Por: Carlos Alexandres Vanegas Arango

Somos lo que somos y bien sabemos que el ser humano es complejo en sus relaciones con el planeta y ni qué decir, en las relaciones con nuestros congéneres. Nos gustan las relaciones de poder cuando somos nosotros los que tenemos la sartén por el mango, de lo contrario pensamos que lo ideal es democratizarlo, para que sea de todos.

En las relaciones entre los seres humanos es frecuente escuchar expresiones alusivas a la lealtad para calificar nuestra conducta y ajustarla a unos parámetros que, en ningún caso, están lo suficientemente claros, o por decirlo de otra manera, no parece haber consenso respecto a lo que significan.

La lealtad, tan reclamada por muchos, es entendida según convenga. Para algunos consiste en acatar las órdenes sin preguntar, es seguir al otro sin que medie ningún ejercicio de entendimiento racional, es decir, sin pensar. Cuando una persona piensa puede encontrar puntos de vista diferentes, y eso es inadmisible para algunas personas que lo ven con desconfianza y como resultado tachan al otro como desleal.  

Ahora bien, el diccionario de la RAE nos dice que la lealtad es el cumplimiento de lo que exigen las leyes de la fidelidad y las del honor yhombría de bien. Eso suena bien, porque nos lleva a pensar que la fidelidad es conveniente y necesaria en las relaciones entre los seres humanos. Nosotros la pedimos en nuestras relaciones de pareja, en las relaciones políticas, en las relaciones laborales y parece que está bien que así sea. La infidelidad sería una traición a esas relaciones de tanto valor como son las que, a manera de ejemplo, acabo de citar.

En esta definición encontramos una alusión a las leyes del honor, que para este momento seguramente todos debemos estar pensando ¿dónde están escritas? pero que las entendemos como las reglas del comportamiento honrado, virtuoso y valiente. Así visto el asunto, parece aceptable que la lealtad entrañe tan buenos ideales.

Respecto a la hombría de bien, podríamos decir que se trata de la dignidad, conciencia, sinceridad, probidad, decencia o integridad, lo que completa con lujo de detalles la definición de un ser humano excepcional, digno de las más altas valoraciones y merecedor del respeto y el aprecio incondicional.

Ser leal, es entonces una calificación que todos debiéramos añorar y que debería enseñarse en los hogares y en todo el sistema educativo como un requisito para vivir en comunidad.

Pero la RAE tiene otra definición de Lealtad que algunas personas han tomado y aplicado sin mucho análisis, o tal vez con el suficiente para reglar el comportamiento de los demás, en ningún caso el suyo propio. Señala la RAE que “lealtad es amor y fidelidad que muestran a su dueño algunos animales, como el perro y el caballo”.

Ahí está el problema de nuestra sociedad, tomamos una definición correcta de lealtad, pero la aplicamos al sujeto equivocado.