CR ® HORACIO LEMA GALIANO
A nuestra generación nos ha tocado vivir los cambios más profundos y significativos de los últimos años, incluso cientos de teólogos afirman que vivimos el inicio de los últimos tiempos o sea los tiempos del fin. Fuimos educados con principios, valores y un gran temor al Dios creador, nuestros maestros fueron siempre apreciados y por sobre todo respetados por su digna labor de educadores, no existían organizaciones tan tenebrosas como FECODE que solo incitan a entorpecer, atrofiar y obstruir la educación pública que es la que hoy más necesita de convicciones, ideales y virtudes para lograr corregir, enmendar y reparar la mente y el corazón de esta sociedad.
Quienes dirigían la política y la economía del país, fueron hombres que de una u otra manera buscaban el bienestar de los ciudadanos en su capacidad justa y equitativa, la corrupción no era tan visible, lo cual impedía la transmisión o inoculación de este virus a nuestros jóvenes. Hoy se le exige más a un deportista que a un político, dejamos llegar a dirigir los destinos de nuestro país a una persona contaminada en gran manera por el odio e infección corrosiva, es decir, un demonio capaz de destruir o dañar de modo irreversible la mente de toda persona que interactúa con él. La corrupción, desprecio y aversión por quienes no le copian es aterradora ya que no tiene límite para atacarlos; obligando a que el inteligente se quede callado para que el ignorante no se ofenda.
En otrora la seguridad era un modelo que compartían todas nuestras familias con nuestros policías, para la protección de ella y sus bienes. Hoy es un artículo obligado de la canasta familiar el cual debes enfrentar y combatir en tu soledad y sufrimiento como ciudadano, esa inseguridad que ha crecido a niveles insospechables, teniendo en cuenta que cuando estas en peligro llega más rápido y fácil un pedido de Rappi que la policía a resolver una situación delicada ciudadana. Lastimosamente llega primero un Uber que una ambulancia, hoy cuando el gobierno inepto y despreciable acabo con el sistema de salud uno de los mejores del continente dejando como única opción al trabajador pagar médico particular y no comer o morir en dolor. A nosotros nos tocó el servicio médico normal acompañado de los ungüentos, remedios naturales y diferentes hiervas recomendados por los abuelos, incluso la marihuana medicinal que nos dio el creador para tratar diferentes afecciones, pero la maldad nos llevó a fumárnosla para entrar en trastornos emocionales, ansiedad y depresión, tal como aseguran algunos asesores del maligno que ven de primera mano.
A nuestra generación le satisfacía con enorme felicidad celebrar la llegada del bebe al cual casi siempre le acomodaban el nombre de los padres o el de los abuelos y defendíamos con fervor, pasión y vehemencia la creación del ser humano hombre y mujer como Dios los creo. Hoy hablar del tema incluso da cárcel en algunos países, porque la defensa de lo anormal enfrentado a lo normal biológicamente hablando se impone no por mayoría sino por legislación de los tibios que aceptaron la destrucción, aniquilación y devastación del concepto familia, de la cual nacimos todos los seres humanos ya que no existe otra opción. “yo soy el camino, la verdad y la vida” como afirmo nuestro Señor Jesucristo.
En nuestra generación los parques y zonas verdes eran utilizadas para disfrutar juegos sanos y divertidos reunidos con familiares y amigos, mientras que hoy esos lugares se utilizan para las malas prácticas a plena luz del día y los teléfonos son más inteligentes que sus dueños seres humanos y racionales. En nuestra generación no existía la inmigración a otros países, excepto algunos pocos familiares que se acomodaban en las mieles del llamado sueño americano. Hoy salen del país millones de compatriotas a buscar mejor vida que la que ofrecen estos gobiernos corruptos y despreciables. Muchos de ellos mueren en el intento y no acceden a esos alimentos llenos de químicos e incluso jabones llenos de cereales, miel y vitaminas diferentes a los de su tierra.
En nuestra generación asistir a un velorio de un familiar o amigo era toda una ceremonia venerable, donde se exigía respeto y consideración por el fallecido. Hoy es un festejo que termina en una gran parranda donde se estimula el trago y el vicio para tratar de emular la oscuridad de la muerte y no la luz brillante que se alcanza al lograr la vida eterna ofrecida por el señor. De igual forma en nuestra generación el matrimonio era una ceremonia que sellaba el amor sublime y sagrado entre hombre y mujer. Hoy es más valioso el festejo, incluido el vestido y adornos que el compromiso con amor que se adquiere ante el señor.
En fin, nuestra generación hoy esta agobiada, extenuada e impotente por el cambio que se ha dado en esta sociedad, consumida por la decadencia moral, la degradación del ser, el declive de valores de la juventud y la corrupción que como un fantasma satánico lleno de poder se introduce en el alma y corazón para dominarnos por completo y dejar ver en esta sociedad destrozo, devastación, ruina, desolación y enorme sufrimiento a los que todavía nos resistimos a la perdida de principios, valores y el amor fraternal que se opone a la destrucción total de la familia.
CR ® HORACIO LEMA GALIANO