Por Iván de J. Guzmán López

Tiempo ha -como decían los buenos castellanos, al hablar de historia-, que nuestra Universidad Autónoma Latinoamericana brilla con luz propia (y muy brillante, por cierto, si se la compara con el vergonzoso eclipse de otras, carcomidas hoy por la politiquería más ramplona). Y traigo a la memoria a la querida Unaula, porque, a pesar de los quebrantos de salud ocasionados por la tercera dosis de la vacuna de Oxford/AstraZeneca, vivimos un fin de semana delicioso:

Este pasado viernes 26 de noviembre de 2021, muy temprano, la Universidad se vistió de fiesta para recibir a uno de sus egresados más queridos, el doctor Juan Camilo Restrepo Gómez, Alto Comisionado para la Paz.  Al doctor José Rodrigo Flórez Ruiz, Rector de la Universidad y a su vez, abogado egresado de este Centro Académico y de pensamiento, no le cabía la alegría y el placer en la cara (“se le veía a la legua”, como decía mi querida abuela Ana María) al tener presente al doctor Juan Camilo, gozar de su claridad conceptual, de su convencimiento de la labor que hace como Alto Comisionado de Paz de Colombia y la valoración que demuestra de su Universidad Autónoma, claustro, donde, hasta que su tarea por la paz se lo permitió, fue su profesor.

En el marco de las Jornadas Unaulistas por la Paz, el doctor Rodrigo Flórez (a quien los amigos de La Autónoma debemos agradecerle la labor extraordinaria que viene haciendo por la Universidad, por el legado de sus Fundadores, todos ellos tan queridos y especiales como mi amigo en vida Jaime Sierra García, por la Academia (que imparten con absoluto respeto) y por los aportes a la ciudad y sociedad, que viene haciendo desde su rectoría), manifestó que desde el nombramiento mismo del doctor Juan Camilo en su alto cargo, la Universidad lo entendió como un claro guiño del señor Presidente a la paz, en la medida que “usted,  doctor Juan Camilo, es un hombre de paz y orgullo de la universidad; porque conocemos de su vocación pacifista, su compromiso por la paz y los derechos Humanos. Unaula y Juan Camilo Restrepo, es lo mismo; porque usted representa nuestro ideario Unaulistas. Usted tiene una tarea gigante, pero usted es un gigante para cumplir esa Tarea”.   

Por su parte, el Alto Comisionado para la Paz, le contó a la comunidad Universitaria y a Colombia toda, qué hace su Oficina de Alto Comisionado de Paz; qué se ha logrado y qué espera para los próximos dos gobiernos. Ponderó apuestas que le han dado paso firme a la Paz, como el Desminado Humanitario, La Ruta de la Legalidad, Pazo a Pazo,  el Programa de Desarrollo con Enfoque territorial, PDET, Paz con Legalidad, y lo que será la Presidencia de la Convención de Ottawa. Fue claro al decir que “la paz es de todos, no es de nadie, de ningún grupo en particular, de ningún Partido; la Paz es de Todos, como lo consagra la Constitución Nacional”.    

Fue directo (el Alto Comisionado) al manifestar (con tono firme pero generoso), que no hay acercamientos con el ELN, porque, en lo que tiene que ver con el Gobierno Nacional, el camino es muy fácil y es el mismo Grupo Armado el que debe mostrar voluntad de paz, en la medida que cesen sus actividades criminales, cese el secuestro, cese la instalación de Minas Antipersonal, cese el reclutamiento de menores de edad y cesen sus actividades en la cadena del narcotráfico.

El otro escenario delicioso, fue el Segundo Encuentro de Centros de Historia de Occidente, bajo el nombre de Segundo Encuentro de Aspectos Históricos del Occidente Antioqueño, citado con sede en mi pueblo, Liborina. Hasta allá llegaron los Centros de Historia y delegaciones de los municipios de Santa Fe de Antioquia, Olaya, Peque, Sopetrán, Cañasgordas, San Jerónimo y Heliconia, con el pleno acompañamiento de nuestra Academia Antioqueña de Historia y su Junta Directiva, en cabeza de don Alonso Palacios Botero como su presidente, donde compartimos la historia de la “conquista”, la llegada de otros antioqueños colonos a nuestros municipios, la lucha de los tabacaleros de Sopetrán, la génesis de la cultura, la economía y la formación como sociedad de nuestros queridos pueblos de occidente.    

Hermoso visitar la tierra de nuestros ancestros, recordar de dónde venimos, quiénes fueron nuestros padres, quiénes nuestras familias, cuáles sus luchas, qué legados tenemos por cumplir  y de por qué debemos llevar la consigna de la paz en el corazón, el intelecto y la voz.

El siempre en mi corazón José Saramago, el que “hace volver comprensible una realidad huidiza, con parábolas sostenidas por la imaginación, la compasión y la ironía”, Premio Nobel de Literatura en 1998, dice, en Cuadernos de Lanzarote, una suerte de deliciosas memorias que escribió en sus años finales de vida: “Somos la memoria que tenemos y la responsabilidad que asumimos, sin memoria no existimos y sin responsabilidad quizá no merezcamos existir”. Pienso que si Saramago pudiera leer estas notas, diría que mi alegría del fin de semana tiene arraigo, si consideramos que escuchar al Alto Comisionado para La paz, es un acto de alegría, de paz, y solaz para el alma; y que reunirnos para pensar nuestra historia, es un acto de memoria y de responsabilidad, y un constructo muy bello de paz. 

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