El lado oscuro de la luna

Por: LUIS ALFONSO PÉREZ PUERTA

(Cuento narrado por dos voces. ¿Con cuál voz se identifica?)

Caminaba por una carretera sin pavimentar. Había luna llena cuando alguien venía  hacia mí, eso me parecía; a la luz de la luna podía ver que estaba con un gabán hasta más allá de las rodillas, y su cabeza cubierta con una capucha; al acercarse más, a medio metro, comprobé lo del gabán oscuro, y se me ocurrió que estaba al frente del monje solitario vagando por esta carretera, en una vereda en el oriente cercano; alzó su cabeza cuando la luna fue cubierta por una nube durante unos segundos en los cuales me estremecí, de frio o temor, y luego la luz de la luna regresó, y ya el monje había desaparecido.

Veo venir al muchacho por esta carretera, es noche de luna. Es el mismo que siempre encuentro por estos parajes, no sé qué busca, ¿será qué…? No, idea cancelada. Ayer en la tarde también estaba por acá, pero yo venía detrás, me dirigía hacia la cabaña donde vive mi madre. Esta noche me regreso, porque yo soy un solitario empedernido, como mi madre también lo es que prefiere vivir sola en un bosque como estos, por donde voy… para encontrarme con un personaje como éste que no sé de dónde sale.  Me acerco al muchacho, la luna se oculta detrás de una nube, pero percibo que él saca las manos de los bolsillos, entonces me escapo por la derecha; no sé por qué sentí temor; tal vez la hora, el lugar, la soledad, la luna, pero yo que he sido un solitario, ¿por qué siento temor ante un adolescente flaco y desgarbado?  

Porque tal vez ese monje solo existe en mi imaginación, y ahora en este espacio de paredes blancas, con unas ventanas cerradas, yo, aquí, en esta cama de hospital, entre otras donde duermen otros seres, ¿será que el monje estará entre ellos?

No, no puede ser verdad, yo soy un caminante y seguiré vagando por las calles de la ciudad a la luz del día como también de la noche; me siento vacío, ¿será que ese muchacho es mi yo del pasado o será alguien del futuro?

Pasado, futuro; llega el enfermero con un vaso de agua y la medicina, yo retrocedo, no quiero la pastilla, pero el enfermero insiste en su pregunta radical que me martillaba: “Claudio, por favor, recibe la pastilla, ¿o prefieres los choques eléctricos?”

Me subo a una plataforma de una estación del metro y… ¿qué prefiero?

Prefiero la pastilla, y el enfermero me cubre con la sábana blanca; aquí todo es blanco…

Hay pocos usuarios. Algunos adormecidos y otros mirando la pantalla de un teléfono móvil. En un impulso, decido lanzarme a la vía del ferrocarril… Cuando alguien se da cuenta de mi escape, grita que me cojan… pero ya es tarde, porque el tren ha llegado.

El enfermero abre la puerta para salir, y me deja ver al monje que pasa de largo, pero ya me hundo en esa otra dimensión, y no recuerdo más.