Por Iván de J. Guzmán López

El sábado 29 de octubre, Colombia vivió la tercera jornada de marchas contra las reformas del gobierno Petro y los manejos poco claros del Alcalde Daniel Quintero Calle, hermano de Miguel Quintero Calle, para más señas. Fueron marchas multitudinarias, aunque algunos diarios y noticieros, se apresuraron a minimizarlas. Parece que la mordaza a la prensa, en este gobierno, se hace más visible, día a día.  Y lo más delicado para la democracia y la prensa misma: parece que algunos medios demuestran comodidad y hasta complicidad con lo que ocurre en Medellín y el país.

Hoy, 31 de octubre de 2022, recibí un artículo del colega Enrique Ramírez Yáñez, titulado Manicure para el tigre, que dice:

Indignante y abiertamente irrespetuosa con el derecho fundamental que tenemos los ciudadanos a recibir información veraz, la manera manipuladora y mentirosa como “El Tiempo” informa, hoy domingo 30 de octubre, sobre las manifestaciones de protesta contra el gobierno de Petro que se realizaron en el día de ayer en muchas ciudades colombianas.

(…) “El Tiempo” publica una fotico insignificante de la manifestación de Bogotá en su primera página, y una anodina descripción de las marchas en alguna de sus páginas interiores. Sobre la de Bogotá, afirma que “unas ciento cincuenta personas” caminaron hacia la Plaza de Bolívar, lo cual es un insulto a sus lectores y una grosería con los miles de ciudadanos que llenamos la carrera séptima  -Cuando los primeros caminantes llegaron a la Plaza de Bolívar, la cola iba apenas frente al hotel Tequendama-, de todas las edades (le tomé una foto, con su aceptación, desde luego, a una anciana que me dijo tener 95 años, en silla de ruedas, y cubierta con la bandera nacional), bebés en coches, hermosas jóvenes con sus perros (de dos y de cuatro patas), jubilados con pancartas defendiendo sus pensiones, trabajadores de la industria petrolera, militares y policías retirados exigiendo respeto por sus instituciones, trabajadores del sector minero, miles de ciudadanos que aplaudían y abrazaban a los policías y gritaban vivas a las fuerzas armadas, mientras retumbaba el coro, constantemente repetido: “una dictadura/ como la cubana /  no la quiero /  porque no me da la gana /”, alternando con el grito “fuera Petro”, pitos, vuvuzelas, y una paz absoluta, total, sin el más mínimo incidente negativo.

Y termina escribiendo el columnista marchante: “Los comercios abiertos sin temor ninguno a los saqueos, vendedores ambulantes y puestos de comida rápida que hicieron su agosto en octubre, en fin, una verdadera fiesta de la democracia. Hasta el tiempo –muy diferente a “El Tiempo”-  se portó bien, porque la mañana lluviosa dio paso a un día gris, pero seco, a la hora de la marcha”.

Igual cosa ocurrió en Medellín: hice presencia en la marcha por el sólo prurito de verificar sin eran (en el lenguaje provocador del alcalde) unos pocos pelagatos los que marchaban en Medellín. Lo cierto es que al llegar a la Alpujarra, me informaron que la cola de la marcha apenas venía en la playa. Fue sorprendente el ver a miles y miles de personas en una marcha totalmente en paz, sin policías ni tránsito porque estaba asegurado el respeto de los marchantes. Eso sí, las consignas contra el alcalde y su grupillo al interior de la administración, eran constantes, bien timbradas y con tono permanente de reproche.

Miles de mujeres, de hombres, cientos de niños y trabajadores, marchaban al lado de una buena franja de jóvenes que con voz exaltada gritaban “abajo” al alcalde y a Petro. La voz bien timbrada, sonora y enamorada de Fausto, potente, como cuando estaba empezando su vida artística, llenó de emoción una Plaza de la Libertad y una San Juan, repletas de miles de pelagatos: pelagatos niños, pelagatos jóvenes, pelagatos adultos. Pelagatas (en lenguaje franciamarquiano) jóvenes, Pelagatas niñas, pelagatas madres, pelagatas mayores de edad, marchaban como un solo cuerpo., como una sola ciudad, como un solo grito, como una sola consigna de libertad.    

Nuestro gran Fausto, mi amigo, mi hermano, puso el ánimo y algo de nostalgia en el corazón y el alma de los miles de pelagatos y “las miles de pelagatas” que estaban en la Plaza:

 “Anoche estuve soñando que hablaba con mis abuelos
y les pregunté llorando: qué puedo hacer por mi pueblo.
Aquí ya no existe paz, aquí ya no hay libertad
aquí ya no pasa un día sin algo que lamentar.
Aquí el hermano traiciona y se ufana al traicionar
y el hermano va y nos vende y luego viene a cobrar
aquí el mundo está al revés, nadie quiere trabajar
y las gentes que trabajan las arrasan sin piedad.
Al ladrón tratan señor y al señor como un pirata
del que hay que aplastar la flor y reventarle la mata
se volvió palabra Dios y hay sin hechos mil corbatas
y el amor es un amor en la medida en que pagan.
De la iglesia suya, abuelo ya casi no queda nada
los curas que no son santos la quieren manipulada
el verde de las haciendas se cubrió de sangre y balas
y las nanas de los niños tabletean de metrallas.
Ya no quiero ser cobarde, usted me enseñó valor
por eso para quedarme quiero hallar la solución
la sonrisa del abuelo no sé por qué, me dio paz
y esperé por un momento que empezara a aconsejar.
Me dijo: con miedo mijo, no cambia lo que suceda
para integrar la familia haga todo lo que pueda
no sea extranjero en su tierra, viva siempre como piensa
para que cargue tranquilo, livianita su conciencia.
Orgulloso de su raza practique su identidad
verá que con eso encaba la paz y la libertad
piense que si los dividen sobre ustedes reinarán
alrededor de la iglesia se encuentra la identidad.
Usted puede ser amigo de todo el que le parezca
pero hay que sacar del alma al que le siembra maleza
para que un día sin pena si a sus nietos aconseja
que lo acompañen sus himnos levantando su cabeza.
Anoche estuve soñando que hablaba con mis abuelos
y les pregunté llorando: qué puedo hacer por mi pueblo.
Aquí ya no existe paz, aquí ya no hay libertad
aquí ya no queda nada que podamos controlar.
No se olvide nunca, mijo, que para ser buen hermano
no hay que dar de lo que sobra, sino lo que está faltando
no se amañe con colores ni banderas de apariencia
vote siempre por un hombre transparente de conciencia”. 

Los “pocos marchantes” que dicen algunos canales locales manejados a gusto por el alcalde Quintero y su legión extranjera, se están convirtiendo en una masa uniforme, pensante, de miles de ciudadanos. Marchan sin primera línea, sin vulgaridades, sin saqueos, sin terrorismo, pero con mucho sentido de antioqueñidad, que no es bueno despreciar desde el lenguaje mismo. Los estrategas, nunca minimizan al opositor.