Sin vías la economía campesina está cada vez más expuesta a desaparecer.

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Sin vías la economía campesina está cada vez más expuesta a desaparecer.

 Por: Carlos Enrique Vélez Sánchez

Colombia es un país urbano que en los últimos cincuenta años centró la atención por la vía de la inversión pública en la satisfacción de las necesidades de la población que vive en los centros poblados con preferencia en las capitales de departamento y en las grandes ciudades[1]. La acción sistemática del Estado de invertir más recursos en las zonas urbanas trajo un desbalance desfavorable para la población que vive en las zonas rurales en particular las que habitan en el rural disperso.

 

Para nadie es un secreto que la inversión pública atrae a la inversión privada, genera empleo y bienestar para toda la población en especial para la urbana porque le representa superiores condiciones de prosperidad, cuanto mayor es la inversión pública mayor es la motivación del individuo para asentarse y quedarse en el lugar que mejor esté dotado de vías, medios de transporte, de comunicación, de amoblamiento y equipamiento urbano porque ellos impactan en la generación de empleo, en el bienestar, en la calidad de vida y en el desarrollo de la población.

 

Cosa diferente ha ocurrido históricamente con la población que vive en los centros poblados rurales y en el rural disperso. Las difíciles condiciones vida en el campo comienzan por la economía campesina que está sumida y sometida a extremas condiciones de atraso y de pobreza. La economía campesina mantiene dinámicas y lógicas que dificultan el desarrollo del campo y el crecimiento de las unidades de producción. La organización interna de estas unidades sigue sin resolver con eficacia y de manera eficiente la interrelación que existe entre la tierra disponible, los medios de producción y la fuerza de trabajo familiar. La falta de inversión pública en lo rural podríamos decir que es un factor endógeno que ha golpeado el desarrollo de la economía campesina.

 

Como factor exógeno tenemos la acción del Estado que de alguna manera no ha respondido con el ímpetu, la magnitud, la constancia y fuerza necesaria para cambiar el curso de las condiciones internas de la economía campesina. Esta Unidad de producción requiere de apalancamientos públicos similares a los que reciben las áreas urbanas y la población que en ellas reside. Las unidades campesinas están desconectadas sin vías de acceso, sin equipamientos suficientes, les falta una adecuada comunicación y asistencia para generar de manera oportuna y eficiente los ingresos requeridos para hacer crecer y desarrollar la unidad de producción y las familias. Sin vías, sin crédito, sin asistencia, sin comunicación la economía campesina está expuesta a desaparecer. 

 

El Plan Nacional de Desarrollo que se debate actualmente en el Congreso de la República en su Artículo 3° plantea que el Plan está compuesto por objetivos de política pública denominados pactos, concepto que “refleja la importancia del aporte de todas las facetas de la sociedad en la construcción de una Colombia[2] equitativa”. Uno de los pactos corresponde a la Equidad que “busca la igualdad de oportunidades para todos, por medio de una política social moderna orientada a lograr la inclusión social y la inclusión productiva de los colombianos, y que se centra en las familias como los principales vehículos para la construcción de lazos de solidaridad y de tejido social”.

(Subrayas nuestras).

 

Este Plan se propone establecer estrategias transversales como el transporte y la logística para la competitividad y la integración regional. Sin embargo, para que estas estrategias se cumplan para que haya competitividad e integración social es pertinente reclamar de los administradores territoriales, gobernadores y alcaldes, la puesta en marcha de obras de infraestructura  física que consoliden las estrategias transversales que se propone el gobierno nacional y ello se logra con la ejecución de obras de infraestructura vial rural: las vías terciarias  y la placa huella, que son obras con las cuales se pueden lograr los objetivos de crecimiento, articulación y desarrollo de las Unidades campesinas, se combate la pobreza y se impulsa el progreso del campo.

[1] En 1973 la población de Colombia según el Censo de ese año fue 17.484.508 de habitantes (http://www.cicred.org/Eng/Publications/pdf/c-c9.pdf)  de los cuales el 59.1% ya vivía en las cabeceras municipales. Según el CENSO del 2018 la población se asentaba así: Cabeceras municipales 77,7%, Rural disperso 15.1% y el 7.1% en los centros poblados. https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/demografia-y-poblacion/censo-nacional-de-poblacion-y-vivenda-2018/donde-estamos

 

[2] Texto definitivo Plenaria Cámara al Proyecto de Ley No 311 de 2019 Cámara – 227 de 2019 Senado “POR EL CUAL SE EXPIDE EL PLAN NACIONAL DE DESARROLLO 2018-2022 “PACTO POR COLOMBIA, PACTO POR LA EQUIDAD”.

Congreso de la República de Colombia. Cámara de Representantes.