Pedro Juan González Carvajal

Gran expectativa generó en su momento las convocatorias por parte de la oposición al gobierno y por parte de los amigos del gobierno, a la realización de marchas en contra y a favor del estado de cosas.

La primera, celebrada el 21 de Abril, y la segunda el 1 de Mayo, “coincidencialmente” día de la celebración del “Día del trabajo”.

Hay que reconocer que, en términos de convocatoria, ambas fueron exitosas. La primera, llenó de triunfalismo a sus organizadores y marchantes, lo cual obligó al gobierno a esforzarse para que la propia no fuera inferior, para lo cual hábilmente la hizo coincidir con los desfiles tradicionales del “día del trabajo”.  

Esta vez, hay que reconocerlo, fue una expresión civilizada, donde la gente marchó en paz y expresó libremente su opinión.

Sin embargo, queda flotando en el ambiente un fuerte aroma de división y de polarización, lo cual ha demostrado históricamente que es inconveniente.

Sin embargo, no podemos caer en la tentación de convertir la expresión libre de la gente en un “REALITY”, donde hay competencias, premios y castigos para quienes llenen o no llenen las plazas o lugares de encuentro tradicionales, a sabiendas que finalmente, la verdadera expresión de favorabilidad o no a un gobierno se da en las urnas, cuando se respalde o no su propuesta de gobierno y se apoye o no a los candidatos que defienden cada postura.

Les corresponde a los opositores al gobierno unirse alrededor de un programa y un candidato único si quieren tener opción de ganar. Un programa que responda a aquello que hoy genera controversia y un candidato que encarne las expectativas y los anhelos de sus seguidores y no alguno que aparezca por descarte y por el que finalmente se vota, pensando en votar en contra del candidato del otro lado.

Si esto no se hace, el fracaso está anunciado y sentenciado y las marchas de descontento, no dejarán de ser un recuerdo y una anécdota.

Por su parte al gobierno en ejercicio le corresponde ejecutar su Plan de Desarrollo, lograr la armonía con los otros poderes públicos, logran la unión nacional y evitar a toda costa ser protagonista de diferentes tipos de escándalos y ser implacable en la lucha contra la corrupción.

De no hacerlo, se frustrará su ideal político, incrementará la incertidumbre ante todos los públicos de interés, se afectarán todos los indicadores sociales y económicos y echará por la borda el proyecto progresista que dice encarnar.

Habría que analizar en profundidad cual es la verdadera estrategia del gobierno, si unir o polarizar, si ejecutar o especular, si gobernar o pelear.

Lo que es claro es que lo que debe estar siempre por encima de cualquier aspiración personal, de movimientos, de partidos o de grupos, son los altos intereses de la nación.

Quien no lo entienda y no lo asuma así, será un conspirador y un traidor a la patria y ahí es donde veremos efectivamente, los marchantes de lado y lado, de qué están hechos y a qué le están apostando.

Mención especial merecen las estrategias comunicacionales de amigos y enemigos del gobierno y del propio gobierno.

Yo personalmente soy enemigo que se gobierne a punta de Twitter y de Redes Sociales.

Los principales medios de comunicación privados en Colombia pertenecen a 4 dueños y el Gobierno controla los canales y medios oficiales, como es apenas normal.

Para que los medios de comunicación sigan conservando su categoría de “Cuarto poder” y de verdad sean respetados y acatados por su sintonía natural y no se conviertan en esclavos del “RATING” y sean sobre todo preservadores y promotores de la Democracia, deben brillar por su profesionalismo, su objetividad y su transparencia.

Movilizar es más fácil que gobernar.

Proponer es más fácil que ejecutar.

Criticar es más fácil que hacer.

La Historia reciente nos muestra como hemos llegado a este estado de cosas. Es un momento histórico para de verdad medir el calibre y la calidad de aquellos que se consideran como líderes. Repetir la historia es un suicidio y una forma de entender de una vez por todas que estamos huérfanos de líderes y que la patria tendrá que transitar por caminos llenos de sombras y de relativas incertidumbres.

¡Todo por Colombia, nada contra Colombia!