PROTESTEMOS TODOS CONTRA LA DELINCUENCIA

Por: Balmore González Mira

Me llamó poderosamente la atención como los estudiantes de varias universidades del país protestaban contra El Escuadrón Móvil Antidisturbios, Esmad, que es la unidad especial de la Dirección de Seguridad Ciudadana ​ de la Policía Nacional de Colombia, cuya misión es el control de disturbios, encargada de restablecer el orden y la seguridad de los habitantes en las diferentes poblaciones de la patria. Al mismo tiempo un estudiante de secundaria que nos acompañaba al ver la noticia, nos estaba preguntando el por qué estos mismos jóvenes protestaban ante la posibilidad de que la fuerza policial estatal entrara a los campus de las universidades públicas, en una supuesta violación de la autonomía y de los derechos humanos de las mismas.

Varios integrantes de estas protestas generaron tales disturbios que desencadenaron en actos delincuenciales, tales como asonada, daño en bien ajeno, lesiones personales, violencia contra servidor público y hasta de secuestro; en un concierto para delinquir que violó flagrantemente los derechos de miles de ciudadanos.

Asombrado el joven decía que como era posible que a estos sitios no fuera la fuerza pública si en muchas atracaban, vendían drogas y alcohol y además hasta había comercio de sexo y de armas, así hubiera vigilancia privada, y que sí era la fuerza del estado la que controlaba esto como era que este territorio no tuviera esa autoridad.

Me sorprendió gratamente el análisis de un joven que aspira a ingresar a una universidad pública a hacer sus estudios de pregrado y su reflexión final cuando decía que allá entonces cómo y ante quien se acudía a formular una denuncia si era víctima de alguno de estos delitos.

En este contexto también llama poderosamente la atención que la dirigencia nacional no salga al unisono a protestar y condenar estas actuaciones, cómo sí lo hacen cuando un solo agente de policía o del estado se equivoca o comete un acto salido de la norma, condenando inmediatamente a la institución a la que pertenece, sin mediar un debido proceso que permita el sagrado derecho de la defensa.

Termino como muy seguramente hubiera querido hacerlo el menor de este relato, diciendo y por qué no salimos de todas las universidades, de todas las instituciones legalmente constituidas, de todos los hogares colombianos y marchamos y protestamos contra todos los delincuentes de este país y les decimos que no queremos más ser víctimas de sus oprobios. O será que tal vez muy pronto nos toque ver las manifestaciones para que desaparezcan los policías, los soldados, los jueces, los profesores, los gobernantes, la DIAN, los servidores públicos y ahí sí, la gran gobernanza de la anarquía reine sobre nuestros cadáveres vivientes porque solo un tirano nos ordenará que hacer, en un país donde por constitución el orden y la autoridad están en cabeza del estado y la justicia es un valor supremo, y por potestad del pueblo, un monopolio también estatal. Donde se crea el caos, gobierna la anarquía.