Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS  

Se pretende, en tiempos de crisis pandémica, hacer de las instituciones universitarias una excelente universidad, la mejor que sepamos y podamos realizar entre todos los antioqueños.

Se requiere en primer término que la Universidad sea una verdadera Universidad, con un nivel de calidad digna, y el mejor que pueda conseguirse con los medios personales y económicos con que se cuente en  cada  momento,  siempre sujetos,  a naturales  limitaciones,  pero  de insospechada  eficacia cuando hay espíritu de superación, del propio mejoramiento y de cooperación.

Estos niveles de calidad suponen en los educadores y directivos un esfuerzo sincero para cumplir su variada tarea personal con el mayor esmero: El estudio, para conocer con profundidad la ciencia que se cultiva, para seguir el ritmo de su desarrollo continuado; la investigación, para participar en la creación y en el progreso científico con aportaciones personales valiosas obtenidas con rigor metodológico, dadas a conocer en las publicaciones apropiadas; el interés por la cultura en sus diversas manifestaciones, imprescindible en todo buen universitario, que sedimentará además en criterio recto acerca de las cuestiones más relevantes para el espíritu humano; el cuidado en la preparación y desarrollo de las actividades directamente docentes, que permita hacer asequible y atractiva a los estudiantes el área de la correspondiente enseñanza, incitar su curiosidad científica, estimular su aprendizaje de manera que adquieran sólida formación y criterio; la dedicación a la generosa función de magisterio, de la que surge una leva continuada de vocaciones científicas que asegura el progreso perenne en el cultivo de los saberes en servicio de la humanidad.

Pero además de poner esfuerzo para el mejoramiento de la propia actividad personal, la calidad de la labor universitaria reclama la integración más íntima posible en la tarea de conjunto, en la función entera de la universidad.  Esto supone saber valorar más el interés general que el particular; desarrollar el espíritu de cooperación que hace posible abordar objetivos más amplios; facilitar el uso de los medios disponibles de modo que se pueda obtener de ellos el óptimo rendimiento; no quedar indiferente ante lo que ocurra fuera del ámbito estricto del propio trabajo, sino sentir como propio-por lo que es- cualquier aspecto de la multiforme y diversa labor de la universidad; participar con lealtad en los afanes colectivos y en la misma función de buen gobierno corporativo con sugerencias, iniciativas, advertencias, propuestas, etc., que puedan mejorarla, o dedicando ilusionadamente el tiempo necesario, cuando se forma parte de ese mismo gobierno corporativo.

Se ha de tener en cuenta, además, que muchos e importantes aspectos de una buena labor educativa dependen de la colaboración de todos los estamentos universitarios que la componen: Solo se consiguen cuando todos y cada uno les prestan atención y en la siembre de una fuerte cultura de trabajo en equipo.  Así sucede, por ejemplo, con el logro del conveniente ambiente de trabajo y rigor intelectual, el clima apto para la sana convivencia y la amistad sin amiguismos, el orden en la vida académica, el cuidado de las instalaciones; la limpieza de corazón de toda la comunidad educativa universitaria, y tantos otros factores de valor educativo, de indudable valoración para trascender como una universidad de calidad, en su objetivo misional, al servicio de la educación.

Un foco de ciencia y cultura: Si la universidad antioqueña posee la calidad de vida, si sus directivas y educadores realizan su tarea gerencial y académica con espíritu de superación constante, constituirá con seguridad un lugar en el que las Ciencias y la Cultura se cultivan seriamente, bien asentadas en la verdad, irradiando su luz a los más amplios ambientes.  Cuando con mayor tesón y más seriamente se investiga la verdad, cuanto más riguroso y exigente es el trabajo científico, a mayor profundidad se hunden las raíces de los conocimientos en busca de sólido fundamento y más luminosa y cálida es la luz que se proyecta.  En cambio, si la ciencia y la cultura se edifican sobre tierra movediza, sin no se apoyan en sólidos principios u valores, la luz resulta mera apariencia, fría y engañosa, por lo tanto, conduce al desamparo, a la confusión y aun al error.

LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS                                   Medellín, abril 10 de 2021