En el ser humano hay una unidad profunda entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuanto más sana esté cada una de estas dimensiones, mejor estará la persona.

Por: Leopoldo Sayegh LC | Fuente: http://lcblog.catholic.net

El ser humano es un verdadero misterio. Es un ser sumamente complejo. Las principales dimensiones del hombre –corporal, psíquica y espiritual– influyen incesantemente entre sí. Un antiguo adagio latino las sintetiza diciendo: «orandum est ut sit mens sana in corpore sano». (Se debe orar –dimensión espiritual– que se nos conceda una mente sana –dimensión psíquica– en un cuerpo sano –dimensión física–).

Un sabio sacerdote español exigía tres cosas a cualquiera que se acercaba a él para pedirle dirección espiritual. Las llamaremos los tres requisitos básicos para una vida sana:

– A ver, a ver… Te haré tres preguntas –decía el sacerdote–. Si me respondes que no a cualquiera de las tres, por el momento no te recibiré para dirigirte espiritualmente.

– Está bien, Padre. Acepto. ¿Cuáles son las preguntas?

– ¡Sí! incluso tres veces a la semana.

– Muy bien. ¡Hemos empezado con pie derecho! –Respondió sonriente el sacerdote–. Vamos con la segunda: ¿Comes tres veces al día en un horario regular y con una dieta balanceada?

– Pues… en general sí, Padre. O sea a veces cambio un poco los horarios si tengo algún compromiso, pero en general sí mantengo las tres comidas y me gusta comer sano.

– ¡Hombre! No te pido la regularidad de un monje. –Respondió el cura con su marcado acento español–. Que entiendo lo que es la vida en mundo. Es comprensible de vez en cuando variar un poco. Así que está bien. Has aprobado también la segunda. Ahí te va la tercera pregunta: ¿duermes de modo estable al menos siete horas al día?

– Mmm… ¿siete horas todos los días? La verdad no. A veces me quedo estudiando hasta tarde, otras veces viendo cualquier tontería en mi celular o alguna serie… Otras veces me acuesto tarde por las fiestas… Ahí sí que le fallo, Padre. Pero de todos modos me suelo levantar temprano para llegar a clases. Pero bueno, el hecho es que siete horas no. De promedio duermo de cinco a seis horas diarias.

– Pues bien amigo mío –concluyó el sacerdote con una mirada bondadosa y profunda–. Entiende bien lo que te voy a decir. Creo que puedo serte de gran ayuda para caminar y crecer en tu vida espiritual. Y quiero hacerlo. Pero no puedo recibirte hasta que no cumplas esos tres requisitos. De lo contrario, no tendrás ni la fuerza física ni tampoco mental para poder trabajar como Dios se lo merece en la vida del espíritu. No olvides que primero el hombre y luego el santo. Vuelve cuando puedas responder que sí a mis tres preguntas durante un mes seguido. Aquí te estaré esperando. –Y terminó otra vez con una sonrisa– ¡Estoy seguro que volverás pronto!

En el ser humano hay una unidad profunda entre el cuerpo, la mente y el espíritu. Cuanto más sana esté cada una de estas dimensiones, mejor estará la persona. Estos tres requisitos son “básicos” para una vida sana, porque están a la “base” de lo que sustenta lo demás. Empieza por tener un cuerpo sano. La disciplina requerida para ello te será de ayuda también para la mente y para el espíritu.

(El sacerdote español, fallecido en 2014, es el P. Jesús Blázquez LC. Trabajó durante casi cuarenta años como formador y director espiritual de muchos adolescentes y jóvenes en la Ciudad de México. Tuve la dicha de conocerle y compartir mucho con él durante el último año de su vida / El adagio latino es de Juvenal en los último versos de su décima sátira).

Tomado de Catholic.net