en las mentes y en los corazones de los políticos y profesionales que ya han egresado de ella, un poso de actitud ante la vida que me atrevería a resumir en tres amores: A la verdad, a la justicia y a la libertad.

Amor a la verdad, a la verdad sobrenatural que la fe pública hace resplandecer, y a toda verdad humana.  Amor que espolea a la inteligencia para ir en busca de la verdad hasta que se consigue descubrir y penetrar; que mueve a enseñarla fielmente, que obliga a defenderla, que impide traicionarla.  Amor a la verdad debe acostumbrarnos siempre a buscarla, a decirla sin temor, y que se establezca así entre los antioqueños un clima de comprensión y de concordia, de caridad y de luz, por todos los caminos de la tierra de la antioqueñidad.

Amor a la justicia, que viene a ser consecuencia de la fidelidad a la verdad.  Amor que compromete a procurar honradamente que las obras sean coherentes con la verdad que posee la mente; que conduce a ver en los demás a otros hijos de Dios, hombres dignos cuyos derechos no pueden ser defraudados, merecedores de respeto y afecto.  Si no se abandona el egoísmo, si no se vive en la justicia y en la fraternidad humana de los antioqueños, si no se quiere servir, será imposible el mutuo entendimiento y no habrá paz verdadera ni entre los individuos ni entre los pueblos de Antioquia.

Y amor también, muy grande, a la libertad.  Libertad para buscar la verdad, para vivir conforme a sus dictados, para enseñar esa verdad sin cortapisas.  Libertad para que las nobles iniciativas individuales y sociales de servicio a los antioqueños sean respetadas y aun estimadas.  Amor a la libertad que es la defensa de los derechos inalienables de la persona humana, para uno mismo y para los demás, que implica saber respetar a todos en sus libres opiniones y en sus legítimas actividades políticas y educativas que propendan por el desarrollo y el progreso de todos los antioqueños sin diferencias partidistas, grupistas, de credo, raza, cultura y clase social determinada.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                  Medellín, septiembre 27 de 2021