Por: Balmore González Mira

Recibir el año con buenas noticias, buenos propósitos, bue nos deseos, siempre será lo mejor; la esperanza de que todo sea susceptible de mejorar es el sueño y el anhelo de todos los seres humanos. Adelgazar, portarnos mejor, beber menos, ser más comprensivos, ser mejor padre, mejor hijo, mejor compañero de trabajo y en fin, un sinnúmero de promesas llenan el vademécum del nuevo año, y año tras año son incontables esos deseos. Entre esos muchos deseos todos esperamos que los precios de la educación disminuyan o por lo menos no se incrementen y que dada la actual situación económica mundial hubiera un poco de sensatez en el cobro de los costosos incrementos de matrícula de Universidades.  

Mientras algunas universidades públicas luchan por lograr que las matrículas de los estudiantes sea cero para garantizar su educación y permanencia, mientras otras, entre públicas y privadas ofrecen  no incrementar el valor para los educandos y otras más ofrecen descuentos por pronto pago, Covid, y en posgrados descuentos interesantes por ser egresados, existen las que, aún con su supuesta vocación de servicio y origen religioso, no hacen descuentos de ninguna naturaleza, excepto aquellos que se ganan los estudiantes por promedio y sus propios méritos.

Es claro que en este primer semestre no habrá presencialidad y la pandemia continuará golpeando la economía, y sin embargo algunos claustros olvidaron su supuesta solidaridad y cobraron como si hubiésemos vuelto a la normalidad. Ahora que empezamos esta nueva etapa académica esperemos que esas universidades insensatas, y hasta inhumanas, reconsideren esos cobros de más y devuelvan esos recursos a las familias que además cancelaron desde diciembre porqué en el recibo de pago les llegó la amenaza del incremento entre el 5 y el 15% si no lo hacían en esas fechas. Es hora de revisar también cuál es el porcentaje de deserción por culpa de estos desaforados cobros que menoscaban aún más la maltrecha economía dejada por la pandemia que destrozó negocios, fortunas y hogares por doquier. Ello sin contar que, como lo hemos padecido, la cancelación de clases durante el semestre lectivo son frecuentes, y jamás hacen de reposición de ellas ni son descontadas de los altísimos costos, pues con devolver las clases no dictadas podríamos contabilizar unos descuentos de por lo menos el 20% de los costos de la matrícula inicial.

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