Por: Luis Fernando Pérez Rojas

El reto que se propone la Educación para la Paz es promover una nueva conciencia colectiva que esté inequívocamente, y sin condiciones, a favor de la vida, de la paz, de la verdad y la justicia. Es un reto que por su magnitud e importancia no admite la impaciencia ni la espera. Desvelar esa conciencia que yace en el fondo de nuestros corazones pero que apenas ha emergido todavía, promover esa aparición progresiva de lo mejor de la humanidad, es el itinerario que conduce hacia cotas más altas de humanidad. Ese camino a recorrer es el lugar itinerante desde donde desplegar todas las potencialidades humanas de diálogo, concordia, cooperación y paz aún no desplegada, pero que ya son imaginables, y aquellas que desde el presente no alcanzamos a imaginar.           

El ser humano forma parte de un largo camino evolutivo. Como especie social se va desprendiendo de los comportamientos que todavía le impiden el acceso a formas más fraternales y más justas de organización social. Formas que son sugeridas por la propia conciencia, porque el ser humano no constituye solamente una especie social, como las hormigas o las abejas, sino también, y de manera distintiva, una especie moral, es decir, una especie que es capaz de distinguir el bien del mal y que aspira a ello.                            

Tengo conciencia que aún queda una pregunta muy importante en la opinión de los lectores: ¿Cómo van a imponerse los criterios de la conciencia colectiva? Es decir, si la conciencia colectiva evoluciona y va apareciendo un rechazo cada vez mayor de las formas violentas y vandálicas, si en el interior de las personas crece el deseo de paz, verdad, justicia y libertad. Si se educa en el respeto, en la valoración del diálogo, en la práctica de la cooperación y solidaridad, si los derechos humanos van siendo tomados como la piedra de toque que indica la calidad de una sociedad y de un gobierno, si la academia exalta e induce a la paz; si el derecho se inspira más en las razones de los ciudadanos de bien que en oscuras razones de los delincuentes y corruptos de cuello blanco en los altos Tribunales, si ocurre todo eso, entonces: ¿Cómo se van a imponer esas ideas en Colombia?.                                     

Cada ciudadano debe saber que forma parte del instrumento más poderoso y eficaz que existe para la transformación de la sociedad colombiana: La opinión pública. La conciencia colectiva se expresa por medio de la opinión pública y la evolución de la saciedad siempre acaba por adaptarse a ella.                           

Un poeta francés de principios de siglo XX,  C. Péguy, ha expresado muy bien esta idea: “Cuando una idea simple toma cuerpo social se produce un revolución”.  Es lo mismo que decir, entre nosotros los colombianos: *Cuando la conciencia colectiva se hace opinión pública la sociedad experimenta grandes cambios*.                                     

Si se opta por la violencia y el vandalismo como forma de provocar el cambio, lo más probable es que la revuelta sea aplastada violenta y vandálicamente. Los vencidos por las armas pueden retomarlas en cualquier momento, en cambio, los vencidos por la opinión pública pasan a formar parte del pasado. La no violencia, a mi leal saber y entender, no es solamente la opción más humana, sino la más eficaz. ¡Así de claro!

Cordialmente,  Luis Fernando Perez Rojas