El concepto de una cultura de paz inspira iniciativas encaminadas a elaborar una noción global de una Colombia en paz, y a establecer objetivos y concebir planes para alcanzarlos. Aun no existe una definición universal de una cultura de paz, pero se está estudiando seriamente el tema y se busca el modo de definirla. Los participantes en una reunión de expertos de la UNESCO sobre la contribución de la educación a una cultura de paz formularon su visión al respecto en la que se reconocen diversos conceptos y valores que fundamentan los programas y proyectos destinados a la educación para la tolerancia.
POR: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS
Las aspiraciones que encierra la noción de cultura de paz se vienen expresando como una serie de condiciones que prevalecerían en esa cultura. Una cultura de paz sería una cultura de libertad y respeto universal en la que se defenderían todos los derechos humanos y se eliminarían las normas que no se aplican a todos por igual. Este objetivo sólo se puede lograr en el contexto de la igualdad entre las mujeres y los hombres.
Una cultura de paz sería un “festival de diversidades”, que multiplicaría las posibilidades de materializar la riqueza humana más allá de la aceptación o la tolerancia de las diferencias, se basaría en la diversidad de las distintas culturas y la apreciación del “otro y los otros”; supondría un rechazo total de la dominación, la explotación y la discriminación en todas las relaciones humanas y estructuras sociales.
En una cultura de paz se han de reconocer las responsabilidades de la solidaridad, en virtud de la cual el alivio del sufrimiento de cualquier pueblo es una responsabilidad de toda la comunidad nacional. En una cultura de paz los pueblos no son explotables ni prescindibles, y se protege la vida y el bienestar de las personas vulnerables.
Una cultura de paz debería basarse en el reconocimiento de las realidades de la interdependencia nacional, las necesidades humanas comunes y la responsabilidad conjunta para con el futuro de la humanidad. Pondría un término a la mentalidad que separa a “los de dentro” de los “extranjeros”. En una cultura de paz cada persona podría desarrollar toda la gama de las capacidades humanas, sin límites impuestos por la pertenencia a un sexo u otros aspectos de la identidad humana.
En una cultura de paz se enseñaría a las personas a valorar la solidaridad humana, la reciprocidad y la justicia, y se les impartirían las competencias necesarias para descartar la violencia como medio para alcanzar metas sociales o individuales. La enseñanza de los valores se realizaría en el contexto de una comunidad nacional que habría dejado atrás el concepto de sociedades competitivas separadas. La sociedad planetaria es una solo unidad, todo está esencialmente “dentro de ella” y la educación debe fomentar la conciencia de esta unidad para combatir la violencia.
En una cultura de paz, el poder dimanaría de competencias y responsabilidades compartidas. Esa cultura debe ser integradora en términos jurídicos, políticos, sociales y morales, y el poder se ha de distribuir equitativamente entre las mujeres y los hombres. Gracias a un proceso de aumento de las capacidades y la autonomía se pueden aunar nuevas fuerzas para lograr la construcción de la paz posible y sostenible para Colombia.
En una cultura de paz, los conflictos no engendran necesariamente violencia, las diferencias se pueden arbitrar con un espíritu de reciprocidad, y los litigios se pueden resolver de modo que se reconcilien y fortalezcan las comunidades. En una cultura de paz se recuperarían y aplicarían las modalidades de solución de conflictos y las nociones de justicia comunitaria tradicionales, indígenas y femeninas. En este contexto, habría lugar tanto para la sabiduría antigua como para los nuevos conocimientos.
Una cultura de paz permitiría que se expresara la creatividad humana y se compartieran los sentimientos humanos. Habría espacio para lo sagrado y para el reconocimiento de que “una arboleda es sagrada, el rio es sagrado y nosotros mismos somos sagrados”,
Una cultura de paz en la que se valore la justicia y se apunte al desarrollo sostenible con un concepto de sostenibilidad respetuoso de la integridad de las culturas y el medio ambiente natural, producirá un orden social basado en la igualdad de los derechos humanos, la dignidad humana de todas las personas y el respeto por las criaturas vivas y los sistemas de vida.
Finalmente, una educación concebida en esta perspectiva de la cultura de la paz requiere experiencias y aprendizaje para desarrollar la capacidad personal de establecer relaciones positivas, la responsabilidad social que conduce a comportamientos sociales constructivos, la eficacia política en relación con las medidas que afectan a la política pública, la madurez ética en la adopción de decisiones sobre las relaciones personales, las conductas sociales y las actividades políticas.
¡Colombia exige que la educción con calidad y
educadores de muy alta calidad, aporten las
capacidades más importantes para la tolerancia,
esto es, vivir con la diversidad, tratar los
conflictos de manera constructiva y asumir
responsabilidades!
LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS Medellín, junio 14 de 2024