Por: Balmore González Mira

No pretendo hacer una comparación de dos personajes incomparables, tanto por respeto a la memoria de la Senadora recientemente fallecida, como a la vida llena de sacrificios pero también de inmensos  logros del Gran Colombiano Álvaro Uribe Vélez por Antioquia y por el país. Solo quiero recordar como anécdota lo que viví en la vida pública hace tres décadas en la campaña política de Álvaro Uribe Vélez a la Gobernación de Antioquia. Transcurría el año 1994 y la campaña se hacía más difícil, los adversarios del Doctor Uribe lo atacaban con igual o mayor intensidad con la que lo hicieron posterior y permanentemente, cobijados desde sus discursos trasnochados de la socialdemocracia, que parecía más bien como una apología hacia las izquierdas y animadversión hacia el estamento, la libre empresa, el empresariado y la verdadera política de orden y seguridad que necesitábamos implementar y dar a la sociedad, amparados en el principio de la Constitución Nacional, de que las autoridades estaban instituidas para proteger los bienes, la vida y honra de los ciudadanos… de bien. Discurso que mantuvieron durante el ejercicio de la gobernación, la campaña a la Presidencia de la República y durante los ocho maravillosos años de gobierno del Presidente Uribe. Y que siguieron construyendo sobre premisas falsas para atacar y atacar a Uribe sin pruebas y sin lograr condenarlo como algunos ideologizados quisieran durante ya más de tres décadas.

Volvamos al inicio. En una de las giras por el Occidente antioqueño de campaña a la gobernación de 1994, compartí tarima en Frontino con los dos personajes de este escrito. Cuando habló Piedad Córdoba lo hizo con seguridad y con buen tono como era su estilo, enumeró uno a uno los atributos de congresista de Álvaro Uribe y manifestó su complacencia de hacer parte de la campaña a la gobernación y cómo Uribe sería el único que podía salvar al departamento de la crisis que venían atravesando los entes territoriales. Aquella pieza histórica aun reposa en un cassette de la época en mi biblioteca personal. Un año más tarde, en mi condición de Personero Municipal me invitó a dictar una conferencia en centro américa sobre  los “Círculos barriales de convivencia pacífica” que yo estaba proponiendo.

Con el paso del y la diferencia conceptual sobre el estado y las ideologías me alejé rápidamente de la Senadora y seguí desde aquella época las tesis uribistas, salvadoras de la vida fiscal de la gobernación de Antioquia en su momento, y, salvadoras como ninguna otra del estado fallido de la década del 2000 que todos conocimos y que hacía a Colombia como un estado inviable.

La Senadora se fue por el camino de la izquierda y nunca fue investigada como Uribe, que siempre ha mantenido las ideas de la centro democracia. Dos caminos diferentes, dos personajes distintos, dos ideologías para que la historia juzgue, desde la óptica política, jurídica y de la justicia.

Algunos me juzgarán porque comparo a Piedad Córdoba con Álvaro Uribe, pero en realidad no es comparación de sus pensamientos y acciones, que no pueden ser comparados jamás; es solo que se vea la diferencia de como la justicia exonera a algunos con pruebas y persigue sin sosiego a otros, sin ellas;  lo que en derecho probatorio valdría la pena ser objeto de estudio en las facultades de Derecho. Diferencia sustancial dirían muchos. Justicia de ideologías, dirán otros.

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