TONO CONTINUO

Un ejército para el Amazonas

Por: Carlos Mauricio Jaramillo Galvis

 El Amazonas, señores, es el bosque húmedo más grande de este planeta y, solo en la parte que le corresponde a Colombia, ustedes podrán encontrar 674 especies de aves, 753 de peces, 195 de reptiles, 212 de mamíferos, 158 de anfibios  y más de 6000 especies de plantas.  Todo un paraíso tropical.  Mal contados, se calcula que en  este inmenso “mar verde”, hay de pie, unos 390.000 millones de árboles, y bajo su dosel yace el 10% de la biodiversidad del mundo.  Todo un “ejército” viviente que ocupa una macrorregión compuesta por nueve naciones diferentes (Colombia, Perú, Bolivia, Brasil, Venezuela, Guyana, Guyana francesa y Surinam) y donde habitan, a su vez, alrededor de 40 millones de personas incluyendo todas sus tribus indígenas.

 Y ya que hablamos de “ejército”, habría que recordar que el Presidente Thomas Woodrow Wilson concibió en la segunda década del siglo anterior La Sociedad de las Naciones Unidas, la que le valdría el premio Nobel de Paz en 1919, como  una organización permanente conformada por la Asociación de Estados Soberanos y, por supuesto, con una misión de carácter universal: la seguridad colectiva.  Posteriormente, esta tuvo que ser reorganizada y dio paso a lo que hoy se denomina Naciones Unidas, organización que alberga, a la fecha, 188 Estados soberanos, buscando mantener la paz y la seguridad internacional, fomentar las relaciones de amistad entre las naciones y promover el progreso social, un mejor nivel de vida y, por supuesto, los derechos humanos bajo la vinculación de la Carta de las Naciones Unidas, como un tratado internacional donde se consignan derechos y obligaciones para cada uno de sus miembros. Actualmente las Naciones Unidas cuentan sobre el terreno con más de 100 mil militares o efectivos denominados Cascos Azules procedentes de ejércitos nacionales de más de 120 países, desplegados por todo el mundo en entornos inhóspitos, lejanos y peligrosos preservando la paz mundial.

Así las cosas y entendiendo la importancia que tiene el Amazonas para el mundo entero, se precisa, de carácter urgente,  la preservación de este bioma a través de la conformación de un cuerpo similar al de la Naciones Unidas ya que los gobiernos de los nueve países que lo albergan han demostrado su incapacidad absoluta para su protección y conservación.

Las limitaciones del conocimiento que los ciudadanos del común tienen sobre este territorio (eso incluye a los mandatarios de los países de la región) han subvalorado el aporte ambiental ofrece la Amazonia: su capacidad para regular el clima, su gran riqueza hídrica al albergar el 20% del agua dulce del planeta, poseedor de un inmenso banco genético de flora y fauna, su capacidad para absorber inmensas cantidades de dióxido de carbono, y a su vez, emitir cientos de toneladas de oxígeno a la atmósfera entre muchas otras bondades. Por estas y muchas otras razones, el Amazonas enfrenta graves amenazas tales como la deforestación, la minería ilegal, la cacería furtiva, la sobrepesca, los incendios como estrategia para la expansión de la frontera agrícola y ganadera, la urbanización sin límites, la explotación petrolera, los proyectos viales y fluviales sin rigurosos estudios, la presión sobre las diferentes culturas indígenas, las amenazas y asesinato de líderes ambientales y protectores de este bosque y muchos otros males que desconocen desde las capitales y las principales ciudades de los países que contienen este ecosistema

El planeta Tierra no tiene futuro si la cuenca Amazónica queda a la deriva de los saqueadores de su biodiversidad, al arbitrio de los gobiernos que no la han sabido gestionar y proteger, al poder de las multinacionales y de los ilegales que extraen sus riquezas minerales, la incineran y la contaminan.  Por eso, desde esta tribuna se propone la creación de un cuerpo multilateral, que involucre a todas las naciones de este planeta para que dispongan de recursos humanos y económicos para la conformación de un ejército cuya finalidad sea la protección del Amazonas como un patrimonio de la humanidad, proteja los civiles comprometidos con su conservación, vigile las fronteras en conjunto con los soldados de los nueve países que albergan este bioma, fomente relaciones ambientales fuertes entre las naciones, promueva el progreso social de esta parte del mundo sin destruir la selva, vincule al mundo en el desarrollo de políticas amigables con el medio ambiente y, de esta forma, impedir toda forma de ultraje y destrucción que acosa esta selva tropical. 

 En conclusión: hay que crear otra Carta de las Naciones Unidas como tratado internacional  para el Amazonas