NO SEAMOS TAN MEZQUINOS CON LA PAZ        

 Por:  IVÁN ECHEVERRY VALENCIA

Si quieres lograr la paz, no negocies con tus amigos, negocia con tus enemigos. –Moshe Dayan.

Después de muchos años de añorar la paz y presenciar muchos intentos para lograrla, mediante diálogos directos y otros demasiados discretos, por fin se coronó uno con la guerrilla más cruenta,  desestabilizadora, dañina, causante de muchos males y que llevó al país a un atraso por décadas en todos los sectores de la productividad y de la equidad.

El proceso de paz que se llevó con las Farc,  que duró más de cuatro años su concreción, no fue nada fácil,  unas veces por la intransigencia de esta  y otra por el mal ambiente que le generaron algunos políticos al interior de nuestro país. El mundo entero, no sale todavía del asombro ni lo comprende, por qué el sufrido pueblo colombiano, ante la gran oportunidad  que tuvo para refrendar la paz, votó en contra. Lo que la comunidad internacional no sabe, es que al ciudadano, además de polarizarlo se le desorientó y engañó con una andanada de mentiras que lastimosamente aún persisten.

La paz que firmó el gobierno colombiano con la guerrilla de las Farc, contó y cuenta todavía  con un amplio respaldo de todas las naciones del mundo y de las organizaciones multilaterales entre ellas la ONU y la OEA.

Se había advertido hasta la saciedad, que los más dispendioso y difícil para concretar la paz, sería su implementación a través de leyes, reformas constitucionales; la obtención de recursos para atender el pos-conflicto, el lograr compensar a las víctimas, el de apoyar a los 12 mil excombatientes en su reinserción a la sociedad,  al seno de sus familias, a la vida académica y laboral.

También ha complicado la reinserción las trabas burocráticas y el cambio de gobierno, lo que ha dado lugar a  una infinidad de reclamos e inseguridades entre los involucrados en el proceso. Situaciones que movieron en varias oportunidades al gobernador de Antioquia, Luís Pérez, a llamar la atención al gobierno central, por la falta de planificación en la implementación de los acuerdos, por las demoras en las asistencias, por la desorganización de  los lugares de transición y por la situación inhumana y de abandono en que tenían a los excombatientes.

La incertidumbre en el cumplimiento de los acuerdos, la inseguridad jurídica y la falta de protección a la vida de los reinsertados, son las verdaderas causas para que se esté dando las constantes deserciones.

Colombia, vive una tragedia originada en la mezquindad que tenemos por consolidar la paz, avergüenza ver y oír todos los días y a todas las horas la guerra verbal y escrita por ella, donde se lanzan verdaderos misiles desde el partido de gobierno contra los grupos de izquierda, independientes, defensores de los acuerdos  y  estos a su vez responden  con bocanadas de fuego, creando un ambiente  de belicosidad de incalculables consecuencias. Dios, no quiera, que semejante virulencia nos lleve nuevamente a la violencia entre partidos.

Es tal las coincidencias que me llevan a pensar que los del partido de gobierno  están aliados con el régimen de Venezuela, ambos están buscando el mismo objetivo, deshacer el camino andado en la incipiente paz. Maduro, que antes fungió como acompañante, hoy, protege y participa en el  rearme y recomposición de  la disidencia de las Farc. Y a su vez el Centro Democrático, persiste en su trabajo de desconocer todo lo acordado en la Habana.

Es bueno tener en cuenta en esta época convulsionada lo dicho por Marco Tulio Cicerón: de  preferir  la paz más injusta que a la guerra más justa. Todo está por construir y mejorar, el presidente Duque, no puede pasar a la historia como el sepulturero de la paz, está a tiempo para demostrar su liderazgo, llamando a la unidad y a desarmar los corazones, por lo que debe empeñar en conformar un frente común con todos los actores de la vida nacional, en la búsqueda del siguiente paso de la paz, que es el de la reconciliación de todos los colombianos.

A los señores que se están rearmando les falto grandeza para sostener y defender lo que suscribieron  en la Habana, pues, con su mezquindad deshonraron la palabra y le fallaron al  pueblo. Definitivamente a Iván Márquez y su gavilla les quedó grande la paz,  Thomas Mann, escribió: La guerra no es más que una forma cobarde de escapar de los problemas de la paz.