Por: IVÁN ECHEVERRI VALENCIA

Titulo  esta columna con la lapidaria y triste frase de un habitante del lugar donde explotó un carro cisterna con más de 5.000 galones de gasolina, accidentado en un corregimiento del municipio de Pueblo Viejo, en la troncal del norte que conduce de Barranquilla a la ciudad de Santa Marta. De ese modo se lamentaba, en medio de las lágrimas, por las actuales condiciones de miseria y de abandono en que se encontraban los habitantes del corregimiento de Tasajera.

Pueblo Viejo está ubicado en la isla de Salamanca en una pequeña división entre la Ciénaga Grande de Santa Marta y el Mar Caribe; está conformado por 8 corregimientos entre los que se encuentra el de Tasajera, lugar exacto donde se presentó el fatídico accidente a escasos 38 km de la ciudad capital del Magdalena, dejando más de treinta personas calcinadas  y otro tanto de heridos.

Fue necesario que se presentara tan lamentable hecho, para que los colombianos pudiésemos conocer que el Municipio de Pueblo Viejo, con  33.000 habitantes, hace parte de la lista de las poblaciones más pobres de Colombia; sus moradores  viven de la pesca en la Ciénaga, pero en los últimos años por la sobreexplotación del lugar y la desviación de los ríos que nacen en la Sierra Nevada, por algunos terratenientes de la región para sus cultivos, han causado graves daños ambientales y los han dejado en la inopia más absoluta.

Los habitantes de Tasajera, viven en condiciones inhumanas, no cuentan  ni siquiera con agua ni con energía eléctrica, la educación es precaria, y su pesca ha sido reducida a la mínima expresión; en otras palabras, carecen de todo, a la vista de un Estado apático  e indiferente que ha desatendido el llamado de auxilio de la comunidad.

Este pueblo de pescadores que ya no pesca en la Ciénaga sino en la carretera vendiendo las “rosquitas” en un peaje cercano o  desvalijando los vehículos cuando estos sufren un volcamiento, una colisión o un desperfecto mecánico; y es tal la turba que acude a estos eventos que ni conductores, ni los pasajeros ni la misma policía pueden hacer nada, como quedó plenamente demostrado con el pillaje al carro cisterna.

Para los moradores de este corregimiento se convirtió en un “oficio” los habituales latrocinios en la troncal, que aunque éticamente es inaceptable, y reprochable; para ellos es normal, pues se mantienen preparados con costales, cajas de cartón y pimpinelas para lo que ocurra en cualquier momento en la vía, ya que es la única manera de obtener un centavo para subsistir. Para los habituales usuarios de la vía es toda una odisea y deben contar con toda la suerte del mundo para no tener ningún impase en ese trayecto, porque ya saben la suerte que correrían, como lo aseveraron varios lugareños: carro que tenga un tropiezo  “de malas”, pierde todo.

 En el corregimiento de Tasajera, como en otros tantos lugares de nuestra geografía, sus habitantes deben sacrificar su vida tratando de sobrevivir, mientras el gobierno anda entretenido en una serie televisiva contando contagiados y muertos  por el COVID-19 y, recibiendo y despachando ventiladores sin calibrar, en vez de estar planeando el futuro macroeconómico del país, la forma rápida y eficaz como vamos a recuperarnos de la actual situación de postración e incertidumbre en que nos encontramos.

De nuestra dirigencia política, solo atino a expresar que  en este tiempo jamás vivido por la generación actual, de  angustia, tristeza; pérdidas de vidas humanas, de desempleo; de insolvencias económicas, del cierre de empresas y de negocios; les ha faltado mucha altura, seriedad, compromiso, respeto y solidaridad con el pueblo que les ha brindado su voto de confianza, pues solo han demostrado su baja calaña, su instinto pendenciero y su desinterés  por los asuntos comunes, ni la tragedia humana los ha conmovido: ¡qué vergüenza!

En todo el territorio nacional abundan Pueblos Viejos, en los que la gente no solo muere de hambre, sino de desesperanza y de olvido,  con  consecuencias irreversibles para la actual democracia. No debemos olvidar la terrible lección que nos deja el incidente de Pueblo Viejo: la gente se encuentra cansada de nacer, vivir y morir pobre.