¿POR QUÉ NO NOS GUSTA CUMPLIR LAS NORMAS?
Por: Balmore González Mira

El interrogante viene luego de la reflexión sobre las cifras aterradoras que los medios y las entidades van revelando sobre número de comparendos de tránsito, sanciones a funcionarios, estadísticas sobre delitos menores y el comportamiento de jóvenes en establecimientos públicos diversos, entre muchas otras conductas que nos llenan de curiosidad y que apriorística e irresponsablemente nos llevan a la conclusión de que los seres humanos en nuestras latitudes somos “des-aconductados”, desadaptados y sufrimos de algunos trastornos sicológicos transitorios que no nos permiten ser normales dentro de un estado lleno de normas sociales y jurídicas.
Algunas acciones como el alto volumen de los equipos de sonido en casas, vehículos y establecimientos abiertos al público están prohibidos, pero son permanentemente violados. Las señales de tránsito y la regulación de la velocidad producen muertes y lesiones en igual o mayor número que en riñas. La obligatoriedad del casco en las motocicletas es solo una quimera. El útil uso del cinturón de seguridad en los vehículos es solo viable cuando el agente de tránsito está cerca. No conversar por teléfono conduciendo ni se diga. Esto dentro de lo que cotidianamente vivimos, pero padecemos también con actuaciones que rayan con el delito y obviamente con la penalización de conductas de quienes creen ser los dueños del mundo y la norma no les significa respeto.
Los ciudadanos y en especial los jóvenes vienen retando a todas las autoridades con sus comportamientos que ya están siendo analizados por psicólogos, antropólogos, sociólogos y psiquiatras con resultados desalentadores por sus diagnósticos preocupantes, que va desde reproche sin fundamento del orden social, hasta el menosprecio por la propia vida. Los jóvenes merecen un tratamiento especial desde sus hogares, la disciplina, el orden, las normas y todo aquello que implique respeto hacia el otro, hacia los derechos humanos, hacia la sociedad y hacia los valores fundamentales; de lo contrario vamos hacia el abismo y los jóvenes sancionados y judicializados, cuando no, engrosando la lista de los múltiples casos de muertes tempranas de nuestra sociedad.