Por: LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS
Decían los abuelos: “Un pozo profundísimo empieza al cavar una charca de tres pulgadas de profundidad”.
Los antioqueños para fijarse y cultivar los valores superiores clave, debemos hacer hincapié en los siguientes puntos: Estudiar con diligencia y dedicar ahínco, para adquirir el verdadero saber y exigirlo a sus gobernantes. El conocimiento y el respeto es una base importante para la adopción de los valores superiores clave. Nuestros antiguos filósofos griegos consideraban el respeto y el conocimiento como grandes virtudes. Uno de mis mejores maestros aseveraba: “uno no puede ampliar sus aptitudes sin estudiar; tampoco puede adquirir el saber sin ideales elevados”.
Los antioqueños estamos en la obligación de cultivar la moral y la virtud por el respeto a nuestros gobernantes, sin prejuicio politiquero alguno, y tenerlas presentes en las prácticas de interacción social. La virtud es la raíz de nuestra condición humana y es garante de nuestra estructura ciudadana cimentada en la integridad. Siempre he creído que toda persona que sea fuerte y talentosa, pero que no tenga una estructura axiológica virtuosa terminará en el lodo y en el rescoldo de su propia reputación.
Las virtudes éticas y morales en todo ciudadano, son fundamentales tanto para el individuo como para la sociedad. Lo que viene en primer lugar, para ser persona respetable y honorable, o discrepar con lógica y argumentos de elevada consciencia social, es cultivar la decencia, el respeto, la prudencia, la moral, el discernimiento ético y la sensatez, pero jamás recurrir a actitudes de poca monta como el insulto, la mezquindad, la intolerancia, la bajeza y la vulgaridad de nuestras conductas o manifestaciones frente a nuestros gobernantes del orden nacional, departamental o municipal.
Uno puede emplear su capacidad crítica en el justo lugar solo cuando reconoce la virtud ciudadana, comprende las virtudes públicas y pone en práctica estrictamente las privadas. Los gobernantes tienen la obligación y el compromiso de dedicarse con decisión y devoción al país, departamento y municipio; servir con honestidad, veracidad y transparencia al pueblo, esta es la gran virtud con la que se alcanza la gran causa de la gobernabilidad y gobernanza. Al mismo tiempo, el gobernado necesita comenzar por respetar a sus gobernantes y la autoridad que representa, sin cálculos mezquinos y proselitistas, si queremos hacer bien las cosas pequeñas o grandes y ser disciplinados, empáticos y decentes, incluso en las más pequeñas o grandes actuaciones en los escenarios donde nos corresponde actuar.
Al aprender de todas las cosas buenas y corregir cada error, cada ciudadano está llamado a cultivar sus propias virtudes públicas y privadas, aprender a dialogar consciente y argumentativamente, a trabajar con rectitud, vivir con frugalidad, reclamar con respeto, ser agradecido, ayudar a los demás, ser modesto, ser tolerante, examinarse a sí mismo y disciplinarse para tomar las más acertadas y justas conductas como ciudadano integral.
Si logramos respetar por principio y convicción a nuestros gobernantes de turno, podríamos sentarnos a la mesa del diálogo respetuoso a argumentar con ellos nuestras diferencias, con el propósito de solucionar problemas y/o conflictos que estén desmoronando la armonía institucional. Finalmente, me parece grotesco y violento insultar a nuestros gobernantes mediante Vallas en la Ciudad, que solo sirven para demostrar lo irracional, lo violento, lo salvajes e insignificantes que somos cuando nos debilitamos y evadimos la capacidad de enfrentar un diálogo fundamentado en la verdad, la razón, la cordialidad y la paz.
LUIS FERNANDO PÉREZ ROJAS – Medellín, septiembre 7 de 2020