LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS

“Hay personas que ven la realidad

Y se preguntan: ¿por qué?

Nosotros que soñamos lo que no existe.

Nos preguntamos: ¿por qué no?”

 George Bernanrd Shaw

 Estas breves “sugerencias”, fruto de muchos años de experiencia y largas horas de reflexión, son, en realidad, profundamente esclarecedoras y revitalizantes.

Una pequeña joya para padres y docentes. Un pequeño documento de cabecera para quienes tienen alguna forma de responsabilidad educativa.

Se busca reflexionar con hondura sobre nuestra responsabilidad de construir la tolerancia como padres y educadores. Desde la observación, la experiencia y una perspectiva vivencial, surgida del diálogo inteligente y enriquecedor con nuestros hijos, alumnos y educadores y no de teorizaciones de gabinete, sugerencia para el diálogo educativo en nuestra comunidad.

Introducción

EL DIALOGO es un estilo de comunicación, pero más allá, todavía, es un estilo de vida.

Estas sugerencias sólo intentan brindar enfoques que lo iluminen, acerquen y estimulen para dialogar.

Porque a dialogar se aprende.

Como se aprende cada paso de la madurez humana.

Y es posible que la capacidad de diálogo sea un signo de esa madurez. No porque suponga la ausencia de conflicto, sino por el contrario, porque se manifiesta como forma habitual de resolverlos.

Y si es así para todos lo órdenes de la vida, lo es particularmente en el ámbito de la educación.

Entre otras razones porque se aprende, sobre todo, el modelo que se vive. Es coherente esperar que una educación dialogal  sea la matriz adecuada para una generación de hombres solidarios y constructores de la paz.

Con el deseo de que estas sugerencias puedan ser útiles para la reflexión personal e institucional.

Sugerencias I

 En nuestro tiempo de pluralismo, nadie admite ser ignorado ni ver denegados sus derechos de ser humano. Por eso, como un mensaje impostergable, recordemos que son “tiempos de encuentro”.

  1. La educación es ante todo un proceso de identificación con modelos. Allí radica la fuerza de los símbolos internalizados que perduran y generan la base de las conductas.
  1. La educación está reclamando dos grandes transformaciones:
  • La de los contenidos y las metodologías capaces de responder a la realidad laboral-profesional y cultural de nuestro tiempo;
  • y la de las formas de relación y organización que hagan posible la convivencia reclamada por el crecimiento personal.
  1. Ninguna de las dos dimensiones pueden ser postergada, y menos ignorada porque representan expresiones de la cultura:
  • La que otorga poder sobre la naturaleza para humanizarla;

 

  • y la que otorga poder a la persona para su propio sano gobierno y el de sus relaciones.

 

  1. Ambas dimensiones del proceso educativo reclaman un mismo camino: el que hace posible la participación en el descubrimiento, la comprensión y la asimilación de los contenidos y sus exigencias.

No porque se desconozca la existencia previa de los contenidos, sino para que se respeten el tiempo y la tarea personal en la forma de proponer su búsqueda.

 

  1. Por eso, más que nunca, podemos afirmar que educar es promover el encuentro:
  • Consigo mismo,

 

  • con los otros,

 

  • con la realidad mundana,

 

  • y con el sentido de la existencia, que los ilumina y los rescata del caos. Y el encuentro reclama el diálogo como forma de relación constructora de la realidad compartida.

 

  1. En nuestro tiempo, saturado de los intentos hegemónicos que traicionan la aspiración personalista de la cultura, es imperativo archivar el espacio del discurso dogmático y crear y hacer crecer el espacio del diálogo.

Esto no significa abolir la autoridad, sino ayudarla a encontrar su sentido y su ejercicio más fecundos.

Tampoco implica abolir las diferencias, sino hacer posible su integración.

 

  1. Tenemos clara experiencia de que determinados niveles y formas de discusión nos alejan en lugar de acercarnos y promover soluciones.

Es entonces cuando diálogo y “discusiones” nacen con espíritus diferentes y dan frutos diferentes.

Cuando diálogo y “discusión” se distancian… nos motivan a clarificar sus caminos.

Sugerencias II

 

El gran error es creer que el diálogo nace de nuestro puñado de verdades. La gran verdad es que nace de nuestro corazón abierto a reconocer al otro como persona y de buscar juntos.

  1. Cuando “discutimos” tratamos de vencer.

Cuando dialogamos tratamos de llegar juntos.

  1. Cuando “discutimos” escuchamos para contraargumentar.

Cuando dialogamos escuchamos para comprender.

  1. Cuando “discutimos” estamos “enfrentados con” alguien.

Cuando dialogamos estamos “con” alguien.

 

  1. Cuando “discutimos” estamos tensos en alguna medida.

 

Cuando dialogamos estamos distendidos.

 

  1. Cuando “discutimos” nos amenaza y nos impulsa el temor de perder.

Cuando dialogamos nos afianza y alimenta la intención de convivir.

 

  1. Cuando “discutimos”, en realidad sólo podemos escucharnos a nosotros mismos porque permanecemos solos, interiormente solos.

