Por: Balmore González Mira.

En la Ciudad Madre confluyen varios escenarios que la hacen muy especial dentro de los municipios especiales de Antioquia, Colombia y el mundo.

El primero es su historia, llena de material escrito y referencias desde su fundación, hasta los vestigios de antigüedad que hoy se protegen y son visitados y admirados por miles de turistas que exaltan sus bellas construcciones y calles empedradas, con portones y chapas que aún conservan la esencia del pasado; museos, monumentos y palacios de gobierno, dignos de las poblaciones más emblemáticas y conservadas por la naciones que valoran su historia y la narran con orgullo, generación tras generación. Fuera de ello cuenta con el puente de Occidente construido por José María Villa que comparten con Olaya, sin duda otra de sus grandes joyas e iconos de todos los antioqueños, y así sucesivamente muchos otros vestigios históricos de nuestra raza que están situados en la primitiva capital del departamento, cuna de esas costumbres ancestrales que la convierten en referente de la antioqueñidad.

Igualmente la ubicación geográfica de la otrora capital de los paisas, la hacen privilegiada dentro de la modernidad vial que conecta con Urabá, con el Occidente, con Medellín y con el Valle de Aburrá, ventajas que la abonan en beneficios comerciales y en ese maravilloso clima cálido bañado por el gran río Cauca y el Tonusco que refrescan su ganadería y agricultura tropicales. Su ahora cercanía con Medellín, moderna capital de Antioquia y eje de la economía del departamento y su paso obligado hacia Urabá, la convertirán en un puerto seco para seguir desarrollando sus potencialidades.

Es de resaltar también que la Ciudad Madre es hoy el albergue de diferentes culturas, de ciudadanos venidos de todo el mundo y de diferentes partes del país y de muchas del departamento que han llegado para quedarse; unos han construido su hogar, otros su domicilio laboral, otros más su desarrollo empresarial; allí han sido albergados con afecto y admiración, pues el santafereño es un ser humano acogedor, un buen samaritano que te atiende con respeto.

Por lo demás hay que destacar que en Santa Fe de Antioquia sucedieron muchas gestas de nuestra historia desde hace casi 500 años, cuando este poblado nació en Frontino y luego fue trasladado al valle del Tonusco, con lo cual podríamos decir que ahora también se gesta la transformación del departamento con la incidencia vial arriba anotada.  

La cuna antioqueña tiene que seguir su desarrollo, pero tiene que hacerlo de manera ordenada, debe pensarse como la ciudad cosmopolita pequeña dónde convergen la cultura, la historia, el desarrollo, el turismo y el cuidado del medio ambiente, con la calidad de vida de sus habitantes y visitantes.

La Ciudad Madre es de todos y para todos, está con todos y por todos. En Santa Fe de Antioquia somos todos, y todos cuando estamos en ella, nos sentimos Santafereños, obligados a cuidarla, respetarla, asearla y embellecerla, como si fuera nuestra propia casa, nuestra propia Ciudad Madre.

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