Víctimas, pobreza y exclusión social.“El futuro que nos espera en materia de PAZ, de lucha contra la pobreza y exclusión social, es totalmente incierto”.

Por: Héctor Jaime Guerra León*

A pesar de los muchos esfuerzos que se han realizado para resarcir los invaluables daños, tanto materiales como morales, que se han causado no solo en las víctimas, sino en el alma de nuestra nación que está ya acostumbrándose a aguantarse tantos y tan dramáticos acontecimientos que han puesto en vilo no solamente su grandeza moral e institucional, sino también a mantener en el más tremendo caos a un inmenso y creciente número de familias y de territorios que en el país siguen esperando la llegada de la Paz prometida, la cual nunca llega, mientras que cada día crecen y se fortalecen los fenómenos de violencia, desplazamiento y zozobra que los ha mantenido en la más cruel y despiadada angustia y desesperanza. Todo ello a la avista, como se dice en el argot popular, de propios y extraños; pues nada se ha podido hacer para evitarlo, a pesar de las múltiples promesas, acciones y proyectos, inclusive ingentes y significativos esfuerzos económicos y recursos que de toda índole se han dispuesto, para tratar de aminorar los efectos de la lamentable polarización, problemas y dificultades que han mantenido a muchos sectores y poblaciones del país en la más lamentable crisis humanitaria, institucional, económica y social.

Lo único que ha atenuado el nocivo impacto de este insensato conflicto y de la inexplicable intolerancia que divide al país entre buenos y malos, entre amigos y enemigos de la paz; entre afectos o no a la reconciliación que a gritos está pidiendo la Nación, es la gran capacidad de resiliencia y las inmensas aspiraciones de redención, que se han adquirido en nuestra maltrecha patria, por quienes aún creemos en que llegará pronto el día que este morboso conflicto termine definitivamente y que nunca jamás vuelva a repetirse.

En medio de todo ese maremágnum de -hasta ahora- erráticas intenciones de acabar con el conflicto y de grandilocuentes propuestas que -dicen- van directamente orientadas a combatir el delito, a acabar con la corrupción, a generar estrategias que permitan desactivar este tremendo litigio, sus causas y resultados, como seres-dirigentes civilizados y conscientes del inmenso mal que ya se ha hecho, posibilitando la paz y la reconciliación, crecen los hechos violentos y delictuales que enredan los procesos y; por el contrario, hacen cada vez más inalcanzable los objetivos de pacificación propuestos. En el más confuso ambiente político y social se siguen acrecentando algunos de los problemas que hoy tienen a nuestro país y, especialmente, al común de la gente – que somos las mayorías ciudadanas- en la más tremenda desazón y desesperanza.

Por la injerencia de altos y muy influyentes líderes adversos o interesados en que el proceso de paz no continúe, se van languideciendo las esperanzas y expectativas de un pueblo y de las víctimas que no aguantan más tanta indecisión, desidia y negligencia de quienes tienen el deber misional e institucional de poner a rodar (desarrollar) el contenido de dicho proceso, afianzando y materializando los pactos y proyectos acordados después de tantos desgastes y esfuerzos realizados.

La falta de voluntad real y política para realizar los emprendimientos prometidos en materia de lucha contra la pobreza; la injusticia e inequidad social, que es lo que ha generado en nuestro país tanta desigualdad y miseria, es lo que sigue implantando la más cruenta y penosa exclusión social y aumentando de manera dramática la injusticia social, económica y política ya existentes en las relaciones individuo, Estado y sociedad.

Las líneas (índices) de pobreza en Colombia siguen creciendo de manera incontrolable hacia sus más deplorables expresiones; Es decir, la pobreza crece en amplios sectores sociales hacia la conformación de los tristemente llamados “estados o cinturones de miseria”, que en términos económicos es lo que se conoce como “pobreza extrema”. Todo ello es contrario a lo que se promete en las campañas previas a las elecciones gubernamentales, donde siempre se dice de manera tajante y categórica que uno de los mayores desvelos de nuestra dirigencia nacional es luchar y acabar con esas enormes brechas sociales y económicas que han sido inequívocamente las directamente generadoras de todo este lamentable estado de cosas en las que se sigue sumergiendo nuestro amado país.

Todo este terrible caos que está afrontando el pueblo colombiano, ante tantos esfuerzos y recursos dilapidados y malogrados, por efecto muchas veces de la desidia estatal, social y de algunos gremios y gobernantes, frente a estos importantes e inaplazables temas nacionales, como por la negativa posición de algunos dirigentes y, obviamente, por la agobiante corrupción administrativa y política que existe, hace que el futuro que nos espera en materia de PAZ y lucha contra la pobreza y la exclusión social, sea totalmente INCIERTO.

*Abogado Defensoría del Pueblo Regional Antioquia. Especialista en Desarrollo Social y Planeación de la Participación Ciudadana; en Derecho Constitucional y Normas Penales. Magíster en Gobierno.