Cuando dialogamos es posible escuchar al otro… porque estamos con él.

 

  1. Cuando “discutimos” empleamos un lenguaje que al otro no les es fácil ni agradable receptar.

 

Cuando dialogamos buscamos las palabras adecuadas para decir y para ser escuchados.

  1. Cuando “discutimos” nos delata en cualquier momento el tono de nuestra alma: nuestra voz… un gesto… la mirada.

 

Cuando dialogamos cada palabra lleva una carga de amistad y de lealtad que es inconfundible.

  1. Cuando “discutimos” miramos con dificultad a los ojos. Son miradas distantes, duras e hirientes.

 

Cundo dialogamos, la mirada nos acerca y nos comunica. Con palabras o en silencio.

  1. Cuando “discutimos”, el silencio nos genera ansiedad. Puede ser entendido como carencia de argumentos o desprecio.

 

Cuando dialogamos, el silencio nos acerca. Es un acto de respeto mutuo. Es tiempo de escuchar o éxtasis.

  1. Cuando “discutimos” queremos lograr el silencio del otro, acallarlo.

 

Cuando dialogamos le ofrecemos el nuestro. Nos interesa escuchar su palabra.

  1. Cuando “discutimos”, levantamos, fácilmente, un trono para una corona.

 

Cuando dialogamos tendremos una mesa para todos.

  1. Cuando “discutimos” el ritmo se hace agitado o tenso.

 

Cuando dialogamos se percibe la paz.

  1. Cuando “discutimos” nos sentimos poco deseosos de permanecer juntos.

 

Cuando dialogamos nos sucede exactamente lo contrario: estamos bien.

  1. Cuando “discutimos” cavamos dos trincheras.

Cuando dialogamos construimos un hogar.

 

  1. Cuando “discutimos” buscamos deliberadamente e inconscientemente cambiar al otro.

 

Cuando dialogamos lo estamos aceptando… y le estamos haciendo posible el cambio. ¡El cambio posible!.

  1. No siempre es posible dialogar.

A veces las defensas son demasiado rígidas estructuras demasiado débiles.

 

 

 

 

Sugerencias III

 

La “seguridad” es el reflejo de nuestra identidad bien establecida.  Nos permite defender nuestros derechos sin perder el humor ni el amor.

  1. La seguridad es tierra fecunda para el diálogo. Pero seguridad no significa rigidez ni dureza.

 

  1. La seguridad que hace sentirse capaz de buscar.

 

No la de quien se cierra para no ver más allá de su coraza.

 

  1. La seguridad es un estado de identidad que permite transitar todos los caminos… sin el temor de desviarse y perderse.

 

  1. La seguridad nace de haber recorrido el camino hasta uno mismo y de haber reconocido todos los errores y todos los abismos y todas las cumbres que nos habitan.

 

  1. El que llegó a “sí mismo” y perdió todos los miedos de su propia realidad, es capaz de dialogar.

 

Porque perdió el miedo a los otros “sí mismo”.

  1. La seguridad no es inflexibilidad. Es mansedumbre y confianza transidas de firmeza. O es firmeza transida de mansedumbre y confianza.

 

  1. La otra seguridad es la coraza del temor y no del llamarse seguridad, porque no lo es.

 

  1. Toda forma de suficiencia y de intolerancia son evidencias de otras tantas formas de inseguridad.

 

  1. Nadie puede arriesgarse a escribir con el otro el libreto de la realidad si sospecha que hay zonas de la realidad que no está dispuesto a reconocer.

 

  1. En la adolescencia se experimenta una particular dificultad para dialogar…

Precisamente porque debido a la búsqueda de la identidad, el adolescente se siente más urgido a cerrar fronteras, más atemorizado de ser invadido.

Sin embargo, esta dificultad expresa normalmente una profunda demanda…

Sugerencias IV

 

La confianza hace posible el diálogo educativo cuando el adulto es capaz de vivir con dignidad su propia soledad, que es el domicilio natural de su vida interior.

  1. Todo dialogar es compartir. Pero uno es el diálogo amistoso, otro el diálogo educativo.

En este último, hay uno que necesita y busca madurar, y otro que debe ser capaz de acompañarlo y promover ese proceso.

  1. Nada hay más educativo que un ambiente sano, un modelo sano y una relación interpersonal sana.

Lo que finalmente educa no es la palabra que dice ideas y preceptos, sino el modelo vivido que muestra vida.

  1. El más profundo diálogo educativo es el encuentro en el que se habla con la vida.
  1. Dialogar educativamente no es ser blando, un sobreprotector, sino capaz de mostrar todo, de ayudar a ver todo, hasta lo más doloroso sin causar más heridas que las inevitables. Y sin abandonar al otro solo, en el dolor.

…Aunque hay soledades que son inevitables y las necesitamos.

  1. El diálogo no se improvisa.

 

Va naciendo a medida que vamos dando señales de que el otro nos interesa y de que somos confiables.

  1. Reclamar que nos tengan confianza es como empezar la casa por el techo.

Y es oportuno recordar que las paredes se construyen ladrillo a ladrillo.

 

  1. La confianza no se pide.

 

Se da.

El otro se confía porque percibe que le hemos entregado la nuestra.

  1. Muchas veces, la señal de nuestra entrega que hace posible el diálogo, es que hacemos algo para escuchar.

 

  1. En ocasiones, llega por la puerta abierta de un breve comentario que le hace saber al otro que comprendemos su mundo y estamos a su lado por si quiere llamarnos.

 

  1. También abre el diálogo la pregunta oportuna que ayuda a pensar y deja libertad para hacerlo. No la que conmina y escudriña como violentando la intimidad.

 

  1. A veces, la certeza y la transparencia del amor aclaran los tiempos y hacen posible el diálogo en un abordaje tan frontal como respetuoso y cálido.

 

  1. La confianza para el diálogo pasa también por la seriedad profesional del educador.

 

No todo es el afecto, aunque nada sea sin él.

Sugerencias V

 

Ya es tiempo de reconocer que con los puños llenos de verdades y la garganta enroquecida  de reclamar derechos -¡con todo derecho!- no alcanza para amar y los amados de verdad.

Los códigos defienden el derecho; son un reto… pero no enseñan el amor.

  1. El diálogo educativo supone haber superado la concepción individualista y abstracta de la libertad, que la describe como un bien y un derecho que el otro limita.

En ese ámbito, el otro queda investido de la condición de rival y obstáculo para la extensión omnímoda de quien se expresa diciendo: “Mi libertad termina donde empieza la del otro”.

  1. Esta concepción refuerza la fantasía infantil del egocentrismo y predispone más fácilmente a la “discusión” por el espacio en disputa.

Y con razón podemos sospecharla de elitista: podrá abarcar más quien disponga de mayor capacidad para mantener extendidas sus fronteras.

  1. Si educar es promover el encuentro, es porque la humanización solamente se da en la relación con los otros.

El ser humano es siempre con los otros y por los otros. La prueba absoluta de ello es que nadie puede vivir “plenamente” sabiendo que no ama a nadie y que la vida no le interesa a nadie.

  1. Por eso, en esta pedagogía del encuentro subyacen una coherente antropología de la libertad, que hace descubrir el diálogo como su expresión natural.

Esto ocurre porque el diálogo educativo se apoya en la comprensión de que “Mi libertad comienza a partir de la presencia del otro” que “me descentra de mi centrismo y me invita a la solidaridad”.

  1. Es él quien por su presencia me reclama que lo descubra y lo acepte como tan real y tan humano como yo, tan capaz y necesitado de amar y ser amado como yo… quien me libera de esa atadura atávica y me abre a la posibilidad de madurar para la convivencia, que es el verdadero estado humano.
  1. Por eso, quien conoce y vive el diálogo educativo, aunque no se lo proponga, está educando para la libertad, para el amor y para la creatividad, porque lo realiza en su vínculo educativo.

Sugerencia VI

 

La persona es un todo indivisible. La inteligencia no es un comportamiento aislado de nuestra personalidad. Tiene mucho que ver con la afirmación de nosotros mismo, con el amor y con la alegría.

  1. El proceso de reconstrucción del saber se nutre de este mismo espíritu.

Supone el reconocimiento del otro, su comprensión, la valoración de su capacidad creadora y la aceptación de su tiempo personal.

 

  1. Esto no es desconocer la historia, sino hacer posible la incorporación participativa y viviente en la recreación de la cultura.

Este es uno de los rasgos más profundos del nuevo hombre que nos reclama la lealtad y coraje en la tarea de repensar la educación.

 

  1. Tampoco el hombre inventa los valores; los descubre y se descubre comprometido.

El diálogo educativo es la forma más respetuosa y penetrante de provocar el encuentro progresivo con ellos, de modo que se encarnen en conductas coherentes.

  1. El diálogo educativo genera el espacio de libertad que educa para la libertad, porque es el ámbito de amor que educa para el amor.

 

  1. Porque sólo el que es libre puede amar. Y sólo el que ama es libre.
  1. … Es verdad, se puede educar de esta forma sólo cuando se ama profundamente la vida y se comprende que el mundo no es una historia terminada.

Cuando se experimenta en los íntimo la alegría de vivir.

Y cuando se sabe que la vida no es absurda, que tiene sentido y es posible.

BIBLIOGRAFÍA

 

ANZIEU, Didier. “Dinámica de los Grupos”. Buenos Aires, 1971.

LEMOINE, Paul Gennie. “Teoría del Psicodrama”. Barcelona, Gedisa, 1996.

MANRIQUE, Francisco. “El método de proyectos en la comunicación al interior de las organizaciones”.

BORGES, Carl. “Grupo de Encuentro”. Buenos Aires. Editorial Amorrourtu, 1995.

ROUX, Francisco. “El papel del proyecto ético en las relaciones entre socialización y violencia”.

SHULTZ, William. “Todos Somos Uno”. Buenos Aires. Amorrourtu, 1995.